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El gigante eólico danés Ørsted ha emprendido acciones legales contra la administración del presidente estadounidense Donald Trump en un esfuerzo por reiniciar el trabajo en un proyecto eólico marino casi terminado que el gobierno estadounidense detuvo el mes pasado.

La atribulada empresa danesa de energía renovable está buscando una orden judicial que le permita finalizar su proyecto Revolution Wind de 1.500 millones de dólares (1.300 millones de euros), que estaba destinado a suministrar energía suficiente para 350.000 hogares en el noreste de Estados Unidos.

Pero la decisión de Estados Unidos de detener el desarrollo, impulsada por el profundo escepticismo de Trump sobre la energía eólica, ha afectado el negocio de Ørsted y ha enviado sus acciones a mínimos históricos.

Ørsted dijo en la presentación judicial del jueves que la orden de suspensión de trabajos era “arbitraria y caprichosa” después de que la empresa y sus socios habían gastado miles de millones de dólares en aprobaciones.

Se trata de una de una serie de órdenes emitidas por la administración Trump destinadas a bloquear nuevos proyectos eólicos marinos, que el presidente ha descrito como la “estafa del siglo”.

La demanda de Ørsted llega un día antes de que la compañía celebre una junta de accionistas de emergencia en Copenhague destinada a aprobar una emisión de derechos de 60 mil millones de coronas danesas (8 mil millones de euros) para fortalecer su balance.

Las acciones de Ørsted cayeron un 38% este año.

Posible fusión con Equinor

El estado danés y Equinor, los dos mayores accionistas de Ørsted con participaciones del 50 y el 10% respectivamente, han respaldado la emisión de derechos, al igual que el fondo petrolero de 2 billones de dólares de Noruega, que posee el 3%.

Y según publica Energywatch, Equinor no descarta la fusión con Ørsted. Los analistas ven varios modelos de cooperación entre las dos compañías, incluidas fusiones parciales de activos, empresas conjuntas o alianzas estratégicas, por ejemplo, en EEUU.

Equinor demandó a la administración Trump por una orden de suspensión de obras en su propio proyecto Empire Wind. Posteriormente, retiró la demanda después de que Estados Unidos levantara la orden cuando el gobernador de Nueva York autorizó una mayor capacidad de gasoductos.

Noruega realizó una gran ofensiva diplomática sobre este asunto, incluyendo la intervención de Jens Stoltenberg, exjefe de la OTAN que ahora es ministro de finanzas del país.

Pero Dinamarca está más expuesta porque ya se encuentra en un importante enfrentamiento diplomático con Estados Unidos por la insistencia de Trump en que puede obtener el control de la isla ártica de Groenlandia desde Copenhague.

Mientras los ejecutivos de Ørsted y los funcionarios daneses han tratado de determinar qué podría requerir Trump para reiniciar Revolution Wind, que ya está completo en un 80%, ellos y la industria en general están cada vez más temerosos de que la administración estadounidense esté lista para intensificar sus ataques.

Documentos judiciales emitidos en Estados Unidos en las últimas semanas muestran que la administración está trabajando para retirar permisos a al menos dos proyectos de parques eólicos frente a la costa de Massachusetts.

Se trata de SouthCoast Wind, desarrollado por las francesas Engie y EDP Renewables, y los proyectos New England Wind 1 y 2, desarrollados por Avangrid, filial de la española Iberdrola.

Ørsted tiene un segundo proyecto inacabado en EEUU., Sunrise Wind, y algunos inversores temen que también se convierta en un objetivo. El grupo danés posee una participación del 50 % en Revolution Wind; el resto pertenece a una unidad de BlackRock, pero posee el 100 % de Sunrise, y sus dificultades para vender dicha participación son las que llevaron a la emisión de derechos.