Valencia

El estudio sobre el modelo de gestión del agua en España encargado por Facsa a la consultora de asuntos públicos Red2Red arroja una diferencia muy clara al comparar los diferentes países europeos. Los que cobran más cara el agua, invierten más en infraestructuras para optimizar este recurso escaso. Y al contrario. Como le ocurre a España, los estados que la ofrecen más barata son los que menos destinan a mejoras.

La conclusión es evidente: al no afrontar el coste político de encarecer el agua -se evita pese a que la normativa europea obliga a que el precio cubra la totalidad de los costes- las administraciones españolas renuncian a la inversión necesaria para mejorar su red y construir nuevas infraestructuras. Todo ello con la circunstancia agravante de que España es el tercer país con mayor estrés hídrico del Viejo Continente, por detrás de Malta y Bélgica.

Así lo reseñan a EL ESPAÑOL-Invertia José Claramonte, director general de Facsa, y Gema Carmona, consultora de Red2Red. Ambos atendieron a este periódico para desglosar los aspectos más reseñables del estudio presentado este jueves.

[España tiene el mayor estrés hídrico de Europa junto a Malta y Bélgica y una baja eficiencia en la gestión de agua]

La compañía castellonense ha impulsado este trabajo con motivo de su 150 aniversario, y los resultados llegan, precisamente, en unas semanas en las que el estrés hídrico de España ya está afectando al suministro en provincias como Girona o Málaga.

El documento revela que España cuenta con una de las tarifas de agua más bajas de la Unión Europea. Es el séptimo país por la cola, con un precio medio del agua potable de 2,3 euros el metro cúbico.

Se trata de "una situación similar, en lo que tiene que ver con inversión por habitante, solo por encima de Chipre y Eslovenia, mientras que en longitud de red, nuestro país solo se encuentra por encima de países como Rumanía, Malta y Estonia".

Países mejor valorados por su gestión del agua, comparados con España.

La longitud de red de abastecimiento es de 5,3 metros por habitante, y la de la red de saneamiento, de 4,2 metros por habitante.

Otro dato que deja en mal lugar al país en el informe es el de las pérdidas en la distribución de agua, que alcanzan en España el 23% de media.

Los datos contrastan sobremanera con los países que mejor aparecen en el listado: Países Bajos, Finlandia, Francia, Dinamarca, Bélgica, Austria, Luxemburgo y Suecia.

En Dinamarca el agua cuesta de media 9,3 euros el metro cúbico. En Suecia, 4,5. En Francia, 4,1. Y en todos estos países, como se aprecia en la tabla, la inversión en infraestructuras es muy superior y, las pérdidas de agua, muy inferiores.

Por ello, Claramonte y Carmona, tal y como refleja el informe, alertan sobre "la necesidad de generar una estructura tarifaria única, que sea homogénea para todo el territorio nacional y que recoja los costes de operación y la amortización de las inversiones".

Los precios mencionados son medias que oscilan muchísimo según el municipio, según subrayan. La potestad municipal y la presión sobre los dirigentes locales, carentes de una referencia estatal para fijar los precios, los ha mantenido bajos pese a la obligatoriedad de que cubran la totalidad del servicio.

Los expertos entrevistados, sin embargo, consideran que las situaciones que se están experimentando en Cataluña o Andalucía brindan una oportunidad política para abordar esta cuestión, puesto que ha concienciado a los consumidores sobre la escasez.

El estudio, en esta línea, subraya que España "debe incorporar ya un ente regulador del ciclo urbano". Y propone también "la creación de un Fondo Nacional del Agua que facilite la inversión de infraestructuras, en línea con la colaboración público-privada".

Los impulsores de este trabajo consideran que la mejor fórmula para acometer las grandes obras pendientes (creación de nuevas depuradoras o desaladoras, así como la mejora de las conducciones existentes para evitar pérdidas) es confiar en las empresas especializadas en el ciclo integral del agua para que acometan la inversión y la recuperen mediante la gestión del servicio.

José Claramonte, director general de Facsa, y Gema Carmona, consultora de Red2Red. EE

El documento presentado este jueves alerta de que España, junto a Malta y Bélgica, tiene el mayor estrés hídrico de toda la Unión Europea. Y que, pese a tal circunstancia, "la eficiencia en su gestión es relativamente baja".

"El objetivo es adecuar cuanto antes nuestro modelo a través de una gestión apropiada de la demanda y el suministro que apoye a una planificación hidrológica basada en la solidaridad entre territorios. También por la escasez de infraestructuras y la necesidad de renovar las actuales, mejorar su eficiencia, así como apostar claramente por la innovación y la digitalización", insiste el trabajo.

El informe parte de una "situación clara". España tiene una capacidad de embalse de 56.000 hectómetros cúbicos, lo que supone que en estos momentos (a fecha de febrero de 2024) el volumen de agua embalsada apenas llega al 50,13%. En esta situación, el estrés hídrico (relación entre agua dulce extraída y disponibilidad de recurso) alcanza el 42%, "lo que hace que nuestro país se sitúe en el tercer puesto del ranking de la UE por detrás de Malta y Bélgica", según precisa el documento.

Por el contrario, Portugal se encuentra en el otro lado de la clasificación con una ratio del 12%. "Se trata de un caso paradigmático, ya que también está afrontando una situación similar en materia de sequía. De hecho, el Gobierno luso acaba de aprobar un plan de contingencia que va a afectar a la agricultura y al consumo doméstico en la región del Algarve", manifiesta el informe.

Consumo elevado

El estudio subraya que, pese a tales circunstancias, la gestión de este bien escaso es muy mejorable en España. "A pesar de ser uno de los países con mayor estrés hídrico en Europa, su consumo de agua es extraordinariamente elevado y la eficiencia en su gestión es relativamente baja", manifiesta.

"Según la FAO, la productividad por litro de agua está en el entorno del 60% del promedio europeo. En España, el 68% del agua extraída se destina a la agricultura, mientras que el promedio de la Unión Europea se sitúa en el 28% (datos de Eurostat, 2019)", agrega.

"España, a pesar de ser uno de los países con mayor estrés hídrico de la UE, presenta una creciente demanda de agua. Sobre todo, debido a la transformación del cultivo de secano a regadío", manifestó al respecto Claramonte.

Por este motivo, "es urgente invertir en infraestructuras para el ciclo integral del agua y renovar las ya existentes, dotándolas de mayor eficiencia. También lo es invertir en aquellas que permitan incrementar la oferta del agua mediante usos no convencionales, como la reutilización o la desalación, y que disminuyan al mismo tiempo el impacto de la escasez de agua dulce como un recurso convencional".

José Claramonte, director general de Facsa, durante la presentación del informe. EE

"Especialmente, en un escenario complejo donde ya vemos los efectos del cambio climático añadido a los incrementos poblacionales y al aumento de la superficie de cultivos. Sin este avance, el sistema de gestión del agua en España será insostenible", concluyo el dirigente.

El informe también analiza los diferentes usos del agua. "El mayor porcentaje del consumo corresponde con el sector agrario (80%), seguido del doméstico, con un 15,5%", precisa. En el entorno urbano, por su parte, el estudio detecta una disminución en la disponibilidad del agua desde 2005.

"Mientras que el tratamiento y la reutilización de aguas residuales se han mantenido estables, con un aumento considerable incluso hasta 2004, las pérdidas han disminuido en el abastecimiento urbano, situándose en el 15,4% en 2020. La inversión pública destinada al transporte, depuración o abastecimiento de agua se ha situado en niveles un 50% inferiores a los reflejados en el año 2010", destaca.