El término VUCA (Volatility, Uncertainty, Complexity y Ambiguity en inglés) se ha quedado pequeño. Durante años hemos llenado libros hablando de este concepto, pensando, ilusos, que era algo que ya estábamos viviendo. Pero la crisis sanitaria, social y económica que ha supuesto el Covid-19 ha roto todos nuestros esquemas. La teoría que tanto habíamos estudiado de poco ha servido y la inestabilidad, la incertidumbre, la volatilidad y la complejidad son conceptos que se han quedado escasos ante una situación que nos ha dejado fuera de juego, a la que a marchas forzadas hemos tenido que adaptarnos, algunos con más éxito que otros. La emergencia sanitaria ha puesto patas arriba el paradigma social y empresarial en nuestro país como nunca antes habíamos experimentado.

Nadie había podido prever, hace tres meses, el momento en el que nos encontramos actualmente, que nos ha obligado a implementar cambios en tiempo récord. Se han transformado procesos y estructuras que, en cualquier otra circunstancia, habrían llevado meses, incluso años, ejecutarlas y en las que, sorprendentemente, en muchas ocasiones hemos invertido solo semanas.

Y hay quiénes, ante esta situación, hemos jugado con ventaja. Hablamos de organizaciones que llevan en su ADN la agilidad y la flexibilidad a la hora de dar respuesta. Esas que se adaptan a los cambios para acortar los ciclos de innovación que les permiten ser competitivas, y no solo respecto a otras compañías, sino respecto a las circunstancias que estamos atravesando y que, no nos quepa lugar a dudas, aún nos quedan por vivir.

El momento en el que nos encontramos nos ha obligado a implementar cambios en tiempo récord.

Pero la mentalidad y el carácter innovador es algo que ha de mantenerse en el tiempo, que debe formar parte estructural de una organización en la que hay que invertir tiempo y recursos de manera constante. Solo así estaremos preparados (o al menos no nos cogerá por sorpresa) para afrontar cualquier eventualidad, por inesperada que sea. Y no solo hablamos de cuestiones puramente tecnológicas, ya que muchas veces parece que el término innovación va ligado, irremediablemente, con la tecnología; sino que hablamos de innovación en procesos, métodos o situaciones. La búsqueda por la mejora continua debe formar parte de la esencia de cualquier corporación cuyo objetivo sea mantenerse en el tiempo.

Y es aquí donde entra, entre otras muchas cuestiones, la ya conocida metodología Agile, esa que mediante métodos y prácticas diversas, flexibilizan y agilizan la adaptación a los cambios. Quien la ejecuta y la implementa sabe que no se trata de una técnica, va mucho más allá: es una forma de ver el día a día, una mentalidad, un estilo de trabajo, lo que ha permitido a nuestros profesionales adaptarse a las circunstancias con rapidez y gran eficacia, sencillamente, porque ya formaba parte de nuestra forma de trabajo desde hacía mucho tiempo. Y es que, no hay duda, de que un ingrediente fundamental para garantizar el éxito es el talento humano, ese que se arriesga y se agarra a estos procesos con valentía y responsabilidad, fomentando la creatividad y la confianza en los equipos.

El Covid-19 nos ha puesto a prueba, sin duda. Si buscábamos cómo comprobar esta mentalidad hasta el final, no habríamos podido encontrar una situación más extrema. Gracias a ella, la adecuación de los equipos orientada al teletrabajo, la movilización al entorno virtual de forma casi inmediata o la transformación de un servicio para adaptarnos a las nuevas necesidades del cliente, han sido un éxito. No cabe duda de que, en cada paso, en cada fase, hay que evaluar, corregir y seguir avanzando. Y ahí reside la clave del éxito, en idear, desarrollar y probar diferentes soluciones para el cambio de forma rápida. Porque no solo consiste en crear nuevos productos o servicios, muchas veces, el éxito radica en adaptar los ya existentes a las nuevas circunstancias.

Lo que cada vez queda más claro es que el entorno actual es convulso y las necesidades de nuestros clientes cambian, y cambiarán, muy rápido, especialmente con situaciones como la actual. Si hay algo constante, es el cambio, y tenemos que asumirlo como algo normal. Por ello, es fundamental contar con formas de trabajo como Agile, complementadas con otras técnicas de valor, como el Design Thinking, para poder comprender con mayor profundidad los problemas a los que nos enfrentamos y sus posibles soluciones.

*** Bernardino Beotas, director de IT de Securitas Direct Iberia & LatAm