El Consejo de Administración de Euskaltel debatirá este miércoles la posible venta de la red fija y móvil de la operadora, según ha informado Expansión. Su equipo directivo y su accionista mayoritario Zegona, creen que es una buena manera de reducir deuda y de buscar recursos para su anunciada expansión nacional, pero algunos consejeros de la compañía desconfían de esta posibilidad porque consideran que supondría la venta de infraestructuras claves en un proyecto industrial apoyado desde el Gobierno vasco.

Según ha podido conocer este periódico, quienes se oponen a esta venta consideran que es una clara demostración de la debilidad financiera de la compañía y de su incapacidad para realizar a corto plazo un plan de expansión nacional sostenible. La compañía declara un pasivo de casi 2.000 millones de euros con 1.388 millones de deudas a largo plazo y 185 millones de deudas a corto plazo. 

En esta línea consideran que la solución no es vender infraestructuras para obtener liquidez inmediata. Advierten de una "virtualización" de Euskaltel si vende su red cifrada en 2,3 millones de hogares pasados. De esta manera, tras la venta la compañía se convertiría en un operador virtual que alquila su red, abandonando la posibilidad de ser un actor industrial.

Un proyecto industrial

Un proyecto industrial con infraestructuras propias que ha apoyado personalmente el Gobierno vasco, a través de Kutxabank, hasta antes de verano su primer accionista. El pasado 15 de noviembre el Parlamento Vasco abrió la puerta para que el Gobierno local, a través de sus fondos de participaciones en compañías estratégicas, entre en el capital del operador de telefonía Euskaltel para “garantizar el arraigo de la empresa e intentar evitar, en lo posible, la venta de la red de telecomunicaciones en Euskadi”.

Los vascos no quieren perder Euskaltel y consideran que si se vende la red se acabará un proyecto industrial por el que el Gobierno ha luchado durante años. Estamos hablando de infraestructuras estratégicas como las autovías, los puertos o los aeropuertos. Una venta sería un desastre para el establishment vasco, que perdería su peso en la operadora. 

Quienes critican la venta, también hablan de un proyecto cortoplacista. Es decir, se venderían activos estratégicos para una ampliación territorial que no está del todo clara y en la que además no se podría invertir todo lo ingresado. Los acuerdos de Euskaltel con sus acreedores indican que ante la venta de cualquier activo de la operadora deberán destinar parte de ese montante a pagar deuda.

Rentabilidad de la operación

Respecto del uso posterior de la red, se considera que se generaría un problema innecesario. Actualmente hay un acuerdo preferente con Orange, pero tras la venta de la red deberían invertir en renegociar acuerdos o en usar la infraestructura que ya era propia. Los cálculos del mercado indican que el coste estimado de utilización de redes ajenas es entre cuatro o cinco veces mayor que el de usar redes propias.

A este handicap hay que sumar el retraso tecnológico de las redes de Euskaltel. Tienen 2,3 millones de hogares pasados, pero solo con cobre, una tecnología que el resto de operadoras con las que quieren competir dejaron de usar hace más de cinco años. En un mercado en el que predomina la fibra óptica, se hace difícil una competencia sin un elevado nivel de inversión.

Dicho de otra manera, las redes de Euskaltel no tendrían un gran rendimiento ni se obtendría un precio demasiado atractivo en el actual mercado. A esto hay que sumar que las redes de Euskaltel están a pleno rendimiento y que es difícil que sume más clientes en esta red, por lo que el que compra sería siempre poco atractiva.