Banco Santander no está dispuesto a seguir con la piedra en el zapato en la que se ha convertido Reino Unido para el conjunto de su negocio. Tras cuatro años de caídas consecutivas del beneficio en la región (2016, 2017, 2018 y 2019), la entidad lleva meses ajustando su cúpula y su estrategia, que esta semana puede rematar con el fichaje de William Vereker como presidente de la entidad, un cargo de carácter más institucional pero que evidencia la apuesta de la entidad por reformular sus planes no solo en Reino Unido, sino en toda Europa.

De hecho, el futuro nombramiento, que adelantaba este martes el 'Financial Times' y que desde Banco Santander no han querido confirmar aún, se produce apenas un mes después de que el banco cántabro anunciase que desde el próximo 1 de septiembre, António Simões será el nuevo responsable regional de Europa, donde la entidad pretende unos ahorros de costes de 1.000 millones de euros a medio plazo.

Al igual que en Europa, el Banco de Inglaterra no se lo ha puesto nada fácil al sector, con tipos de interés también en mínimos que han golpeado el negocio tradicional y que se suman a la constante presión competitiva del mercado hipotecario, por no hablar del impacto del Brexit en su economía y en la propia operativa diaria de la filial del Santander.

En el primer trimestre del año, el beneficio ordinario del Santander UK fue de apenas 188 millones de euros, un 27% menos que en el mismo periodo de 2019, ampliando una tendencia negativa que se ha repetido en los últimos cuatro años pues, desde 2015, la filial del Grupo no ha visto incrementar sus beneficios ni un solo ejercicio.

Según el histórico de sus cuentas, aquel año logró 1.971 millones de euros, un 26% más que en 2014. A partir de ahí, cuesta abajo y sin frenos. En 2016 Santander UK ganó 1.681 millones; en 2017, 1.418 millones; en 2018, 1.362 millones y, el pasado año, 1.077 millones de euros. Es decir, en este espacio de cuatro años el banco ha visto como su beneficio caía casi a la mitad. En concreto, un 45,3%.

Cambio regulatorio

Es cierto que las cifras no son del todo comparables, pues el cambio regulatorio que obligó a ‘separar’ la actividad de banca minorista de la de banca de inversión ha perjudicado a la entidad en este sentido. Pero sí resulta evidente que el negocio del Grupo se ha visto seriamente dañado en los últimos años marcados, sobre todo, por la incertidumbre por el Brexit y por la competencia hipotecaria.

Ante este escenario, la entidad comandada por Ana Botín ha llevado a cabo un proceso de fuerte restructuración de su cúpula británica el último año y medio, forzada también por esa nueva regulación que obligó a una ‘recolocación’ de sus consejeros en otras áreas del Grupo.

Entre otros, fue especialmente llamativa la salida de Javier San Félix de la filial  para ocupar el puesto de responsable de pagos globales en el Grupo. También Antonio Román, que fue director financiero de Santander UK, fue sustituido por Susan Allen, que después dejó su cargo para pasar a ser responsable de banca comercial y negocios. 

En total, la nueva normativa y la estrategia de transformación del banco en Reino Unido ha obligado a mover el sillón de más de una decena de consejeros en los últimos tiempos, según los registros. Ahora, la estrategia pasa por un impulso a la eficiencia al que a partir del próximo año ayudará, si los planes siguen su curso, Vereker, que a finales de año sustituirá como presidente de Santander UK a Shriti Vadera, cuando se incorpore a la aseguradora Prudential.

Compañero de Orcel

Confluye la casualidad de que Vereker es un gran banquero de inversión y parte de su carrera profesional la desarrolló en UBS, coincidiendo en fechas con Andrea Orcel, el directivo que mantiene abierta una guerra judicial con Banco Santander tras su frustrado intento de fichaje por parte de la entidad como nuevo consejero delegado.

Vereker se enfrenta al reto de situarse al frente, aunque sea de forma institucional, de un negocio de capa caída que ahora lidia, además, con las consecuencias económicas de la crisis del coronavirus. En su última presentación de resultados trimestrales, Santander puso el foco en Reino Unido en mejorar la eficiencia a través del programa de transformación estratégica iniciado en 2019 para simplificar y digitalizar el negocio, que incluyó el cierre de un 20% de su red en el país el pasado año, y una mayor vinculación del cliente.

Este proceso tendrá que continuar para seguir reduciendo costes y mejorando los ingresos, especialmente en este último punto de la vinculación, uno de los grandes pilares de la entidad en la región. En concreto, el número de clientes vinculados y, por tanto, clientes más rentables, ha ido aumentando interanualmente hasta superar a cierre de marzo los 4,5 millones, con una ratio de vinculación de 32%.

Del mismo modo, los clientes digitales rozaban los 6 millones, cifra que a buen seguro habrán superado durante la crisis del coronavirus, donde la operativa online se ha disparado prácticamente en todos los mercados.

Pese a todo, la mejora experimentada en dotaciones y costes (entre otros, los de personal) no ha logrado compensar aún la caída del 10% experimentada en los ingresos. Desde la entidad vuelven a achacar esta situación a la presión competitiva en el mercado de hipotecas y a la caída de los tipos a los que se referencian muchos créditos (SVR).

Sin embargo, la base de clientes en la región sí ha permitido cierta mejora en el negocio, donde los préstamos y anticipos a la clientela subieron un 5% en el primer trimestre frente al mismo periodo de 2019, impulsados, precisamente, por la fuerte actividad hipotecaria residencial desde finales de 2019. Del mismo modo, los recursos de la clientela aumentan un 4% interanual muy apoyados en la subida del 4% de los depósitos.

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