El Banco de Italia ha presentado este martes su Informe Anual de 2017. En otras circunstancias, hubiera pasado más bien desapercibido. Un acto protocolario, más o menos. Pero las ciscurstancias son las que son, y están poniendo a Italia en el epicentro de una tormenta con origen político, consecuencias financieras y una incertidumbre que vuelve del pasado: las dudas sobre el futuro del euro.

Dentro de ese Informe, esas mismas circunstancias elevan la relevancia de las Observaciones finales que realiza el gobernador de la entidad, Ignazio Visco. No tienen desperdicio. "No estamos constreñidos por las normas europeas, sino por la lógica económica", precisa. Se mete de lleno así en el terremoto político que azota el país, con el Movimiento 5 Estrellas y la Liga, sobre todo esta última, culpando a Europa y "los eurócratas" de los males italianos y cuestionando la permanencia de Italia en el euro. Pues Visco discrepa. Nada de eso.

Los males, relata en esas Observaciones, pasan por un país que lleva dos décadas estancado, castigado por una baja productividad; un país partido en dos; un país en el que "la evasión fiscal, la corrupción y el crimen organizado" penalizan a la economía; un país que carga con una deuda pública equivalente al 132% del Producto Interior Bruto (PIB) italiano, que en 2017 alcanzó los 1,7 billones de euros -el de España es de 1,1 billones-.

La deuda. El mal de los males para Visco. "Es la principal fuente de vulnerabilidad para la economía", afirma. "Reducir la ratio de deuda es indispensable", demanda. "Aumentar la deuda significa endosarles a las próximas generaciones lo que no queremos pagar hoy", advierte.

EL RIESGO DE "PERDER LA CONFIANZA"

Visco, sin negar la necesidad de realizar reformas en el proyecto de construcción europea, insiste así en la necesidad de situar bien el foco ahora que aún hay tiempo. Aunque tema que no sea demasiado. "Estamos a unos pocos pasos del riesgo muy serio de perder el activo irreemplazable de la confianza", avisa. O lo que es lo mismo, apela a la responsabilidad de los dirigentes políticos para evitar un daño que puede ser irreparable.

"El destino de Italia es el destino de Europa", sostiene. "Somos parte de un área económica muy larga y profundamente integrada, cuyo desarrollo determina el de Italia y a la vez depende de ello", añade. Y concluye: "Es importante que Italia tenga una voz autorizada en los foros donde el futuro de Europa va a ser decidido". Italia y Europa. Europa e Italia. Juntos. Justo lo que empieza a estar en cuestión. Y ante lo que Visco se subleva.