Nunca hay tranquilidad en el grupo Prisa. Solo han pasado solo cuatro meses del último acuerdo alcanzado entre sus accionistas para cesar las hostilidades y parece que las cosas vuelven a complicarse. La parálisis financiera en la que se ha sumido la compañía en medio de la crisis de la Covid, un retroceso importante de sus ingresos y sus mínimos históricos en bolsa amenazan con generar nuevas disputas.

Las fuentes consultadas por Invertia indican que el descontento ha vuelto a Amber Capital -accionista mayoritario con el 29% del grupo- tras constatar los nulos avances que se han hecho en uno de los grandes proyectos de la compañía para este año: la escisión societaria de Santillana del negocio de medios de comunicación del grupo, lo que le permitiría rentabilizar su negocio editorial.

La separación de la compañía en dos sociedades independientes fue quizás el principal acuerdo de la junta de accionistas de junio, en la que los socios de la compañía firmaron la paz y garantizaron que el presidente Javier Monzón siguiera al mando de Prisa, pese a las fuertes presiones de Amber para apartarle del cargo.

Separar orgánicamente Santillana del grupo Prisa es una histórica demanda del fondo dirigido por Joseph Oughourlian. El objetivo de este acuerdo es que se active la creación de dos negocios totalmente independientes. Esto se traduciría en que Prisa cree dos sociedades: Santillana y los negocios de medios, compañías que solo tendrán en común la propiedad de Prisa como accionista mayoritario.

Los beneficios de esta operación financiera son evidentes en un momento en el que Prisa atraviesa por una delicada situación financiera. Santillana es una sociedad que prácticamente no tiene deuda y que factura el 75% de todos los ingresos del grupo, un caramelo para cualquier inversor. Del mismo modo, una Santillana en solitario tendrá más fácil buscar financiación, emprender una eventual salida a bolsa y pactar acuerdos con futuros socios o inversores.

Refinanciación

Pero las fuentes consultadas indican que no se ha avanzado prácticamente nada en este objetivo. La justificación es que la Covid lo ha paralizado todo, pero realmente -dicen desde Amber- solo estamos hablando de un procedimiento administrativo y financiero que no debería tener ningún freno en el actual contexto económico.

Desde Amber también denuncian una evidente parálisis financiera. Una situación sorprendente es que a mediados de octubre sigan sin presentarse los resultados semestrales. En Prisa indican que simplemente están agotando los nuevos plazos que ofrece la situación de emergencia y que saldrán en los próximos días.

Del mismo modo, tampoco hay noticias de la refinanciación. En junio, BNP Paribas, HSBC y algunos fondos como CVC prometieron mejores condiciones de refinanciación de la deuda para Prisa, que llega a 1.500 millones. Estas entidades pidieron paz y estabilidad accionarial para refinanciar con nuevas condiciones y aceleraron el pacto entre todos los accionistas para mantener a Monzón en el cargo.

Prisa debe realizar dos amortizaciones parciales y obligatorias de deuda el 31 de diciembre de 2020 y 2021 por importes de 15 y 25 millones de euros, respectivamente. Y debe pagar el grueso de la deuda en noviembre de 2022. En septiembre se contrató a Lazard para poner en marcha la refinanciación y allanar el spin off, pero tampoco hay noticias al respecto, según indican desde el entorno de Amber.

Una situación que impide también avanzar en la tercera vía planteada por algunos accionistas. Un grupo importante se planteó antes del verano la posibilidad de realizar una nueva ampliación de capital en la compañía para afrontar el calendario de pagos de su deuda bancaria.

¿Ruido de sables?

La posibilidad estuvo sobre la mesa aunque, por el momento, no hay unanimidad entre las facciones del consejo de Prisa. El desplome de los mercados internacionales por culpa del coronavirus y la falta de interesados para entrar en el grupo como inversores industriales, y no como fondos especulativos, frenó cualquier intento de ir a más.

Una situación global que no es buena. La acción de la compañía sigue en mínimos históricos (cerró el viernes en 0,54 euros), con una valoración en bolsa por los suelos de 380 millones y una caída en lo que va del año del 62%.

Una crisis que hace que los fondos oportunistas comienzan a tomar posiciones -la gestora Melqart subió su participación hasta el 4,1%- y otros escuchan ofertas, como Telefónica que está abierta a vender si llega una buena oferta.

Del mismo modo, los ingresos del primer semestre no serán buenos y reflejarán un importante retroceso por la Covid. Asimismo, los del tercer trimestre no están mejorando como se esperaba.

Ante todo este panorama ¿puede haber un nuevo ruido de sables?. Las fuentes consultadas indican que, por el momento, es probable que la sangre no llegue al río, pero no descartan que si las promesas contraídas por Monzón en junio siguen sin cumplirse, podrían retomarse las hostilidades a partir de 2021.

Noticias relacionadas