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El presidente de Argentina, Mauricio Macri, anunció este martes que ha iniciado conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para recibir una "línea de apoyo financiero" por la situación generada en el país, ante la fuerte depreciación del peso frente al dólar en un difícil contexto global.

Siguiendo la inercia de las últimas semanas, el peso ha vuelto a ceder terreno y ha perdido un 2% de su valor contra el dólar, hasta los 22,5 pesos. Sigue así sin reaccionar a las medidas del Gobierno para frenar el desplome, provocando una fuerte incertidumbre en el país.

Entre estas medidas, el Gobierno decidió la pasada semana reducir su objetivo de déficit fiscal del 3,2% al 2,7% y el banco central del país situó los tipos de interés en el 40% tras tres subidas consecutivas en apenas unos días para contener la depreciación del peso. Además, ha empleado ya 6.500 millones de dólares de sus reservas internacionales para intentar contener el hundimiento del peso.

Pero nada está parando la hemorragia, que este martes se ha propagado también a la bolsa argentina. El índice Merval de la Bolsa de Buenos Aires se ha dejado un 3,8%, hasta los 26.453 puntos, y el Merval Argentina Index ha caído un 4,7%, hasta los 24.852 puntos.

EL MAL MENOR

"Hace minutos hablé con Christine Lagarde y nos confirmó que vamos a arrancar hoy mismo a trabajar en un acuerdo y esto nos va a permitir fortalecer este programa de crecimiento y desarrollo, dándonos un mayor respaldo para enfrentar este nuevo escenario global", explicó el presidente argentino en un mensaje grabado y difundido a través de los canales oficiales de la Presidencia.

Macri busca obtener así el dinero suficiente para soportar el trance actual sin acometer medidas aún más drásticas. Es decir, reconoce la dificultad que entraña parar la maquinaria del mercado una vez que se ha puesto en marcha. Y más aún en soledad.

Sólo por sus propios medios, Argentina se expondría a acometer medidas aún más drásticas, como subir todavía más los tipos de interés, consumir más reservas o imponer controles de capitales -'corralitos'-, para intentar detener la depreciación de su moneda. Con un asimétrico agravante: el de ignorar, por un lado, si esta 'munición' sería suficiente y el de tener la certeza, por otro, de que todos esos pasos causarían un duro impacto en la economía del país. Hace unas semanas, el propio Macri pronosticaba un crecimiento próximo al 3% este año, similar al 2,9% de 2017, pero el FMI rebajó ya sus previsiones para Argentina en 2018 del 2,5% al 2%. Es decir, el presidente puede haber optado por el 'mal menor' de volver al FMI para esquivar el 'mal mayor' de una crisis más seria.

Ahora bien, precisamente por el pasado económico reciente de Argentina, este 'mal menor' asusta. Los medios locales empiezan a dar cifras que producen escalofríos y despiertan viejos fantasmas de tiempos pasados. En concreto, el diario Clarín habla de que el préstamo podría ascender a 30.000 millones de dólares.

El movimiento supone, de nuevo, volver a depender del FMI, después de que en enero de 2006 el entonces presidente Néstor Kirschner, anunciase que Argentina cancelaba su deuda de unos 9.800 millones de dólares con el organismo, al que criticó duramente durante todo su mandato acusándole incluso de provocar la crisis financiera de 2002 ('corralito').

 

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