Invertia/Agencias

El expresidente del Banco Popular, Emilio Saracho, ha asegurado hoy que en el momento en el que asumió las riendas de la entidad, a principios de 2017, sabía que podía acabar siendo intervenida, y por eso no le sorprende que fuera lo que terminó sucediendo.

A diferencia de su antecesor en el cargo, Saracho no tiene ninguna sensación de satisfacción del deber cumplido, pero no le sorprende que el Banco Popular fuera intervenido y vendido al mejor postor porque, según sus palabras, no es "tan imbécil" como para ignorar que eso podía pasar.

Durante su comparecencia en la comisión del Congreso sobre la crisis, el exbanquero ha insistido en que la situación del Banco Popular era tan crítica que no había nadie preparado para la tarea y él aceptó ser presidente después de que otros candidatos, a su juicio mejor preparados, rechazaran la oferta.

"El propio caos del Banco Popular hizo que asumiera este puesto", ha añadido, y aunque él mismo llegó a sugerir otros candidatos como el presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, o el ex consejero delegado del Santander Ángel Corcóstegui, aceptó por responsabilidad ya que la entidad en 2016 "era el mayor problema de Europa, después de Deutsche Bank". Eso sí, ha considerado que su elección, teniendo en cuenta que era un experto en banca de inversión que venía de JP Morgan, se interpretaría como ponerle "un lazo rojo" o el cartel de "se vende" al Banco Popular.

TRAMPAS EN LAS CUENTAS

Saracho ha criticado que en las cuentas del ejercicio 2016, en las que se basó el folleto para la puesta en marcha de la segunda ampliación de capital, se cambiaron provisiones de una partida a otra para cubrir las exigencias que los inspectores habían requerido a la entidad, incurriendo así en "trampas" y demostrando que hubo una "voluntad de ocultación".

Así lo ha declarado el que fuera presidente de Popular durante 108 días, desde febrero de 2017 hasta su resolución y posterior venta al Santander por un euro en junio del mismo año, en su comparecencia ante la Comisión de investigación de la crisis financiera el rescate bancario y la quiebra de las cajas de ahorro del Congreso, y que dedica una fase específica a investigar la caída de la entidad.

Saracho ha explicado que cuando asumió la presidencia de la entidad quería mejorar las prácticas contables con el objetivo de restablecer el 'modus operandi' que veía "muy casual" y que no le daba la confianza de que estuviera a prueba de crisis. No obstante, ha asegurado que le avisaron sobre los riesgos de realizar ajustes de contabilidad del ejercicio que se acababa de cerrar. "Reformular unas cuentas es igual a desaparición instantánea", ha aseverado.

De esta forma, el procedimiento finalmente se puso en marcha, pero mediante una comisión de auditoría que decidiría si se aceptaba o no. El 2 de abril de 2017 se decidió llevar a cabo una 'reexpresión', que no reformulación. Tras realizarse los diferentes análisis, se anotaron varios ajustes, de los que uno parecía completamente operativo, pero afectaba al ejercicio. Se trataba de una serie de registros contables sobre activos adjudicados.

Por otro lado, se apuntó un ajuste de 123 millones de euros en concepto de provisiones "que sobraban", una cantidad que, aunque Saracho ha tachado de "irrisoria", se trata de una "trampa". Popular fue objeto de una inspección "brutal" que llevó a los responsables de aprobar las cuentas a quitar esa cantidad en las provisiones hechas por la entidad a cubrir las que ahora los inspectores le solicitaban.

"Esto fue desvestir un santo para vestir otro", ha apostillado el banquero. "Se trata de un trampa, punto y final. Quien quiera que haya hecho eso, hizo algo que es ilegal e irregular, y eso está mal", ha sentenciado. En este sentido, Saracho ha subrayado que esto demostraba que había "voluntad de ocultación".

Saracho ha proseguido explicando que en banca, al igual que en la vida, cuando una institución que es considerada "eminentemente honesta y sin corrupción" rompe una línea roja, quiere decir que lo ha podido hacer más veces. "Esta actuación que se llevó en el banco requería de una organización compleja e instrucciones ocultas para hacer algo que estaba expresamente prohibido", ha añadido.

"DESASTRE" DE AMPLIACIÓN DE CAPITAL

Por otro lado, el banquero ha dicho que tras tener una discusión con una persona de la entidad, le admitían que la ampliación de capital había sido un "desastre" porque se le habían colocado acciones a sus clientes, los cuales han perdido mucho dinero y se habían refinanciado acciones.

El problema de las refinanciaciones, a pesar de que Saracho creía que iban a devengar en una "bola de morosidad" al cabo de un año que ascendería a unos 200 millones de euros, finalmente fue que no se llegaron a deducir nunca. "Es como si no hubieses hecho la ampliación de capital a esos efectos", ha indicado.

"Se habían quedado prácticamente sin capital del que habían levantado, porque habían tenido más pérdidas de las esperadas y porque el régimen regulatorio apretó el cinturón el 1 de enero de 2017, que llevó a perder capital a todos los bancos porque los criterios cambiaron", ha relatado.

En este sentido, de la noche a la mañana a Banco Popular le desaparecieron 1.000 millones de euros de capital, que, unido a los 1.000 millones de las pérdidas, provocó que se zampasen la ampliación de capital, según ha descrito.

"Este es el banco queÁngel Ron describía como una maravilla; en las tripas era un desastre. Se trataba de un banco con una crisis abierta de todo tipo: de ratios, de acción, de ratings, de reputación mediática, de política de comunicación, etc.", ha acusado.

LA VENTA AL SANTANDER

Saracho ha señalado que la resolución y la venta al Santander por el simbólico precio de un euro "ha evitado un desastre bíblico", aunque ha reconocido que a un "coste altísimo" para accionistas y bonistas.

En su relato durante las últimas horas del Popular antes de su venta, Saracho ha dicho que la entidad preparó un plan de contingencia para hacer frente a la suspensión de pagos, una vez recibió la negativa de liquidez por parte de las instituciones comunitarias y el Banco de España.

Este plan contemplaba un aviso a todas las delegaciones del Gobierno para garantizar la protección en las sucursales por si, una vez se agotaran los fondos en los cajeros, pudiera haber reacciones violentas. Esta llamada se produciría a la mañana siguiente.

"Este banco estaba condenado. Yo no lo sabía, es posible que (Ángel) Ron tampoco. En el entorno regulatorio en el que estamos, con las debilidades del banco, y las circunstancias, puntuales unas y otras no tanto, este banco no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir", ha manifestado.

Así, ha dicho que, si bien existía un "escenario en el que se podía integrar", ha reconocido que "empeñarse en que realmente tenía otras posibilidades distintas, no es realista". "En la vida hay que aceptar las cosas como son, este banco perdió su independencia mucho antes de lo que cree Ron y perdió su viabilidad mucho antes de lo que pensaban los accionistas que fueron a la ampliación", ha dicho.

"En largos diez años de agonía, perdió toda capacidad de sobrevivir por sus propios medios. Perdió ocasiones absolutamente de oro para alargar su período pero, simplemente, cometió demasiados errores. Y los errores son de los gestores. Míos en mis 108 días y de Ron en el resto", ha apostillado.

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