Londres

La transición hacia una economía descarbonizada es una oportunidad y Naturgy está en posición de aprovecharla. La antigua Gas Natural Fenosa presentó este jueves en Londres su plan estratégico hacia 2022 y la esencia se resume en: invertir menos pero mejor, apostar por las renovables y los negocios regulados, reducir costes operativos y salir de aquellos mercados que no aportan valor.

La simplicidad y eficiencia se han convertido en ese “sello personal” que el presidente ejecutivo Francisco Reynés anticipó que daría a esta nueva hoja de ruta cuando asumió su cargo hace casi cinco meses acompañado de un nuevo consejo, fruto de la llegada de nuevos accionistas.

La hoja de ruta para los próximos cinco años está clara: en 2022 el Ebitda alcanzará los 5.000 millones y el beneficio neto los 1.800 millones, con un flujo de caja libre medio anual de 1.800 millones. En estas condiciones, la energética prevé repartir al menos 6.900 millones en dividendos en un horizonte de cinco años. Una cantidad que podría elevarse en otros 2.000 millones -a través de recompra y amortización de acciones-, en caso de que no encuentren ninguna inversión atractiva.

Para Reynés, este objetivo demuestra que la ‘recién nacida’ Naturgy está comprometida con crear valor para sus accionistas y no malgastar su dinero. “Es un reconocimiento que indica que no estamos dispuestos a comprar cualquier proyecto sin que asegure un retorno. No estamos renunciando a crecer, decimos que no lo haremos a cualquier precio”, enfatizaba el presidente.

Pero antes de que lleguen las alegrías, Naturgy tiene que asumir en el ejercicio de 2018 el golpe que causará la depreciación de su parque generador. El plan contempla una depreciación del valor de los activos de 4.900 millones y Reynés confirma que se traducirá en pérdidas este año.

En concreto, 3.000 millones para las cuentas consolidadas, un “efecto contable” que no se verá reflejado en las cuentas individuales, agrega, que superarán “ampliamente” los 2.000 millones, permitiendo el pago de dividendos que se ha comprometido: 1,30 euros por acción. "El extraordinario por la venta de un 20% de Nedgia -1.500 millones de euros- compensará ampliamente el deterioro y se podrá pagar el dividendo", argumentó.

El presidente de Naturgy insiste en que este plan estratégico es conservador y adaptado a los desafíos que plantea el sector energético de cara a los próximos años, pese a que los analistas hayan podido definirlo como ‘agresivo’. Es un plan que consigue “más soluciones, saca más provecho a las tendencias, está más centrado y es más sencillo y con más rendición de cuentas”, subrayaba Reynés ante el centenar de analistas.

La clave para cumplir los objetivos del plan está en que se ha dotado a cada unidad de negocio de más autonomía para gestionar su flujo de caja y que no se realizarán inversiones por razones estratégicas, sino estudiando el retorno que ofrecen, apuntaba el presidente de Naturgy.

Por el momento, el mercado parece dar su visto bueno. Los títulos de la antigua Gas Natural cotizaban este jueves en Madrid con un alza de un 2%, cerrando la sesión en 22,51 euros, un 1,63% más.

Simplificar el negocio para ganar eficiencia

La “simplicidad” en este camino hacia 2022 se traduce en medidas que ya se han adoptado -como la reducción del número de consejeros de 17 a doce o la simplificación de las unidades de negocio-, y en que se elegirá muy bien el destino de las inversiones. Reynés ha hecho mucho hincapié en la “regla de oro”, la necesidad de que una inversión cumpla una tasa de rentabilidad mínima, en un esfuerzo por dar al mercado -y a los fondos de inversión que componen su accionariado- la certeza de que “no se emborracharán” en inversiones que no tengan sentido. “No estamos obsesionados con ser los más grandes, sino los que más valor generemos”, afirmaba Reynés con rotundidad.

Esa simplicidad aplicada al negocio implicará meter la tijera: la energética quiere reducir considerablemente su presencia internacional, desde la treintena de países actuales a una decena. La clave para desprenderse de esas operaciones, dice Reynés, será “la masa crítica” que se tenga en ese mercado. El plan de desinversiones está marcado en 3.000 millones, pero 2.700 millones ya se han ejecutado, con lo que tienen cuatro años y medio para desprenderse de activos por otros 300 millones.

Con estas directrices, Naturgy centrará su desinversión en activos pequeños y no estratégicos, operaciones que tienen dispersas por distintos mercados y que no están aportando al balance como las presentes en Moldavia, República Dominicana, Panamá o Costa Rica. Horas antes de su junta de accionistas de este miércoles, la compañía anunciaba la venta de su participación en una mina de carbón de Sudáfrica y en una central de fuel en Kenia. Participaciones que “no eran estratégicas” en plena transición energética, destacaba el presidente antes de la junta.

Reynés asegura que no tiene presión para acometer estas desinversiones, al contrario de lo que se ha especulado tras la entrada del fondo CVC al capital de la energética. “Ningún accionista ha hablado de voluntad de desinvertir en algún gran negocio”, asegura el ejecutivo. Otra cosa, añade, es que se de una buena oportunidad, opción que se estudiaría, aunque insiste en que no ha habido ningún canto de sirena y en que ellos no iniciarán “proactivamente” ninguna conversación.

En este proceso, Naturgy espera que el peso del negocio internacional le coma terreno al español, pasando de 57% que representa España actualmente a como máximo un 40% en cinco años. Además, el objetivo es reducir su exposición al mercado y al impacto del tipo de cambio y ganar peso en los mercados regulados, elevando su proporción del 52% actual a un 70% para 2022.

Por último, en su esfuerzo por convertirse en una energética global, la energética reducirá el peso de esta tecnología en su mix para darle prioridad a la electricidad y al negocio regulado de redes. La proporción de gas pasará de un 57% en la actualidad a un máximo de un 40%; la electricidad gana diez puntos, hasta un 50%; y los servicios siete, hasta un 10%.

Menos inversión, pero mejor dirigida

La energética ajusta su inversión para los próximos cinco años, pero con intención de sacar mayor rentabilidad. El plan contempla una cifra de 8.400 millones, de los cuales 5.300 millones son oportunidades de crecimiento orgánico ya identificadas.

Se pondrá especial énfasis en el negocio de Gas y Electricidad, que se llevará 2.700 millones del capex; pero también en infraestructuras en Latinoamérica, con un 27% de la inversión (2.300 millones).

La apuesta por la energía ‘verde’ se traducirá en una inversión de 1.450 millones hasta 2020, de los cuales 930 millones se destinarán a España, avanzaba Reynés en abril. El nuevo plan estratégico marca como capex para la generación de electricidad en Europa para los próximos cinco años un monto de 1.296 millones, con intención de elevar el Ebitda de este negocio de 348 millones a 507 millones y casi triplicar la producción, pasando de 3,5 teravatios/hora (TWh) a 9 TWh en 2022.

Para alcanzar esta meta, Reynés apunta a proyectos en España y en el extranjero. “Ya hay proyectos asignados, no están ni desembolsados ni produciendo. En cinco años, la potencia instalada que tenemos será el triple”, apuntaba el presidente, asegurando que todo será crecimiento orgánico. La compañía se adjudicó 667 megavatios (MW) eólicos y 250 MW fotovoltaicos en las subastas que se celebraron el año pasado. Para poner en marcha estos proyectos prevé gastar 700 millones y alrededor de 165 millones, respectivamente.

Transcurridos los cinco años de este plan, Naturgy estima que el negocio de gas y energía aportará un beneficio bruto de alrededor de 1.700 millones. El negocio de infraestructura, en tanto, aportarán 1.600 millones en Europa, Oriente Medio y África (EMEA), unos 1.200 millones en el sur de Latinoamérica y otros 400 en el norte de la región.

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