Quién no conoce a alguien que esté buscando una casa en Madrid, Barcelona u otra gran capital para alquilar y sus esperanzas acaban, en muchos casos, frustradas ante la cruda realidad.

Los precios suben porque la demanda no deja de crecer. Además, la oferta -en zonas más céntricas- resulta muy limitada ya que los pisos están en manos de palataformas como Airbnb, que reportan unos ingresos a los propietarios mucho más elevados. 

Hasta el propio ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, reconocía hace unos días que ya están observando una burbuja en los precios del alquiler, aunque descartaba que se fueran a imponer precios máximos.

Como consecuencia de esta situación, toca buscarse la vida. Compartir casa con otros tres o cuatro inquilinos se ha convertido en una salida para muchos, que soluciona en parte la necesidad de meterse en algún lado, aunque tampoco resulte precisamente asequible.

Hasta compartir casa sale por caro

“Entre unas cosas y otras, el alquiler y los gastos, la cosa se ponía en casi 400 euros”, comenta Adriana. Una joven de 27 años que se ha visto obligada a residir en Madrid para trasladarse cada día a la capital desde su casa materna, ubicada en un pueblo de Sierra de Gredos, “para evitar chuparme cuatro horas diarias de autobús, dos para venir y otras dos para volver”, apunta.

Ahora, la odisea de Adriana continúa. Andrés, su novio, acaba de conseguir una beca en una empresa por un año y han decidido buscar una casa para vivir juntos. Disponen, entre ambos, de 1.700 euros al mes. A partir, de aquí toca moverse. “Alquilar un piso en Madrid es una locura. En el centro, un estudio de 30 metros no baja de los 600 euros. Es Lo mínimo que te cuesta un piso decente. Un escándalo”, comenta la joven a EL ESPAÑOL.

En el centro, imposible; en la periferia, también

Descartada esta opción, tocaba tantear en una zona algo más retirada, pero bien comunicada con el centro de la capital. Moratalaz es la elegida, porque “allí viven los padres de mi novio”, acota Adriana. En principio, sería una buena opción, pero las primeras andanzas no han resultado muy esperanzadoras.

“El otro día contacté con una inmobiliaria para ver un piso por 675 euros. Estaba en una cuarta planta sin ascensor, la habitación sin amueblar, las paredes negras y los propietarios, según el agente, sin ninguna intención de pintar. Le pregunté si el precio era cerrado y me dijo que sí”, relata la joven su experiencia. O lo tomas o lo dejas.

"No busco una mansión, pero tampoco una pocilga"

Y para colmo, el argumento dado por el agente para rebajar las expectativas de la joven pareja sobre las condiciones de la vivienda. “Trabajamos todo el día y llegamos tarde a casa, pero luego queremos pisos con luz, arregladitos y amueblados”, me suelta", comenta Adriana, un tanto indignada. Replica que “no busco una mansión, pero tampoco una pocilga”, y ahí se acaba la cosa en este frustrado intento.

En otra inmobiliaria de Moratalaz se toparon de bruces con la realidad. “Los alquileres en el barrio se han disparado y encontrar uno de 650 euros ya era difícil”, asegura el comercial.

A partir de aquí, el asunto se complica. Por algo un poco más caro, de unos 750 euros, las condiciones resultan inasumibles. “Nos piden ingresos mensuales de 2.500 euros porque tienes que ganar dos o tres veces de lo que cuesta el alquiler”. O sea, imposible.

Qué pasa con... las ayudas al alquiler

Estas son las condiciones en las que se encuentran muchos jóvenes en las grandes capitales españolas cuando deciden emanciparse. No es de extrañar, por tanto, que el 37% de los jóvenes, entre 25 y 30 años, sigan viviendo en casa de sus padres. Muy por encima de la media europea. Solo en Italia, Eslovaquia, Croacia y Malta los jóvenes tardan más en abandonar el hogar paterno. En Alemania, Francia o los países nórdicos, ese porcentaje de emancipación supera el 80%.

Recuperar las deducciones fiscales eliminadas

Una situación reconocida por los expertos. “Los jóvenes no pueden ni comprar ni tampoco alquilar, por lo que es necesario tomar medidas, como, por ejemplo, recuperar las deducciones fiscales del 100% para los propietarios que alquilen a menores de 35 años”, explica Beatriz Toribio, directora de Estudios de Fotocasa, uno de los portales inmobiliarios más consultados.

En este sentido, y a pesar de las dificultades económicas, cree Toribio que “hay que aumentar el parque de vivienda pública para evitar atajar el problema social de calado que se avecina”. Mientras la media europea de este parque es del 20%, en España se queda en el 2,5%.

Sobre las causas de esta subida, aprecia Toribio la entrada de los fondos de inversión en el mercado residencial, el 'boom' del alquiler turístico y una ley que amenaza con tensar todavía más la cuerda. Tres asuntos que están detrás del vertiginoso incremento de las rentas, y que llevan a la responsable de Fotocasa a asegurar que “el alquiler va a seguir siendo caro”.

Síntomas de que se ha tocado techo

No obstante, abre una puerta a la esperanza. “El alquiler no va a subir tanto. De hecho, en zonas zonas donde antes se calentó el alquiler, como Baleares o el centro de Madrid, ya se percibe que los precios han tocado techo, con subidas mucho más contenidas o, incluso, con puntuales disminuciones interanuales”, comenta Toribio los últimos datos recabados por el portal.

Respecto al auge del boom del alquiler turístico, con los propietarios haciendo el agosto a través de plataformas como Airbnb, Beatriz Toribio lo reconoce, pero acota su importancia. “No es el único culpable. Si fuera así, los precios no hubieran subido de la manera que lo han hecho en toda España desde hace 3 años”, señala.

La renovación de contratos, último varapalo

La última gran amenaza que se cierne sobre el mercado español de alquiler se relaciona con las consecuencias de la aplicación de la Ley de Arrendamientos Urbanos. El pasado 1 de abril se cumplían 3 años de la entrada en vigor de la modificación, que permite ya a los propietarios rescindir los contratos firmados entonces.

“Se firmaron a precios mínimos y se renovarán ahora a máximos, con subidas medias de hasta el 50% sobre la renta actual", recuerda Beatriz Toribio. En Madrid y Barcelona, los precios medios en este periodo han subido 300 euros. Una media que, por un piso de 80 metros cuadrados, llega a 1.200 euros en Madrid y a 1.300 en la Ciudad Condal.