Las familias españolas al cierre del tercer trimestre del año manejábamos dinero en efectivo por valor de 61.458 millones de euros. Dinero que viene de sumar todo lo que llevamos en nuestras carteras y bolsillos o lo que tenemos en casa para una emergencia. Con ese dinero pagamos el café, la entrada al cine o las sardinas en la pescadería. Pero cada vez se usa menos.

La tendencia a la desaparición del dinero físico (billetes y monedas) va a un buen ritmo. Con los datos ofrecidos por el Banco de España en sus estadísticas publicadas esta misma semana, al cierre de 2009 el efectivo que manejábamos las familias se situaba en 91.809 millones de euros y a un trimestre para cerrar 2017, la cifra es de 61.458 millones de euros, lo que supone que se ha esfumado una tercera parte en favor de los pagos por tarjeta, transferencias y con el uso también de los cajeros automáticos.

Aquí no hay movimientos de ida y vuelta, sino que la tendencia a la reducción del efectivo persiste de forma clara, año a año y trimestre a trimestre. En 2011 se la perdió la cuota de los 90.000 milones, en 2014 la de los 80.000 millones y en 2016 la de 70.000 millones y de mantenerse este ritmo seguramente en este primer trimestre de 2018 liquidemos la de los 60.000 millones de euros de efectivo.

La tarjeta de crédito y ahora también el teléfono móvil que hace las mismas funciones, son responsables de este menor apego al dinero contante y sonante. Y esto también se trasluce en las estadísticas del Banco de España. En 2009, las llamadas operaciones de compra en terminales de punto de venta ascendían a 91.000 millones de euros y en 2016 cerraron en 124.000 millones, cifra que se superará al conocerse los datos de 2017. Prácticamente, los españoles pagamos ahora con tarjetas de crédito durante un trimestre, lo mismo que en todo 2002.

También el uso de cajeros automáticos hace que sea menos necesario el efectivo en los bolsillos y su evolución también es destacable, con un crecimiento, eso sí, mucho menor que el pago con tarjeta en tiendas.

HACIENDA Y EL METRO DE MADRID

Una tendencia que, además, empieza a ser impuesta por algunas instituciones públicas. Por ejemplo, el Metro de Madrid ya no permite la compra de billetes sencillos, sino que obliga a hacer mediante recarga de una tarjeta. Una tarjeta del consorcio de transportes que se puede recargar también con la tarjeta bancaria. Medidas que van encaminadas a la desaparición del efectivo y que luego se reflejan en estas gigantescas cifras macroeconómicas.

También se han ido estableciendo una serie de medidas fiscales que limitan los pagos en efectivo con el objetivo de evitar el blanqueo de capitales. ¿En particular se establece que no podrán pagarse en efectivo las operaciones, en las que alguna de las partes intervinientes actúe en calidad de empresario o profesional, con un importe igual o superior a 2.500 euros o su contravalor en moneda extranjera. No obstante, el citado importe será de 15.000 euros o su contravalor en moneda extranjera cuando el pagador sea una persona física que justifique que no tiene su domicilio fiscal en España y no actúe en calidad de empresario o profesional¿, se expone en la web de la Agencia Tributaria.