Los banqueros centrales son así. Les gusta deslizar sus intenciones en pequeñas píldoras que salpican en sus intervenciones públicas. Una fórmula ideada fundamentalmente por el expresidente de la Reserva Federal (Fed), Alan Greenspan, hasta el punto de que su lenguaje fue bautizado como 'greenspeak', y que sus sucesores no han desterrado. Es lo que, por ejemplo, el actual presidente del banco central estadounidense, Jerome Powell, ha hecho este miércoles en la intervención que ha protagonizado en Nueva York.

Su discurso estaba marcado por las críticas que, otra vez, el presidente de EEUU, Donald Trump, había vertido sobre Powell por insistir en la subida de los tipos de interés. "No estoy nada contento con él", afirmó este miércoles el republicano. No es la primera vez que Trump muestra en público su malestar con la Fed, pero la recurrencia cada vez mete más presión sobre la institución monetaria.

En este contexto, Powell ha ejercido de banquero central. Es decir, ha caminado sobre el alambre para, por un lado, mantener viva su actual intención de prolongar la subida de los tipos y para, por otro, dejar claro que al aumento de los intereses no le queda mucho recorrido por delante.

TODO EN UNA FRASE

Ha realizado este ejercicio de gimnasia monetaria en una sola frase: "Los intereses todavía están bajos desde unos estándares históricos, y están justo por debajo del rango de las estimaciones del nivel que debería ser neutral para la economía".

Con la primera parte de esa afirmación ha dejado claro que aún quedan incrementos por delante. El primero, en tres semanas, en la reunión que la entidad celebrará los días 18 y 19 de diciembre. Será entonces cuando ejecutará el que será el cuarto aumento del precio del dinero en 2018, con el que situará ya los tipos en el 2,25-2,5%.

Aunque la clave para el mercado, porque la subida de diciembre está más que descontada, es la segunda parte, en la que deja entrever que, ya con los intereses cerca de su nivel neutral, el ciclo de incrementos afronta su recta final. En septiembre, la Fed sugirió que ese final llegará en 2020, cuando el precio del dinero escale al 3,25-3,5%. Es decir, tras el de diciembre, esperarían cuatro repuntes más, tres de ellos en 2019 y otro de remate en 2020.

El mercado, sin embargo, no llega tan lejos. Y empieza a intuir en el discurso de Powell los primeros síntomas de que la Fed bajará el pistón y en 2019, en vez de elevar los tipos tres veces, se quedará en dos. Es decir, detecta que su mensaje cada vez suena más blando -'dovish'-. Esa referencia a que los intereses ya están muy cerca del terreno neutral constata esa impresión.

Como consecuencia, el euro, que el martes cayó bajo los 1,13 dólares, rebota hasta los 1,137 dólares. El oro escala hasta los 1.227 dólares, en tanto que la rentabilidad de los bonos estadounidenses a 10 años permanece en el 3,06%, cuando a comienzos de noviembre superaba el 3,20%. Y la bolsa también celebra ese nuevo tono que vislumbra en la Fed. El Dow Jones, que aguardaba a Powell con tímidas subidas, ha cerrado con una subida del 2,5%.