Octubre de 2015. Repsol da un paso adelante. La situación lo requiere. Presenta su nuevo plan estratégico, el que le debe llevar hasta 2020. Y no es uno cualquiera. Con el barril de petróleo `Brent¿, de referencia en Europa, en los 43 dólares; con la deuda de la compañía por encima de los 13.000 millones de euros y multiplicando por 2,3 veces el resultado bruto de explotación de la empresa (ebitda) tras haber comprado la canadiense Talisman; con las agencias de calificación afilando las tijeras para recortar el `rating¿ de la petrolera; y con las acciones cayendo con fuerza y cotizando en torno a los 10,5 euros, la empresa consideró que había llegado el momento de afrontar la realidad, apretarse el cinturón, plantearse ahorros de costes y ajustes y defender su posición financiera y su calificación. Sintomáticamente, la compañía bautizó a este plan con el nombre de `Valor y resiliencia¿.

Menos de tres años después, y casi en el ecuador de su ejecución, la petrolera presidida por Antonio Brufau disfruta de un panorama bien distinto. La deuda está por debajo de los 7.000 millones de euros y ya es inferior al ebitda; la amenaza de las agencias de calificación ha remitido y mantiene su `grado de inversión¿; las acciones cotizan a 16,4 euros; la compañía vale más de 25.000 millones en bolsa; y el Brent se mueve en torno a los 75 dólares y este año incluso ha tocado los 80 dólares por primera vez desde 2014. Es decir, cotiza un 74% por encima del precio que marcaba cuando Repsol presentó su plan en 2015.

Este escenario es el que ha animado a la compañía a no contentarse con lo que había programado. A coger ese plan estratégico de corte defensivo para actualizarlo con otro más ambicioso. Y eso justo, la revisión del plan 2016-2020, es lo que va a hacer este miércoles.

UN ENTORNO MENOS ¿ÁCIDO¿

El plan presentado en 2015 estaba plagado de referencias a los ahorros de costes, las sinergias y la eficiencia como palancas principales de una etapa que se presumía complicada. Repsol, de hecho, se preparó para lidiar con un escenario extremo, al que denominó gráficamente como¿ácido¿, que básicamente consistía en preparar y dimensionar a la compañía para que fuera capaz de crear valor y ser rentable con un Brent a 50 dólares. Ahora, con el Brent en torno a 25 dólares por encima, las sensaciones ya son otras, incluso aunque los 75 dólares actuales son inferiores los 85 que manejaba para 2018 en el escenario base que también detalló en 2015.

Desde aquella perspectiva, Repsol definió como objetivos para 2020 un ebitda de 7.900 millones en el escenario ácido y de 11.500 en el escenario base. En 2017, su ebitda creció ya hasta los 6.723 millones de euros, el mayor del último lustro. También estableció como meta duplicar su producción hasta 2020, desde los 350.000 barriles equivalentes de petróleo al día que generaba entonces hasta otra cifras situada entre los 700.000 y los 750.000 barriles al día. En 2017 alcanzó ya los 695.000 barriles y en el primer trimestre ha alcanzado los 727.000.

Repsol cuenta, además, con otra potente palanca a su favor para encarar el futuro de otro modo: los cerca de 4.000 millones de euros procedentes de la venta del 20% de Gas Natural.

UN EURO DE DIVIDENDO

La mejoría lograda ya en 2017, con un beneficio de 2.121 millones de euros, empujó a la empresa a `descongelar¿ el dividendo y subirlo un 12,5%, hasta los 0,90 euros por acción.

Repsol, eso sí, sigue recurriendo a su programa de `Dividendo Flexible¿, con el que da a elegir entre cobrar el dividendo en dinero o en acciones, aunque también ha anunciado su voluntad de amortizar tantas acciones propias como se emitan con los `scrip dividends¿ de 2018 para neutralizar el efecto dilutivo que provocan. Sin duda, la política de dividendos de la petrolera será uno de los asuntos de los que el mercado estará más pendiente en la revisión que anunciará este miércoles.

A la espera de las `sorpresas¿ que Repsol proporcione, por ahora cuenta con el favor de los analistas. Según el consenso de mercado que Thomson Reuters recoge, pese a que acumula una subida del 12,5% en 2018 todavía cuenta con un potencial alcista del 4%, hasta los 17,29 euros. Además, de los 33 analistas que siguen al valor, 16 aconsejan comprar sus acciones; 13, mantenerlas; y cuatro, venderlas.