Italiano, nacido en 1963, aficionado al esquí acuático y al running, banquero de la máxima confianza de Emilio Botín y hasta ahora, presidente de la banca de inversión de UBS Group y miembro del consejo de administración de la entidad suiza desde 2012. Este es el perfil de Andrea Orcel, el nuevo consejero delegado del Santander.

Orcel cambiará en enero el lago de Zurich por la ciudad financiera del Santander, una entidad íntimamente relacionada con su éxito. El italiano tuvo en Emilio Botín a un cliente agradecido, que le enviaba una nota manuscrita después de cada operación en la que trabajaron juntos, como la ampliación de capital del 25% del Santander de la que en noviembre cumple una década, o las compras de Abbey o ABN Amro.

Orcel entró en UBS para rehacer su banca de inversión procedente de Bank of America Merrill Lynch, donde ya había sido presidente ejecutivo de banca de inversión desde 2009, presidente de la división de mercados emergentes (sin contar Asia) desde 2010 y consejero delegado de los servicios europeos de tarjetas desde 2011.

Antes de la adquisición de Merrill Lynch por Bank of America, Orcel había formado parte del comité global de gestión de Merrill Lynch y había ocupado el cargo de director global de originación, un puesto que combinaba responsabilidades en banca de inversión y en mercados de capital. Para hacernos una idea de la importancia de su perfil, basta con recordar que Merrill Lynch le pagó un bonus de 30 millones en el peor momento de la crisis económica. Antes había trabajado para Goldman Sachs y para Boston Consulting.

Uno de cada cuatro

Tiene una licenciatura en Economía y Comercio por la Universidad de Roma, un MBA por el francés Insead y es un convencido de que en banca de inversión es importante contratar a sus empleados basándose en el boca a boca porque uno de cada cuatro no funciona.

“Tienes que atraer a la gente adecuada y darles tiempo para integrarse en la cultura”, señalaba el año pasado en una entrevista a Business Insider. “Lleva tiempo, no es algo que puedas resolver diciendo que vas a contratar a 300 personas. Hay que hacerlo de uno a uno. Es un proceso lento pero crítico, porque impacta a muchos de los otros negocios”, explicaba.

#MeToo

Después de que su división en UBS se viese afectada por una acusación de violación por parte de una becaria contra un empleado de más rango, Orcel dio la cara y defendió que había que convertir en una prioridad la erradicación de los problemas de conducta en UBS y llevar a cabo cambios drásticos en los procedimientos con los que afrontarlos.

“No debería haber complacencia o que nos limitemos a decir que estamos bien, debemos mejorar y asegurarnos de que nuestros empleados son conscientes de la situación y se lo toman con seriedad”, aseguró a Bloomberg.

Asimismo, ha pasado de ser un gestor conocido por su dureza a aparecer como un firme defensor de la conciliación, como ha demostrado en varias entrevistas al respecto. Preguntado sobre cómo consigue tiempo para ser un buen padre para su hija pequeña, señalaba: “Creo que consiste en ser disciplinado. Hay mañanas que me reservo para llevarla al colegio y son sagradas. Mi equipo lo sabe, mi asistente lo sabe y, siendo realista, hay tiempo de sobra después para ponerme al día con lo que me haya perdido. Esta es una industria que te lo quitará todo si le dejas, así que tienes que ser muy claro sobre tus prioridades y defenderlas”.

“Tener un hijo te cambia la perspectiva y te obliga a encontrar más equilibrio y tiempo para la familia. Sigo trabajando increíblemente duro, pero con más perspectiva”, subrayaba a Cityparents.

La banca de inversión fue el tema de su tesis universitaria y es un convencido de su función a lo largo de la historia. Tanto, que si su etapa en UBS se preveía corta era debido a los límites en el banco suizo a esta actividad. Entre los cargos para los que ha sonado su nombre durante los últimos años estuvieron el de CEO de Monte dei Paschi, o la propia dirección de UBS, donde llegó a ser uno de los directivos mejor retribuidos.

Cuando el FT le preguntó si quería llevar su propio banco, aunque fuese una pregunta hipotética, la respuesta fue clara: “Por supuesto que sí”. Ahora tiene la oportunidad.

“No soy fácil, soy muy exigente”

“No soy fácil, soy muy exigente. Lo que intento hacer es no pedir nunca algo que no soy capaz de hacer por mí mismo”, explicó en 2015 al rotativo, respondiendo a su fama de ser un gestor extremadamente duro capaz de llamar a su gente durante las vacaciones o los fines de semana.

¿Su mayor fracaso? Orcel fue uno de los arquitectos de la compra de ABN Amro por 72.000 millones por parte de Santander, Fortis y RBS. Santander fue la única de estas cuatro entidades que no fue nacionalizada. “¿Lamento haberlo hecho? Sí, pero cuando haces algo de lo que estás realmente convencido y lo que sucede no es lo que esperabas, lo que lamentas realmente es que las cosas no saliesen como querías”, declaró al FT.



Orcel cree en la importancia de invertir en talento, tecnología y mejorar la eficiencia de las entidades, lo que coincide con la filosofía (o Digilosofía) que está imprimiendo al banco su presidenta.

"Orcel ha ejecutado con éxito la implementación de un modelo de negocio con bajo consumo de capital, alcanzando uno de los mejores beneficios brutos y rentabilidad del sector”, explicó UBS en un comunicado, en el que destacó que su liderazgo sirvió para llevar a cabo “una transformación cultural, poniendo el foco en los clientes y una trayectoria sostenible en el centro del negocio".

Sergio Ermotti, consejero delegado de UBS, le felicitó por su nombramiento y le deseó lo mejor.