Se dedicaban exclusivamente a los centros de autolavado de coches, con La Ballena Azul, pero la crisis económica estalló y se dieron cuenta de que sus ingresos bajaban. Si querían mantener el negocio, tenían que buscar soluciones para ganar atractivo. Pronto surgió la idea: estaciones de servicio automáticas.

Así fue como nació Ballenoil. Hoy, casi diez años después, sus fundadores celebran la idea. "Puede que se haya recuperado la economía, pero no en el aspecto del lavado de coches", cuenta a este periódico David Querejeta, director de expansión de la compañía. En este tiempo han abierto 106 estaciones de servicio y planean inaugurar cerca de 50 más en los próximos tres años. De éstas, ya cuentan con los terrenos de más de 40. 

Son los reyes del segmento en España, si atendemos a las unidades que tienen los socios de la Asociación Española de Estaciones de Servicio Automáticas (AESAE). Tras ellos está Petroprix, con cerca de la mitad de estaciones.

Con presencia en la Comunidad Valenciana, Cataluña, Castilla-La Mancha, Andalucía y Asturias, Ballenoil está centrada ahora en su desembarco en Castilla y León. Sin embargo, descartan llegar a todos los rincones del país: "Estamos muy concentrados para dar fuerza a nuestra marca. En Extremadura, por ejemplo, ya llegamos tarde", asume Querejeta.

De momento, así les dan los números. En 2018, según los datos facilitados por la compañía, facturaron 220 millones de euros. El año anterior, últimos datos disponibles en el Registro Mercantil, ingresó 160 millones de euros y obtuvo un beneficio de 1,5 millones. Según sus previsiones, esperan aumentar sus ventas en los próximos tres años a un ritmo del 15% o 20%.

Su receta: 'low good'

En el lanzamiento de la estación de servicio fue clave Juan Sanz (ex Exxon Mobil), director de operaciones y cofundador junto a Querejeta de Ballenoil, que llegó a la compañía decidido a dejar atrás el mundo del carburante. Pero no fue así. Tras su aterrizaje en la empresa, pronto vio que la estación de servicio podría ser la solución a la caída de facturación.

El servicio de pago automático.

La receta de Ballenoil, desde el principio, fue clara: diésel y gasolina a bajo coste, que ellos prefieren llamar low good (low price - good quality). Calculan que su carburante es, aproximadamente, 10 céntimos más barato de media. ¿Cómo lo consiguen? 

Insisten en romper con el tópico de que su carburante es peor. "Es el mismo que el de los competidores, lo compramos en el mismo sitio, y a veces se lo compramos a ellos", cuentan Querejeta y Sanz, que explican que la clave está en que sus gasolineras son automáticas y apenas cuentan con empleados - hay entre uno y dos por estación-.

Tampoco tienen intención de abrir tiendas o cafeterías en las estaciones, como sí hacen sus grandes competidores, porque consideran que ese no es su negocio y que la distribución también se encuentra en un momento de revolución.

Aunque pretenden mantener un ritmo de 15 o 20 aperturas al año, no siempre lo han tenido fácil. Así, y a pesar de que reconocen que la situación ha mejorado en los últimos años, Querejeta y Sanz siguen denunciando las trabas municipales que encuentran a la hora de abrir estaciones. Destaca el caso del Ayuntamiento de Leganés, que lleva años siendo denunciado por el 'veto' a gasolineras de este tipo.

En un momento en el que los coches diésel y gasolina están en el centro de las miradas, Ballenoil está sumida en su expansión y "a la espera" de los próximos movimientos en lo que a restricciones se refiere. No obstante, no descartan saltar también al mundo del coche eléctrico, puntos de recarga mediante.

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