El murciano Trinitario Casanova ha irrumpido en la operación Madrid Nuevo Norte. En los próximos días va a presentar una demanda contra Distrito Castellana Norte (la empresa que desarrolla el proyecto) y por extensión contra sus accionistas: BBVA y San José. ¿El motivo? Los derechos de reversión que tiene en su poder correspondientes a los terrenos donde se va a llevar a cabo el nuevo desarrollo urbanístico de la capital.

Hace año y medio el propietario de Baraka se hizo con esos derechos, que estaban en manos de los antiguos propietarios de los terrenos que se expropiaron en los 40 para poder construir los desarrollos ferroviarios de Fuencarral y Chamartín. Todos ellos estaban agrupados en la asociación No Abuso.

En total, algo más de un millón de metros cuadrados que estaban en mano de mil familias a las que ya se les ha abonado una cantidad económica que no quieren desvelar. La intención del grupo, en principio, es poder desarrollar el proyecto por su cuenta.

El burofax

El propio presidente de Baraka decía en Inmonext, evento inmobiliario de Idealista, que “por desgracia no nos vamos a entender de buenas a primeras”. Fuentes cercanas a la compañía explican que la semana pasada -al calor de las noticias de la venta de la participación de BBVA a Merlin Properties- se envió un burofax a ambas para comunicarles que estaban valorando presentar una demanda y que cesaran las conversaciones.

¿La respuesta de la entidad financiera? Que no hay derechos de reversión, según siempre la versión de la promotora. Desde Distrito Castellana Norte (DCN) han declinado hacer comentarios sobre este tema. Aunque es cierto que la asociación No Abuso ha presentado ya distintas demandas por este tema y los derechos les han sido negados.

Unas demandas que se han hecho sin que se hubiera llevado a cabo la reversión del terreno. Es decir, que el uso ferroviario se matenía. Fuentes del sector explican que, una vez obtenida la autorización de la Comunidad de Madrid, los terrenos que ahora son propiedad de Adif pasarán a manos de DCN.

Con este cambio de manos se producirá el pistoletazo de salida para ejercer los derechos de reversión que Baraka entiende que le pertenecen. Otras fuentes, en cambio, explican que a finales de los 90 hubo un cambio legislativo en el que esos derechos quedaban limitados a una década.

¿Quién tendrá razón? El tiempo lo dirá, pero lo que parece claro es que el proyecto de Madrid Nuevo Norte está destinado a estar plagado de sobresaltos en el camino.

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