Juan Carlos Villanueva

La dinámica acelerada de cambios e innovación en este nuevo siglo está produciendo numerosas guerras comerciales o competitivas en diversos sectores. Una de ellas, y puede llegar a ser de las más enconadas, será la 'guerra de las electrolineras', una carrera que, por ahora, no ha hecho más que empezar para instalar puntos de carga eléctrica para automóviles, también eléctricos.

Hasta el momento, la dimensión del segmento de automóviles eléctricos es muy reducida, aunque difiere de un país a otro. España se encuentra entre los de más baja cuota de eléctricos e híbridos sobre el total de automóviles, con un volumen que apenas llega a los 50.000, cifra que no alcanza siquiera el 1% del total de automóviles que circulan por nuestro país, si bien es cierto que otros países se encuentran mucho más avanzados en este terreno, como es el caso de Noruega, con una cuota de eléctricos e híbridos del 30%. Este porcentaje permitirá al país nórdico adelantarse a la mayoría en sus objetivos de descarbonización de sus carreteras para 2025.

Las razones de esta débil presencia en nuestro país, y en otros, son numerosas, principalmente, la escasa autonomía que hoy ofrecen aún los coches eléctricos, debido a la escasa potencia de las baterías en uso. Este problema es, además, uno de los grandes retos y expectativas en el ámbito, no solo de los coches eléctricos, sino del desarrollo de las energías renovables y del autoconsumo. El segundo factor que impide un mayor desarrollo de este tipo de vehículos es el precio, notablemente superior al de los automóviles de gasolina y diésel.

En el caso de España existe, además, un factor adicional que debería corregirse si se quiere lograr una velocidad de crucero aceptable en las ventas de eléctricos: la ausencia real de incentivos, fiscales y de otros tipos, algo que nos pone en el vagón de cola de la Unión Europea (UE), junto a Polonia, Estonia, Lituania, Croacia y Malta como países que tampoco incentivan la compra de este tipo de coches.

¿CINCO MILLONES EN 2030?

Tampoco ha existido en nuestro país una estrategia política que conduzca a unos objetivos medianamente ambiciosos y solo puede hablarse de una previsión que ha realizado el Ministerio de Transición Ecológica que llevaría a que existieran cinco millones de automóviles eléctricos o híbridos en el año 2030. Por ahora, las ventas de coches eléctricos en 2017 en España superaron escasamente las 4.100 unidades, si bien con un notable crecimiento del 44,5% respecto al año anterior.

A pesar de todo, no hay duda de que se trata de un movimiento y una tendencia imparable por sus ventajas de todo tipo: medioambientales, de autonomía en cuanto a la generación de energía y uso de combustibles y, a medio plazo, de coste y precios. Por todo ello, resulta vital iniciar todo lo necesario para desarrollar una auténtica infraestructura que dé soporte a los vehículos eléctricos, especialmente, en lo que se refiere a los puntos de recarga, a las denominadas electrolineras.

Sobre este punto, no existe una cifra clara sobre las necesidades, no tanto actuales como futuras. En este momento, el número de electrolineras existentes en España estaría en torno a 4.000¿5.000, estimadamente. Para hacerse una idea, basta decir que Holanda dispone ya de cerca de 35.000 electrolineras.

Sin embargo, la UE deja estas cifras en mantillasya que afirma que España debería tener 220.000 electrolineras en 2030, y el Parlamento europeo la eleva a medio millón.

Sin embargo, lo que no es reducido es el clima de opinión respecto de todo lo relacionado con la contaminación y los gases de efecto invernadero que generan los automóviles movidos por combustibles fósiles, como todo lo que se refiere a la descarbonización de la economía y la lucha contra el cambio climático. Un clima de opinión que, junto con las escuálidas cifras y la percepción de las enormes necesidades que van a producirse, lleva a pensar que la 'guerra de las electrolinera'¿ va a ser de gran envergadura y, probablemente, más cercana en el tiempo de lo que se pensaba.

CONTENDIENTES NATURALES

Los contendientes naturales de esta guerra son, obviamente, las compañías eléctricas, los operadores primarios que disponen de la materia prima, por lo que, lógicamente llevarán el peso del conflicto en los próximos años. De hecho, ya han abierto el primer frente de este 'conflicto eléctrico' y han comenzado a mover sus peones, como en el caso de Endesa, que ha anunciado sus planes para un despliegue masivo de puntos de recarga con más de 4.300 postes en diversos lugares y centros con alta afluencia de personas y de automóviles como los centros comerciales o los parkings.

Iberdrola, por su parte, proyecta una red de 200 electrolineras, con una inversión de 10 millones de euros, y ¿surtidores¿ que realizarán la carga ¿rápido, superrápido y ultrarrápido¿, estos últimos en apenas diez minutos. Este primer plan será solo el inicio de la guerra ya que aspiran a extender a 25.000 la cifra de puntos de carga.

Paradójicamente, Repsol y su nueva estrategia verde puede estar en una posición altamente favorable en esta guerra de electrolineras, puesto que ya cuenta de antemano con el gran número de puntos de carga de combustible que se encuentran en su perímetro, las gasolineras, desplegadas por toda la geografía española, que podrían acoger sin gran dificultad ni preparativos los nuevos puntos de recarga eléctrica. Eso sí, con una la limitación de tiempo frente al sistema de las gasolineras que obligaría a que los puntos de recarga fueran ultrarrápidos en todos los casos. Esta estrategia verde de Repsol ya se ha manifestado en este terreno hace años con la creación del Grupo Ibil junto con el Ente Vasco de la Energía, que dispone actualmente de una de las mayores redes de electrolineras.

Sin embargo, el segundo frente de este conflicto se librará en el terreno de los grandes núcleos y espacios que concentren la afluencia de ciudadanos en automóvil, como pueden ser los grandes aparcamientos, los centros comerciales, de ocio y recreo, como Carrefour, Mercadona, Alcampo, Decatlón, Burger King, L&M, etc., que pueden convertirse en el objeto de deseo de las eléctricas, algunas de las cuales ya están negociando con estos centros la instalación de sus electrolineras.

De ahí que será necesario en los casos de los grandes aparcamientos y centros comerciales desarrollar las infraestructuras necesarias para que existan un gran número de puntos de recarga, cuyo resultado no supere el tiempo de compra o estancia aparcado del usuario.

En este mismo frente, otras entidades están también tomando posiciones como algunas redes de parkings públicos, que ya están instalando puntos de recarga en sus distintos centros de aparcamiento a lo largo de la geografía nacional.

El tercero de los frentes se dirimirá en diversos terrenos, uno de ellos, el de los fabricantes de automóviles, como Nissan y Peugeot que piensan distribuir por todas la carreteras sus propios puntos de recarga para su  modelos eléctricos; o BMW, Daimler, Ford y Volkswagen, que han creado una red para disponer de sus propias electrolineras en toda Europa y que en España han llegado a un acuerdo con CEPSA  para que esas electrolineras propias estén localizadas  en las estaciones de esta compañía. También Tesla se ha propuesto 'sembrar' de electrolineras las carreteras españolas para sus propios automóviles, siempre eléctricos.

En este mismo frente se encuentra la iniciativa de algunos ayuntamientos, como los de Barcelona y Madrid que han comenzado a instalar sus propios puntos de recarga a través de sus empresas municipales de transporte.

Junto a ello, es necesario prever los recursos que serán necesarios para atender la demanda de electricidad a través de esos puntos y los que existan para uso privado, normalmente nocturno, con los que poder disponer de la capacidad de generación de electricidad suficiente para atenderla sin producir picos extremos que lleven a cortes en el suministro o a un encarecimiento del precio de la electricidad.

Hay que tener en cuenta que, si se cumplen las previsiones del Misterio de Transición Ecológica, dentro de poco más de diez años circularán por España 5 millones de vehículos eléctricos, cifra que podría duplicarse o triplicarse en unos cuantos años más, exigiendo una capacidad de generación cercana a los 20.000 o 30.000 MW.

* Juan Carlos Villanueva es Editor de Guía de la Financiación Empresarial