El sector eólico se encuentra en medio de una tormenta en Estados Unidos. Tras la orden de Donald Trump de detener el proyecto marino Revolution Wind de 704 megavatios (MW) de la danesa Orsted, la Administración estadounidense apunta ahora a revocar un permiso clave para otro parque.
Se trata de un proyecto en Maryland de 2.200 MW, impulsado por la compañía US Wind, propiedad de fondos gestionados por Apollo Global Management y una filial de la italiana Toto Holding.
Abogados del Departamento de Justicia han informado a un tribunal de Delaware que el Departamento del Interior tomaría medidas para anular el plan de construcción y operación de este parque antes del 12 de septiembre.
Una advertencia que se produce, además, tras un aviso emitido en julio por la Agencia de Protección Ambiental, en el que señalaba que Maryland había identificado un “proceso de apelaciones incorrecto” en la aprobación del parque eólico el pasado mes de junio.
El bloqueo del proyecto de Orsted, que ya estaba completado al 80%, y la incertidumbre que enfrenta el sector con la amenaza de nuevas revocaciones de licencias han hecho sonar las alarmas en el sector eólico europeo.
"La única forma de frenar el crecimiento mundial de las energías renovables es mediante intervenciones políticas. Dichas intervenciones van en contra de la lógica económica", advierten desde WindEurope, la patronal eólica europea, a EL ESPAÑOL-Invertia.
En este sentido, recuerdan que "los nuevos parques eólicos generan electricidad a un coste inferior al de las nuevas centrales eléctricas fósiles o nucleares" y "superan a los combustibles fósiles en cuanto a escala".
Para Kiko Maza, consultor experto en renovables y CEO WeMake Consultores, la consecuencia inmediata de las últimas decisiones de la administración estadounidense "es el perjuicio económico para los promotores, Orsted entre ellos, que ya se ha reflejado en su valor bursátil".
Las acciones del gigante europeo se desplomaron hasta un 19% el lunes, para negociarse en mínimos históricos en la Bolsa de Copenhague, después de que se conociese el bloqueo. Los títulos de Orsted todavía no se han recuperado y arrastran una caída del 12%.
Según Maza, paralizar un proyecto que ya está construido en un 80% "es algo inédito" y que "sólo se entiende en el contexto de la cruzada anti-eólica de Trump".
Eso sí, el bloqueo a los proyectos eólicos marinos no es nuevo en 2025. Sonado fue el caso de Empire Wind, el macroproyecto de la noruega Equinor frente a las costas de Nueva York. Durante meses quedó atrapado en un laberinto de trámites federales que paralizaron su avance.
Finalmente, tras intensas negociaciones, logró reanudarse y sigue adelante en su fase de construcción.
Más allá del perjuicio económico a los promotores, "Trump quiere dejar claro su rechazo frontal a la eólica marina y este tipo de medidas son obstáculos para el desarrollo normal de un proyecto, creando una inseguridad para el inversor que impide nuevas inversiones e incluso pone en riesgo inversiones ya realizadas", explica el CEO de WeMake Consultores.
La cruzada del presidente estadounidense contra la tecnología eólica marina viene de lejos. En sus primeras semanas en la Casa Blanca, Trump emitió una orden para pausar los nuevos arrendamientos y permisos federales de proyectos eólicos marinos.
Pero sus críticas públicas a estas instalaciones se remontan a más de una década atrás, cuando intentó, sin éxito, impedir la construcción de un parque eólico marino frente a uno de sus campos de golf en Escocia. En sus propias palabras, estas instalaciones "ensucian" y son como "basura en un campo".
Una crisis occidental
La eólica marina atraviesa un momento crítico a ambos lados del Atlántico. Si en Estados Unidos la Administración Trump ha golpeado al sector con bloqueos y amenazas de revocación de permisos, en Europa la tecnología enfrenta su propia tormenta, marcada por subastas que fracasan una tras otra.
El último ejemplo ha llegado desde Alemania. El país ofrecía en su segunda subasta de 2025 dos emplazamientos en el mar del Norte con una capacidad total de 2,5 GW. Ambos estaban predesarrollados y listos para recibir ofertas. Sin embargo, ni un solo promotor se presentó.
Se trata de un fracaso sonado que pone en cuestión el diseño del esquema alemán y refleja las dificultades crecientes para levantar nuevos parques en el continente.
No es un caso aislado. Por ejemplo, en Dinamarca, una subasta de 3 GW celebrada en diciembre de 2024 se cerró en blanco: ninguna compañía quiso pujar bajo las condiciones impuestas.
En el Reino Unido, la quinta ronda de contratos por diferencia (CfD) en 2023 tampoco atrajo propuestas, esta vez porque el precio máximo fijado por el Gobierno era insuficiente para cubrir los costes reales de construcción en un contexto de inflación y encarecimiento de materiales.
La sucesión de fiascos revela un patrón: el modelo actual de subastas está dejando de ser atractivo. Para Kiko Maza, quizás no sea una crisis global del sector, pero sí occidental.
"Mientras China avanza a toda máquina, es verdad que el mercado de EEUU ha sido arrasado por la Administración Trump y en Europa el problema está en el diseño actual de las subastas", reconoce el experto.
Para Maza, es necesario repensar el modelo de subastas. "Ahora son herramientas de recaudación del Estado, aprovechando una situación de sobredemanda, pero en el actual escenario de escasez de promotores deberían orientarse a garantizar la viabilidad de los proyectos y a remunerar de forma justa una energía limpia y autóctona", advierte.
WindEurope recuerda que la mayoría de los países europeos ha introducido contratos por diferencia bilaterales como mecanismo de estabilización de ingresos para el desarrollo de la energía eólica marina.
Estos contratos "implican menores costes de financiación y mayor visibilidad sobre los ingresos futuros". "Dinamarca fue el último país en cambiar su marco de subastas a contratos por diferencia después de que su licitación de 3 GW de energía eólica marina con puja negativa no atrajera ninguna oferta el pasado diciembre, similar a lo que ocurrió ahora en Alemania", defendió recientemente en un comunicado.
