Lo afirma en el informe "Premiar el trabajo, no la riqueza", del que se desprende que el 10 % de los ciudadanos más ricos aglutina más riqueza que el 90 % restante, en concreto un 53,8 %; este sector de la población ha logrado reunir 29 de cada cien euros provenientes de la recuperación, mientras que solo 8 han ido a parar a los que menos tienen.

Entre 2016 y 2017, el 1 % más rico capturó el 40 % de toda la riqueza creada, y fueron cuatro los nuevos multimillonarios españoles que entraron a formar parte de la lista creada por la revista Forbes, donde figuran ya 25.

Además, la participación en la renta nacional de los más desfavorecidos ha disminuido un 17 %, frente al 5 % que han conseguido incrementar los que más tienen -cifra que se eleva al 9 % en el caso del 1 % más rico-.

España, con una tasa de pobreza del 22,3 % y 10,2 millones de personas con una renta por debajo de este umbral, es el tercer país con mayores disparidades de la Unión Europea, solo por detrás de Rumanía y Bulgaria, y empatado con Lituania, y es además donde más ha crecido la desigualdad desde 2007.

Pese a la mejora de la economía, la remuneración de los trabajadores está lejos de recuperar los niveles de 2009, y mientras la productividad por hora trabajada ha aumentado un 6 % desde 2012, el coste salarial por cada una apenas ha aumentado un 0,6 %, es decir, diez veces menos.

De la misma forma, los beneficios empresariales se dispararon un 200,7 %, manteniendo así la tendencia alcista que iniciaron en 2013, mientras que el coste laboral por trabajador apenas varió un 0,1 %.

Pero ese abismo también se reproduce entre trabajadores: un empleado promedio en España debería trabajar más de 29 años para lograr el mismo salario que obtienen en un año quienes se sitúan en el tramo más alto, y si se trata de alguien que percibe el mínimo interprofesional, debería hacerlo durante 71 años.

En el caso de las empresas del IBEX, los 84 años que necesitaba trabajar un empleado medio para igualar el salario anual del primer ejecutivo de la compañía aumentaron en 2016 a 112 años.

También los jóvenes que acceden al mercado laboral han tenido que ver cómo su sueldo anual es un 33 % inferior respecto al de 2008 y cómo los contratos a tiempo parcial para ellos han crecido tres veces más rápido que para el resto, un 54 % frente al 16 %, respectivamente.

Sin embargo, son las mujeres las que se encuentran en mayor proporción en vulnerabilidad laboral, ya que suponen el 58 % de las personas que están en esta situación.

Y no solo: siete de cada diez personas que reciben los salarios más bajos son mujeres -que solo representan el 34,5 % de las personas que más ganan- y, dentro de este mismo grupo, cobran hasta un 14 % menos que los hombres -un 4,5 % menos en el tramo de los salarios más elevados-.

Asimismo, están apareciendo "nuevas fórmulas de desigualdad salarial" como las empresas multiservicio, que emplean a más de 60.000 personas que cobran entre 5.800 y 8.400 euros anuales menos que las acogidas al convenio colectivo sectorial, y ello pese a que trabajan, de promedio, 100 horas más.

El sistema fiscal también contribuye a generar desigualdad, entre otras razones porque son los asalariados los que soportan mayormente el sistema: mientras que el 83% de la recaudación fiscal en 2016 provino del IVA, el IRPF y "otros impuestos pagados fundamentalmente por familias, el de sociedades aportó el 12 % de la recaudación".

Tampoco es equitativo, añade Intermon, cómo se gasta el dinero recaudado: 2 de cada 10 euros de transferencias públicas se dirigieron al 10 % más rico de la población. EFECOM

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