Sudáfrica, la trigésimo segunda economía del mundo con un Producto Interior Bruto (PIB) de 350.000 millones de dólares -unos 305.000 millones de euros-, ha caído en las garras de la recesión. Tras sufrir una contracción del 2,6% para empezar el año, entre abril y junio su economía se ha encogido otro 0,7%, tal como ha publicado este martes la oficina estadística sudafricana, dos trimestres consecutivos que devuelven al país a la recesión nueve años después.

Este anuncio se produce en plena convulsión de varios mercados emergentes, como Argentina y Turquía. Sus problemas se manifiestan de manera evidente en las fuertes depreciaciones de sus respectivas divisas, una tensión de la que Sudáfrica no es ajena.

Sin llegar tan lejos como el peso argentino o la lira turca, que se dejan un 53% y un 43% contra el dólar estadounidense en 2018, el rand sudafricano también está sufriendo. Hasta la fecha acumula una depreciación del 19% contra el 'billete verde'. Este martes se deja un 3%, hasta los 15,3 rands por dólar. 

El retorno a la recesión contrasta con lo que se esperaba este año de Sudáfrica. En julio, el Fondo Monetario Internacional (FMI) preveía un crecimiento para el país del 1,5% en 2018 y del 1,7% en 2019. Aunque, sobre todo, lo que supone es una mala noticia para un país que carga con una elevada tasa de paro. El desempleo en Sudáfrica alcanza el 27%. El país, además, carga un déficit público superior al 4% y un déficit por cuenta corriente del 2,5% del PIB, con lo que la posición de las autoridades es delicada.

Para intentar reactivar el crecimiento, el Banco de la Reserva de Sudáfrica bajó los tipos de interés un cuarto de punto, hasta el 6,5%, en marzo, después de que en 2017 también los bajara del 7% al 6,75%. Ahora, con el rand presionado y la economía en recesión, su labor se complica. Y no es el único caso entre los países emergentes.