En un país con una alta dependencia energética exterior, la política y la empresa solían ir con discreción de la mano para forjar alianzas geopolíticas. Sin embargo, con un Gobierno en funciones, un resultado electoral borroso y una incertidumbre absoluta en Cataluña, el Ibex energético está asumiendo más solo que nunca esa labor de diplomacia que solía coordinar el Ministerio de Exteriores para garantizar los suministros a España.

La geopolítica es la gran clave y la menos contada de la operación que Naturgy cerró la pasada semana en Argelia. Francisco Reynés ha jugado sus cartas, en su primer gran movimiento corporativo como presidente de la gasista, para garantizar que las relaciones comerciales con la República del norte de África -que surte de gas a España- sean más estrechas y de paso, ganar fuerza negociadora frente a Marruecos, su próximo gran objetivo. 

Lo ha hecho aprovechando un momento político en Argelia interesante para el sector energético, por el cambio de la política sobre hidrocarburos con el que Argel quiere atraer inversores extranjeros. Un giro legislativo que ha contado con una fuerte oposición interna en el Parlamento argelino que ha sufrido una reciente crisis de Gobierno tras la que Abdelkader Bensalah, presidente del Senado, tomó las riendas del país de forma interina.

Hasta hace unos días, más de la mitad del suministro de gas de España dependía de los pozos de Argelia -por tanto, de ese Gobierno- y a su vez, un 30% de éste de las decisiones de Abu Dabi (propietario de Cepsa al 100% a través del fondo Mubadala) en Medgaz, la infraestructura que lo transporta.

Francisco Reynés, presidente de Naturgy.

Con la compra del pasado martes, Naturgy ha ganado peso y ha logrado capacidad de veto en la gestión en Medgaz. Lo ha hecho de la mano de la empresa pública argelina Sonatrach, que, por cierto, tiene un 4% de las acciones de la española y dirige Rachid Hachichi.

Se trata de un paso más de Reynés en Argelia, país con el que ya tiene también negociados los peajes para el gas que Naturgy trae a España pasando por otra gran infraestructura, la bautizada como Duran Farell, que atraviesa kilómetros de territorio marroquí. 

Es por esto que ahora el ejecutivo mallorquín mira a Marruecos en una negociación en la que debería involucrarse el Gobierno que salga de las urnas y el rey Felipe VI

Y es que la compra estratégica en Argelia se enmarca dentro del peligro de que en 2021, el Reino de Marruecos impusiera un alto precio para la renovación la concesión del gasoducto. Reynés no ha querido jugar con fuego y ha preferido controlar bien al menos una parte del gas aprovechando que Cepsa está en un proceso de reorganización de activos y había mostrado su interés en vender Medgaz cuando anunció su fallida salida a Bolsa.

Argelia es un socio comercial de primer orden para la Unión Europea y en especial, para España. No es para menos. Hay tres gasoductos en la República del Norte de África que traen gas a Europa.

El primero llega hasta Italia. Los otros dos vienen a España. Uno de ellos, directo a Almería y el otro desemboca en Cádiz, pero pasando antes por el Magreb. Es esta última concesión la que Naturgy todavía no tiene atada, pero que tras el cierre de la alianza con Sonatrach para controlar Medgaz, Reynés negociará con más fuerza.

Si Marruecos falla, algo que la diplomacia española debería tratar de impedir, Naturgy se garantizará la explotación de Medgaz, un activo valorado en unos 1.300 millones de euros y que además de gas, va a dar suculentos dividendos a sus accionistas a partir de 2021. Pero aún así, el empeño será que Marruecos no falle en una renovación que aportaría ventajas a los dos países.

Felipe VI, Francisco Reynés, Rachid Hachichi, Pedro Sánchez, Pedro Durán y Mariano Rajoy.

Fue el 9 de diciembre de 1996, cuando el entonces Rey don Juan Carlos activó de manera simbólica en Córdoba la instalación que conectaría los yacimientos argelinos de gas natural de Hassi R'mel con la Península Ibérica a través de Marruecos.

Lo hizo en presencia del que era presidente de la antigua Gas Natural, Pedro Durán Farell, impulsor de este proyecto que lleva su nombre y cuya concesión vence en 2021.

Para el país alauí, cerrar un acuerdo con Naturgy es necesario, puesto que ese tubo que conecta los pozos argelinos con la Península tras atravesar el estrecho de Gibraltar es propiedad de la empresa española y es una fuente de riqueza para engordar su PIB.

Sin embargo, las negociaciones con el país vecino no están cerradas y hay una amenaza de que el Gobierno marroquí eleve los peajes por el paso del tubo, algo que ahora podrá imponer con menor fuerza al ir Reynés con Argelia de la mano en la negociación.

Marruecos siempre ha sido un socio estratégico de primer orden para España. No solo por el gas. También por los acuerdos de pesca, la política agraria y sobre todo, la emigración y la frontera con el sur de Europa.

Si Mariano Rajoy lo tuvo claro y siguió la tradición de elegir como primer destino el país alauí, Pedro Sánchez optó por aplazar esa visita unos meses. Pero siempre ha tenido claro que la relación con Mohamed VI es vital, algo que sus potenciales socios de Gobierno podrían no tener tan presente. El 10-N no tranquiliza a las empresas, pese a que ya se han acostumbrado a lidiar con la incertidumbre política española.

Argelia es el primer proveedor de gas a España y el gas que trae Naturgy hasta Almería es operado después por Enagás. Lo será así al menos hasta el año 2041, cuando expira esta concesión de 35 años, que podría ser prorrogada por otros 15 años más.

Para entonces, y si nada cambia, habrán pasado más de 10 años de la culminación del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PINEC) de la ministra en funciones, Teresa Ribera, que debería cubrir el horizonte 2021-2030 si ningún vaivén político así lo impide, cosa que en España nunca es descartable.

El gas jugará un nuevo papel en ese escenario, pero hasta entonces, el suministro estará garantizado por la empresa privada haga lo que haga Marruecos y gobierne quien gobierne España.

ATENTOS A...

La incapacidad de Reino Unido de encontrar una salida para el callejón sin salida del Brexit no ha sido capitalizada por España como se esperaba en términos de captación de talento y empresas, en especial del sector financiero. Sin embargo, esta continua incertidumbre podría ir forzando a empresas con oficinas centrales en Reino Unido a mover nuevas unidades de negocio y en esos movimientos, Madrid quiere jugar un papel que mejore los datos logrados hasta ahora en captación de huidos del Brexit.

Leandro de Torres y Boris Johnson.

Una de las marcas globales más conocidas que ha reforzado su peso en la capital española es Global Standard (antigua Standard & Poor's), que se hizo famosa entre el gran público español durante los años de crisis por sus bajadas de rating a España. Las oficinas que coordina Leandro de Torres en Madrid han incrementado en los últimos tiempos su plantilla precisamente, por la crisis que Boris Johnson también es incapaz de gestionar.