Desde el pasado domingo 21 de junio en España, día en el que se ponía fin al estado de alarma, ya no hay restricciones en la movilidad de los ciudadanos. Aunque las medidas de desescalada terminarán por completarse a diferentes ritmos, regulada por los diferentes gobiernos autonómicos (Madrid o Castilla y León avanzan más lentamente que otras regiones como Galicia, por ejemplo), la libre movilidad supone una gran noticia para el sector del turismo, quizá el más importante de la industria española, pues representa un 13% del PIB.

La mayoría de las regiones coinciden en la limitación de aforos en la hostelería y en eventos en espacios cerrados o abiertos. No obstante, cada autonomía dispone de limitaciones distintas en aspectos como las discotecas, las playas o piscinas, las fiestas populares o las actividades al aire libre.

En cuanto al ocio nocturno, muy vinculado al turismo que realiza la franja más joven de la población, volverán a la rutina de manera muy progresiva y siempre, por ahora, con limitaciones. En Madrid, por ejemplo, no abrirán las discotecas hasta el 5 de julio. Por otra parte, Baleares ha anunciado que durante el verano sus establecimientos nocturnos estarán abiertos hasta las 2 de la madrugada, siempre con la pista de baile inhabilitada, y con un aforo de hasta 300 personas. 

Precisamente, el 15 de junio Mallorca recibía a los primeros turistas alemanes como parte del proyecto piloto planteado por el Gobierno, pero es desde el pasado lunes, con las fronteras ya abiertas a toda Europa, cuando los vuelos comunitarios se suceden con bastante regularidad en los aeropuertos españoles. Se ha dado así por inaugurada la temporada turística, y está previsto que a partir del 1 de julio, España abra sus fronteras al resto del mundo y a otros países como Portugal, donde permanecen aún cerradas. 

En la nueva normalidad del sector turístico existe todavía cierta incertidumbre ante el riesgo de rebrotes o el aumento de contagios importados, al menos hasta que haya una vacuna. Mientras tanto, los ciudadanos y turistas que lleguen a España tendrán que acostumbrarse a las medidas de higiene y seguridad en los establecimientos comerciales, bares, restaurantes y hoteles, pero también en playas, museos o locales culturales.

Aunque ahora lo importante, al menos para la industria turística de nuestro país, es ofrecer un destino seguro para reactivar un sector esencial para la economía española. En nuestro país hay más de 166.500 alojamientos turísticos y aproximadamente 315.000 establecimientos hosteleros, siendo éste un sector que emplea a más de dos millones de personas, según un estudio de Exceltur. 

Apoyo económico para un sector esencial

Este año, el turismo nacional es una prioridad para reavivar zonas afectadas por la crisis económica y también para reducir en la medida de lo posible los movimientos de la población. Si bien, de cara al exterior, España también se presenta como un entorno seguro. Así han surgido campañas como Spain For Sure, lanzada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, con algunas de las caras más reconocidas de nuestro país (Pau Gasol, Ferran Adrià o Ana Botín), que recuerda los valores que nos retratan: esfuerzo, resiliencia y, especialmente, fiabilidad y seguridad

Y es que el turismo, sobre todo sus empresas y trabajadores, además de este tipo de impulso, precisa de un apoyo económico que está recibiendo tanto por parte del Gobierno como de las grandes empresas, con el objetivo de que los negocios puedan volver a su actividad lo antes posible. Entre ellas, Banco Santander, que dirige gran parte de sus actuales esfuerzos al lanzamiento de una oferta de productos especializados en el sector. 

Para ello ha reforzado su unidad especializada en turismo y hostelería, Santander & Horeca (Hoteles, Restaurantes y Cafeterías), que ofrece una serie de servicios para que los hosteleros y otros profesionales del sector puedan hacer frente a problemas como la falta de liquidez o las pérdidas sufridas a lo largo de estos meses, así como la renovación en las infraestructuras de sus locales para respetar las nuevas medidas de seguridad de cara a la reapertura. 

Con estas prestaciones, la compañía quiere acompañar a sus clientes en la superación de la crisis. Tendrán a su disposición soluciones para el día a día, como tarjetas de crédito profesional o una cuenta bancaria adaptada a las necesidades de cada negocio. También un sistema de cobro rápido y eficaz, que es imprescindible en este tipo de establecimientos, sobre todo en estos momentos, cuando todo pago es contactless. Santander ofrece un sistema TPV los 365 días del año pensado especialmente para bares y restaurantes, para asegurar un sistema de cobro eficiente y cómodo, con funcionalidades específicas, para el servicio de barra, en mesa o con el software de gestión incluido.

Los servicios de Santader & Horeca continúan con productos especializados para la gestión online de cobro y pagos a proveedores y diversas opciones de financiación a través de préstamos, líneas de crédito u otras fórmulas como el leasing o renting para renovar los inmuebles. 

El sector se une a la transformación digital

Estas prestaciones demuestran que la digitalización de la industria es inevitable para poder seguir prestando un servicio de calidad, acorde con las nuevas tecnologías y, ante la situación en la que nos encontramos, seguro para clientes y empleados, ya que los servicios digitales ayudan a reducir el contacto entre personas. 

Para apoyar al sector turístico en su transformación digital, Banco Santander ofrece todo tipo de soluciones ‘digitales’ para el cobro, pago o financiación. Por ejemplo, PayGold, que permite cobrar al cliente por teléfono, sin necesidad de que éste proporcione los datos de su tarjeta; o la herramienta Pago Ágil para gestionar las facturas de proveedores en remoto y elegir cómo y cuándo quieres realizar los pagos. 

El turismo es una industria de tal relevancia en nuestro país, que retrasar su recuperación podría tener duras consecuencias en la economía y el empleo. Con el apoyo de las empresas y la administración pública, es hora de apostar por un turismo seguro, en el que se cumplan todas las garantías para no dar ni un paso atrás en el control de la pandemia.