Las playas españolas volverán a tener veraneantes este verano, pero ni mucho menos estarán abarrotadas como otros años. El borrador del protocolo elaborado por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE) establece una serie de recomendaciones como el control de acceso a la playa o la delimitación de determinadas zonas.

Así, la zona de hamacas y sombrillas deberá delimitarse (por ejemplo, a través de balizas, cintas, indicaciones) estableciéndose un control en la asignación de las mismas, de forma que se pueda asegurar, previo a su uso, que el equipamiento ha sido debidamente limpiado y desinfectado. Las hamacas y sombrillas se distribuirán dentro de la zona delimitada, de manera que se asegure la distancia de seguridad entre los usuarios de este servicio. 

Con relación a la capacidad de la playa, “el ente gestor (ayuntamientos, por norma general) debe estimar la capacidad de la playa, teniendo en cuenta al menos las características de la misma y el uso de sus espacios”, dice el borrador que aún está pendiente de validación por Sanidad. 

Jóvenes disfrutan de la playa en Barcelona. Nacho Doce Reuters

En cualquier caso, la capacidad debe determinarse no sólo teniendo en cuenta no sólo el número de usuarios (por ejemplo en grupo, individuales) y la afluencia de los mismos, sino también el tipo de actividades que se puedan realizar o servicios de lo que puedan hacer uso, así como la localización de estos últimos. Además, el ente gestor debe determinar el número máximo de personas que podrán conformar un grupo. 

Cabe recordar que la fase 2 de desescalada permite el acceso a las playas de la misma provincia, isla o unidad territorial de referencia establecida en el plan. En la playa está permitida la práctica de actividades deportivas, profesionales o de recreo, siempre que se puedan desarrollar individualmente y sin contacto físico, permitiendo mantener una distancia mínima de dos metros entre los participantes.

Controles

Una vez determinada la capacidad, el ente gestor puede optar por diferentes formas para controlar la capacidad de carga de la playa y podrá optar por implementar control de accesos, organizar las entradas y salidas para evitar cuellos de botella o aglomeraciones, y siempre determinar cómo se va a informar al usuario de que a capacidad máxima de la playa se ha alcanzado.

Esto, según el borrador, se podrá hacer con cartelería tradicional, recursos humanos o aplicaciones tecnológicas que permitan a la gente tener la información antes de desplazarse hasta la propia playa. 

También deberá disponer de un plan de seguridad que responda a la evaluación de riesgos que se haya hecho en este entorno de la necesidad de prevención de contagio del Covid-19. Este plan también considerar cómo se asegura que los usuarios en primera línea de playa (las personas dispuestas en la primera fila respecto al mar) guarden la distancia de seguridad respecto a los usuarios que estén en la orilla paseando o entrando a disfrutar de un baño. 

Acceso a la playa

En los accesos, o incluso antes de la llegada, siempre se informará a los usuarios de las medidas de prevención a aplicar por los usuarios en la playa, la capacidad estimada de la misma y, si las hubiere, restricciones o limitaciones en los servicios. 

También, con relación a la accesibilidad, hay que informar si se presta el servicio de baño asistido y, en este caso, “ se realizará  siempre que se cuenta con los EPIS necesarios o con los medios mecánicos que permitan la protección del personal que lo presta.  

Con relación a las áreas de juego infantiles, las áreas deportivas y otras zonas de esparcimiento, que no sean objeto de servicios comerciales (concesiones) sino responsabilidad directa del ente gestor, serán habilitadas para su uso en función de las disposiciones generales que emitan las autoridades competentes, y siempre cumpliendo con las medidas de seguridad sanitarias.

A la espera de Sanidad

En definitiva, el protocolo establece una serie de medidas generales para la playa, entre las que destacan planificar las tareas y procesos de trabajo de tal forma que se garantice la distancia de seguridad establecida por las autoridades sanitarias; la disposición de los puestos de trabajo, la organización de la disposición de usuarios y trabajadores, y la distribución de espacios en la playa debe adaptarse, si fuera necesario. En caso de imposibilidad se tomarán medidas alternativas para evitar el riesgo de contagio por contacto.

Una vez son avalados por Sanidad, estos protocolos inician una transición hasta su conversión en Especificaciones Técnicas UNE, proceso que se espera poder culminar a lo largo de este mes gracias a la colaboración de la Asociación Española de Normalización (UNE). 

Posteriormente se continuará con el proceso de internacionalización y se presentarán en las reuniones del Comité ISO/TC228 de Turismo y Servicios Relacionados que tendrán lugar en la primera quincena de julio, para debatirlas en los diferentes grupos de trabajo con el objetivo de que sean referencia a nivel mundial. 

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