La irlandesa Ryanair acaba de sortear el turbulento trimestre que cerró 2017, pero las previsiones para este año no son más tranquilas. Como la misma aerolínea reconocía en su última presentación de resultados -correspondientes al tercer trimestre fiscal-, para su próximo ejercicio “no comparten el optimismo de sus rivales”.

La irlandesa tiene en el horizonte dos acontecimientos cuyo impacto no le es tan fácil calcular: la salida del Reino Unido de la Unión Europea en marzo de 2019 y el impacto que el conflicto soberanista en Cataluña está teniendo sobre su operación.

El consejero delegado de la aerolínea, Michael O’Leary, ha reconocido este martes que ambas situaciones son dos riesgos que tienen en cuenta en el corto y medio plazo. “El brexit es el mayor riesgo que tenemos por delante en los próximos 11 meses”, ha dicho el ejecutivo durante una rueda de prensa celebrada en Madrid.

O’Leary lleva meses advirtiendo del golpe que puede suponer el brexit para las aerolíneas y pide un acuerdo de transición que asegure que no se interrumpan los vuelos entre Reino Unido y la Unión Europea. La aerolínea mete miedo también a sus pasajeros alertándoles de que los billetes podrían dejar de ser válidos y clama a las autoridades saber las condiciones en que se producirá el efectivo divorcio para poder planificar sus horarios de verano.

En las últimas semanas, la irlandesa ha tratado de afianzar su posición para el momento en que el brexit sea un hecho consumado. Justo antes de Navidad, solicitó ante la Autoridad Civil de Aviación británica (CAA) un certificado de operador aéreo del Reino Unido (AOC) que, cuando sea concedido, le permitirá operar vuelos domésticos a través de una subsidiaria, Ryanair UK, y evitará que la compañía sea considerada como extranjera. Estas rutas domésticas en Reino Unido representan alrededor de un 2% del negocio de toda su red.

Otro de los movimientos con los que la irlandesa se anticipa a un posible 'brexit duro' y sus necesidades es abrir nuevas bases a las que poder desplazar los aviones que tiene en tierra británica.

En este sentido, los ejecutivos de Ryanair han reconocido que están en negociaciones en Francia -donde no tienen aún ninguna base- y que podrían abrir una o dos durante 2019. Así, en caso de que se complique la situación en Reino Unido, podrían desviar unos 50 aviones a estas bases o incluso a las españolas.

Según O'Leary, algunos de sus rivales, como Lufthansa o Air France, pueden tener más interés en que se produzca un brexit duro por el freno de movimientos que supondrá a nivel europeo y por el impacto que puede tener en British Airways que le podría llevar a decidir movimientos en su capital.

Situación en Cataluña

El conflicto político catalán sigue pesando sobre la operación de Ryanair. Aunque la irlandesa cree que los peores meses ya pasaron, todavía no nota un repunte en la demanda, por lo que se verá obligada a mantener el descuento extra de un 30% sobre sus tarifas para seguir llenando sus aviones.

"Los aviones se llenan gracias a la bajada de tarifas, esto nos permite seguir haciendo negocio en Barcelona y Girona", ha señalado el CEO de la low cost. Pese a la situación, la compañía asegura que seguirá apostando por mantener la inversión en España, un mercado que supone el 27% del total para el negocio de la compañía.

Según O’Leary, "la situación afecta a la estabilidad y todavía se mantiene. Este verano las tarifas serán más bajas que el año pasado. Hemos detectado nerviosismo en mercados como Reino Unido, Irlanda y Alemania a la hora de reservar viajes de fin de semana a Barcelona".

Aun así, la aerolínea espera crecer este año en España un 9% gracias a las 29 nuevas conexiones y a que incrementará las frecuencias en todas las rutas. Con este refuerzo, la compañía quiere alcanzar los 41,5 millones de pasajeros y estima que el tráfico aéreo en el país seguirá su buen ritmo de crecimiento. 

Negociación con los sindicatos

Aunque la aerolínea espera alcanzar los 138 millones de pasajeros, reconoce que sus tarifas se verán presionadas este verano y los costes van a aumentar: primero, porque esperan pagar más unos 300 millones más por el carburante; y, segundo, porque el alza de salarios de un 20% que está negociando en todas sus bases supondrá unos 100 millones a la compañía.

Esta última arista está dando a la aerolínea más de un dolor de cabeza. Después de cerrar un acuerdo con el sindicato de pilotos británico Balpa en el que les reconoce como interlocutores, algo histórico en una compañía que lleva en activo más de tres décadas, Ryanair sigue avanzando en el diálogo con los representantes en el resto de sus bases como anunció en diciembre que haría.

La negociación en España, sin embargo, parece haberse atragantado. Desde la aerolínea acusan al Sindicato Español de Pilotos (Sepla) de bloquear la votación para subir el sueldo a los pilotos españoles y advierten de que las acciones legales que pretenden iniciar fracasarán.

En el sindicato, sin embargo, indican que la empresa puso sobre la mesa el alza de salarios pero que su demanda principal era que se aplique la ley española a los contratos que suscriben con la irlandesa y que se elimine la figura del ‘falso autónomo’, conocida en sus filas como ‘contractor’, siendo contratados de forma directa todos los pilotos.

Las negociaciones se rompieron a finales de enero, aseguran, cuando detectaron “mala fe” por parte de la irlandesa al negarse a retirar de la propuesta dos cláusulas: la sumisión a la ley irlandesa y la figura del ERC. En esa primera toma de contacto, Ryanair puso sobre la mesa el alza salarial y Sepla accedió a votarlo siempre que se retiraran esas condiciones.

"Nosotros pedimos que todos los contratos sean españoles y todos los pilotos estén en plantilla. Accedimos a realizar la votación sobre esta subida salarial a través del Sepla, pero pedimos a cambio que se retirara de la propuesta, por un lado, la cláusula de sumisión a la legislación irlandesa y, por otro, que eliminaran la figura de ERC", explican fuentes de Sepla a este periódico.

La ERC es un representante de los trabajadores que designa directamente la empresa y que actúa como interlocutor para las negociaciones, la forma en que Ryanair ha trabajado a lo largo de sus tres décadas de andadura. Desde el sindicato se oponen firmemente a esta figura por considerar que no es una figura que defienda los intereses de los trabajadores y, por tanto, manifiestamente antisindical.

Sepla prepara dos demandas ante la Audiencia Nacional: una para que se pronuncie sobre la ley que debe regir la relación contractual y otra para que se declare ilegal la figura del ‘contractor’. Estos pleitos “tardarán meses o años en resolverse”, ha afirmado rotundo O’Leary. “Si quieren que nos veamos en los tribunales, nos veremos en los tribunales”.