Entre glaciares y ante las cámaras de televisión. Así ha desvelado Ana Botín el que fue el peor día de toda su vida. El domingo 22 de febrero de 1999 cuando recibió una llamada de su padre, Emilio Botín, en la que "me dijo que lo mejor para el banco es que cojas tus cosas y te vayas". 

Un ultimátum que la actual presidenta del Santander recibió de su padre para salvar la fusión entre el Banco Santander y el Banco Central Hispano, en la que ella iba a ocuparse del desarrollo del área de banca mayorista global. 

¿Por qué obligar a su hija mayor a renunciar? "Un artículo de quince páginas publicado en El País Semanal con mi foto en la portada, en la que se decía que si no eres Botín no puedes ser presidente del banco", ha explicado la máxima ejecutiva del Santander a Jesús Calleja durante la emisión del programa que han grabado juntos en Groenlandia. 

El banco, lo importante

Tras la publicación de ese artículo, los directivos del Central Hispano "pusieron como condición" su salida para seguir adelante, así que Emilio Botín decidió dar un paso que su hija "entiende" porque "el banco es lo más importante". Sin embargo, reconoce sentirse dolida al recordarlo porque "la manera en la que me lo dijo me hizo daño. Las frases que me dijo en ese momento las recordaré siempre". 

Ahora bien, Ana Botín asume que era lo que había que hacer porque aquello era "azules contra rojos, era una guerra. Si no me hubieran matado entonces lo hubieran hecho a los seis meses".

La fusión entre el Santander y el Central Hispano se anunciaba por sorpresa en enero de 1999, aunque tras meses de conversaciones. Era el primer gran movimiento corporativo en el sector financiero que se producía en la Europa del euro, y dio lugar al 19º banco en tamaño en el Viejo Continente. Una transacción en la que todo estaba medido, y en la que los accionistas de la entidad cántabra iban a controlar el 64% del nuevo grupo financiero. 

El BSCH, según se configuró el grupo financiero, estaba regido en aquel entonces por dos presidentes: Emilio Botín y José María Amusátegui. Una cohabitación que debía extenderse hasta el año 2002, cuando Emilio Botín se quedaría en solitario al frente la entidad. 

Ana Botín, presidenta del Banco Santander, durante la emisión de Planeta Calleja.

Un complicado proceso que estuvo a punto de romperse por ese reportaje en El País, y que provocó -tal como reflejan las crónicas de la época- el primer comunicado oficial del Banco Santander Central Hispano (BSCH). En él se anunciaba la renuncia de Ana Botín a todos sus cargos ejecutivos en la nueva entidad. 

De hecho, en una Junta de Accionistas el propio Emilio Botín argumentaba que la salida de su hija era vital para proteger el futuro de la operación y que "daba igual el precio que tuviera para la familia" porque de lo que se trataba era de proteger la entidad. Algo en lo que su hija le da la razón, aunque cree que "hay que tener sensibilidad, y él no siempre la tuvo". 

¿Guardar rencor hacia su padre? En absoluto. La presidenta del Santander explica que la relación familiar con su padre fue "excelente", y que su expulsión del banco "hay que verla como algo positivo porque si no hubiera ocurrido ahora no estaría aquí".

Tras su salida, Botín emprendió su carrera profesional en solitario. Montó un fondo y distintas fundaciones hasta que -tres años después- su padre la vuelve a llamar para liderar Banesto. Una decisión que la obligó a tomar "en dos segundos", según ha contado a Calleja, e insistiendo en que las "formas" no eran el punto fuerte de Emilio Botín

La mejor candidata

"Cuando me dijo vete o ven podía haberlo hecho de otra manera", ha aseverado. 

La presidenta del Santander también ha defendido su nombramiento tras el fallecimiento de su padre porque "si miras lo que hice durante mi carrera y lo que había hecho el resto de la gente, era la mejor candidata. Además tenía experiencia internacional, algo que otros no tenían". 

Un puesto de responsabilidad desde el que "puedes tener un impacto social positivo y muy importante, ya que puedes conseguir que la gente pase a la acción y pasen de hablar de las cosas a hacerlas".

¿El mejor ejemplo? El cambio climático, que es una de las grandes preocupaciones de Botín en los últimos tiempos, o la causa feminista que defiende para conseguir la igualdad y para la que "necesitamos el apoyo de los hombres" porque son los que gobiernan el mundo. 

Botín ha reconocido ante Calleja que defiende "la igualdad" de todos los tipos, pero en el aspecto profesional está muy lejos de alcanzarse. Muestra de ello, dice, es que recientemente ha viajado a un congreso de banca con un centenar de CEOs y presidentes del sector y "sólo éramos tres mujeres". 

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