Hola. No me conoces, pero esta carta es para ti. Para ti o para tu jefe.

No voy con el estilo de los programas de televisión, aquí no hay sorpresas, ni antiguos amantes, ni compañeros del servicio militar, ni Ricky Martin esperando en el armario, ni nada de nada. Se trata de contarte cosas, y tú ya después decides qué es mejor hacer.

Me gustaría que nunca dejaras de ser reponedor, vendedor, cajero, comercial, instalador, recepcionista o becario en prácticas. Me gustaría que nunca olvidaras todas las experiencias que tuviste en aquellos primeros años en los que veías las cosas con los ojos de quien aprecia cada detalle y que sabe que no pisa sobre terreno firme. Fuiste testigo de las cosas que realmente son importantes, y sufriste lo duro que es, muchas veces, estar en primera línea, siendo el primero que se expone a la realidad de las cosas.

Si nunca dejas de recordar cómo es estar en esa posición de base, seguro que tus decisiones estarán bien meditadas, que te acordarás de tus compañeros que ejecutan tus estrategias en el día a día y seguro que valorarás su opinión acerca de las decisiones que se van tomando. Sabes que ellos son lo más importante. Me gustaría de veras que no pasaras esto por alto. Me gustaría que de vez en cuando volvieras a sentir lo que se siente ahí abajo, donde cada gesto es tan importante, donde cada elemento cuenta para ganar o perder un cliente, proporcionar una gran o pésima experiencia de compra, donde todo o nada es posible.

También puede ocurrir que nunca hayas pasado por esos puestos de base. Es posible que tras finalizar tu formación académica directamente trabajaras en un edificio de oficinas, y con más o menos responsabilidades nunca llegaras a pisar el terreno donde se suceden las cosas que verdaderamente importan. También es posible que te nombraran director supremo desde un principio, tras salir de una “escuela de negocios de prestigio”, como dicen muchas ofertas de empleo. En este caso, te pido otra cosa:

Baja al terreno. 

Aprende de quienes desarrollan tus estrategias.

Observa cómo los clientes son personas de carne y hueso, y no líneas de una hoja de Excel.

Fíjate en los detalles, en cómo pasa el tiempo, en lo duro que es, en cómo cansa si las condiciones no son las adecuadas.

No, no te pido que hagas el numerito del programa de la tele “El Jefe”, sino que vayas allí donde más has de aprender, donde el futuro de la empresa se pone en juego cada día, donde tu futuro como directivo está al borde del éxito o del fracaso.

No seas idiota. Valora a tu gente. Ellos cuidan de ti, si tu cuidas de ellos. Ponte en su lugar. 

Eres muy libre de no hacer caso de estos consejos. Pero hagas lo que hagas, no lo veas en términos de bueno o malo para ti, sino para tu gente, para tus compañeros, para tus clientes…

Al final ellos son quienes deciden si esto va o no va, y cuando tomen una decisión, de poco servirá lo que quieras decir entonces.

Permíteme que te recuerde las palabras de Peter Drucker: “Nadie debería ser nombrado jamás para una posición directiva si su visión se enfoca sobre las debilidades de las personas más que sobre sus fortalezas”

Espero que no sea tu caso. De veras.

Sé el verdadero jefe que una empresa líder necesita, si realmente quieres ser de los que trascienden en nuestro tiempo.

Te deseo lo mejor.

Jacinto Llorca