La crisis energética que afecta con particular intensidad a Europa tras la invasión rusa de Ucrania y las sanciones impuestas al gigante euroasiático no será temporal, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Son palabras poco halagüeñas a las que añade que su impacto será amplio y permanente, y, además, el invierno de 2023 "probablemente será peor".

"La crisis energética, especialmente en Europa, no es un shock transitorio", subraya el Fondo en su informe 'Perspectiva Económica Mundial', donde advierte de que la realineación geopolítica de los suministros energéticos tras la guerra de Ucrania "es amplia y permanente".

De esta manera, el FMI asume que, si bien el invierno de 2022 será un reto para Europa, "el invierno de 2023 probablemente será peor", por lo que recomienda a las autoridades fiscales de la región planificar y coordinarse en consecuencia.

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Señales de precio

En este sentido, según la institución internacional, las señales de precios resultan esenciales para ayudar a frenar la demanda y estimular la oferta, por lo que advierte de que los controles de precios, los subsidios no focalizados o las prohibiciones de exportación son fiscalmente costosos y conducen a un exceso de demanda, escasez de oferta, mala asignación, racionamiento y primas del mercado negro.

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"La historia nos enseña que rara vez funcionan", defiende el FMI, para el que, en cambio, la política fiscal debería apuntar a la protección de los más vulnerables a través de medidas específicas y transferencias temporales.

"Si no se puede evitar cierto apoyo fiscal agregado, especialmente en los países más afectados por la crisis energética, es importante integrar la política en un marco fiscal creíble a medio plazo", apunta.

Por otro lado, el FMI señala que las crisis energética y alimentaria, junto con las temperaturas extremas del pasado verano, "nos recuerdan cómo sería una transición climática descontrolada" por lo que insta a la acción para implementar políticas que eviten un cambio climático catastrófico.