La 'moneda única' acaba el mes en torno a los 1,17 dólares, un 3,2% por debajo de los 1,208 dólares a los que despidió abril. No perdía tanto valor contra la divisa estadounidense en un único mes desde noviembre de 2016. Es decir, un mes que no fue cualquier mes. Porque aquel noviembre todo estuvo marcado por la victoria del republicano Donald Trump en las elecciones de EEUU, un triunfo que, tras la sorpresa de las primeras horas, dio paso a una euforia que en el caso del dólar le llevó a apreciarse con fuerza esa mes y los siguientes.

Desde entonces, desde aquellos históricos días, el euro no sufría un varapalo mensual mayor. Se suma, además, al 2% que ya se depreció en abril, para confirmar así el brusco viraje que ha dado desde febrero, cuando llegó a cambiarse a 1,255 dólares. La caída desde ese momento se acerca ya al 7%.

DEL DÓLAR AL EURO

La reacción alcista del dólar en los últimos meses ha respondido, fundamentalmente, a lafortaleza de la moneda estadounidense. La posibilidad de que la Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU, acelere la subida de los tipos de interés yejecute cuatro aumentos en 2018, en vez de los tres previstos inicialmente, ha dejado varias consecuencias. Una, el repunte de la rentabilidad de los bonos estadounidenses, con el bono a 10 años superando incluso el 3% por primera vez desde 2014. Otra, la apreciación del dólar. Y la tercera, una ración de caídas considerables en varias de las divisas emergentes precisamente por la sacudida de los bonos estadounidenses y el dólar.

A esta inercia se ha sumado en las últimas semanas la propia debilidad del euro. El regreso de la incertidumbre política a la Eurozona, fundamentalmente en Italia, también ha pasado factura a la 'moneda única', cuyo futuro vuelve a ser puesto en entredicho, esta vez por parte de la tercera economía de la región, la italiana.

A expensas de lo que ocurra con Italia -y en menor medida, por ahora, en España-, la volatilidad del euro será un elemento clave en las futuras decisiones del BCE. Si la entidad presidida por Mario Draghi comenzó el año preocupada por las presiones deflacionistas que un euro tan fuerte provocaba, ahora está inquieto por lo contrario, por las presiones inflacionistas que su depreciación alimentará.