No estaba siendo un buen año para la banca, que soñaba con un 2018 en el que empezaran a subir los tipos de interés en la Eurozona y se ha encontrado, por un lado, con que el encarecimiento del precio del dinero queda para el tercer o el cuarto trimestre de 2019 y, por otro, con que algunos de sus mercados más relevantes, como Argentina, Brasil o Turquía, atraviesan importantes problemas financieros. Como consecuencia, el sector seguía sufriendo en bolsa. Pero lo de ahora, la marejada que se avecina con la polémica sentencia del Tribunal Supremo sobre quién tiene que pagar los gastos de impuestos en la firma de una hipoteca, alcanza tal magnitud que amenaza con propinar otra herida muy considerable al sector y sus beneficios.

Por ahora, todo sigue en el aire. Porque, primero, el Supremo soltó la 'bomba' el jueves cuando anunció su cambio de criterio, según el cual en adelante los gastos impositivos de las hipotecas corresponderán a los bancos y no a los clientes, pero un día después congeló su aplicación y elevó la cuestión a todo el Pleno de la Sala para que sea el que se pronuncie sobre la confirmación de ese nuevo criterio o el mantenimiento del anterior, con el que los clientes eran los que pagaban. Es decir, que todo está sujeto a revisión.

Bueno, casi todo, porque la polémica ya está esparcida y vuelve a poner en la diana a la banca. Para empezar, añade más incertidumbre a un sector en el que ya abundaba por las dudas sobre la rentabilidad presente y futura de su negocio. Para continuar, porque tras conocer la sentencia de febrero del Supremo sobre esa misma cuestión, en la que dejaba las cosas como estaban, parecía que los litigios sobre las hipotecas habían pasado a un segundo plano y ya no harían falta más provisiones. Y para terminar, porque, aunque resulta imposible manejar cálculos precisos, dado que aún no se sabe si el fallo será retroactivo, podría causar un serio quebranto a las ganancias del sector en España.

De media, el conjunto de las entidades españolas, desde las más grandes hasta las cooperativas de crédito más pequeñas, han ganado 6.000 millones de euros al año en el último lustro por su negocio en España. Es decir, si la `factura¿ de la sentencia del Supremo se mueve entre los 2.000 y los 4.000 millones de euros que manejan los escenarios más prudentes, se llevaría entre un tercio y dos tercios de los beneficios del sector. Y para las que obtienen más ganancias fuera que dentro de España, como el Santander o BBVA, será doloroso, pero para las más pequeñas, las que dependen en exclusiva de su negocio nacional, regional o local, el impacto puede ser brutal.

TODOS EN ROJO

Por todo ello, el mazazo del Supremo acaparará casi en exclusiva todas las miradas en la temporada de presentación de resultados trimestrales que arrancará esta semana. Arrancará Bankinter el 25 de octubre; seguirán Banco Sabadell y CaixaBank el 26 de octubre; el 29 de octubre llegará el turno de Bankia y Unicaja; el 30 de octubre, el de BBVA y Liberbank; y Banco Santander cerrará la temporada el 31 de octubre.

Este desfile arrancará con todos los bancos en `números rojos¿ en 2018. Ni los más resistentes hasta la fecha, como eran CaixaBank o Unicaja, se salvan ya de las pérdidas en el parqué tras el varapalo bursátil que ha sucedido al fallo del Supremo. Tras estos castigos, la caída media de las entidades cotizadas engorda ya hasta el 16% en 2018.

Aunque es eso, una media. Hay casos concretos en los que el saldo que aparece en el marcador de las entidades en el conjunto del año resulta todavía más desolador. Hasta la fecha, Banco Sabadell se deja en bolsa un 29%; BBVA, un 26,8%; Bankia, un 25,4%; Banco Santander, un 24%; Liberbank, un 7,8%; Bankinter, un 6,3%; CaixaBank, un 5,8%; y Unicaja, un 3,7%.

Estas caídas aumentan, a su vez, el descuento con el que las entidades cotizan con respecto a su valor en libros. Solo una entidad, Bankinter, supera este umbral, porque su valor bursátil equivale a 1,5 veces su valor en bolsa, aunque hasta hace dos meses alcanzaba las 1,7 veces. CaixaBank cotiza a 0,9 veces su valor en libros; BBVA, Santander y Bankia, a 0,7 veces; Sabadell y Unicaja, a 0,5 veces; y Liberbank, a 0,4 veces.

Estos múltiplos, si bien han empeorado en las últimas sesiones por las caídas, reflejan que el sector ya venía tocado por las dudas que generan sus márgenes, estrechos por los bajos tipos de interés, la competencia y una actividad que aún se sigue recuperando; su rentabilidad, inferior al costes de capital en la mayoría de los casos; y su capacidad de negocio futura, cuestionada por la llegada de los nuevos competidores tecnológicos.

Todo ello saldrá, de nuevo, en las cuentas que los bancos cotizados presentarán estos días. Aunque la sentencia del Supremo -la anunciada el jueves y la revisión que está pendiente-, la posición de las entidades ante ella, la necesidad de realizar provisiones o no para afrontarla y el impacto potencial que por tanto podría tener en los beneficios acapararán todos los focos.

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