Jordi Évole tenía razón cuando afirmaba que su programa 'Stranger Pigs' le supondría críticas por su forma de trabajar y por el acoso a la industria cárnica en general y a la empresa El Pozo en particular.

En un comunicado, El Pozo asegura que los animales que aparecen en su reportaje "jamás entrarían en la cadena de producción de ElPozo Alimentación" dado que "los controles estipulados por la legislación española y por la propia empresa hacen inviable esta posibilidad".

Subraya además que los veterinarios oficiales de la Administración que realizan su labor en la compañía, así como en todas las industrias del sector, inspeccionan permanentemente todos los animales que llegan a las instalaciones, antes y después de su sacrificio, y velan por el cumplimiento riguroso de las normas de seguridad alimentaria.

Cuando sólo grabas el lazareto

Dado que las imágenes que se emitieron se obtuvieron colándose en la granja de la mano de un grupo animalista, El Pozo argumenta que para la grabación se escogió lo que el el sector se conoce como lazareto o área de recuperación sanitaria. Esto quiere decir que se trata de animales que tienen algún tipo de malformación o enfermedad de nacimiento, que deben vigilarse para controlar su evolución y mejora y, si no se produce, llevar a cabo su sacrificio sanitario. "Así lo establece el código ético y deontológico de la ganadería española", explica la compañía, según la cuál son las revisiones veterinarias periódicas las que determinan qué animales deben ser sacrificados sanitariamente.

"Aquellos animales que finalmente no llegan a recuperarse son sacrificados sanitariamente por veterinarios autorizados, en la propia granja, conforme a la legislación vigente de bienestar animal (...) y son retirados por gestores autorizados oficialmente por la Administración", añade el grupo cárnico, que afirma disponer de "toda la documentación oficial que acredita este cumplimiento legislativo".

Insiste el grupo en que cuenta "con más de una veintena de certificados nacionales e internacionales que acreditan su estricto cumplimiento de todas las exigencias en materia de sanidad, seguridad alimentaria y bienestar animal".

Añade, además, que el sector contribuye a la riqueza nacional "con una balanza comercial positiva de más de 4.500 millones de euros y un volumen de negocio total de 15.000 millones de euros". Genera 300.000 puestos de trabajo directos y más de un millón indirectos, fundamentalmente en zonas rurales.

Alarmando a la sociedad con la alimentación

Más allá de las reacciones airadas de espectadores tras ver el reportaje. En un artículo publicado en Medium, la farmacéutica y experta en seguridad alimentaria Gemma del Caño lamentaba que el programa "hace daño a miles y miles de pequeños ganaderos honrados que cuidan de sus granjas". "Pero no contento con eso, se queda tan fresco alarmando a la sociedad con la alimentación y los antibióticos tergiversando un problema real para asustar. Porque el miedo vende, ¿verdad? Y lo sabe", subraya.

Asimismo, hubo quien señaló que la información publicada por Salvados ni siquiera era correcta en el momento de la emisión, lo que se deduce por las precisiones publicadas por el propio programa en el que señalan no sólo que las condiciones en la granja donde se colaron ya habían mejorado ya cuando se emitió, sino porque reconocen que, de haber problema, era puntual y no generalizado en la región de Murcia.

Asimismo, si bien es cierto que el dueño de la granja confirmó a Évole que sus productos se destinaban a consumo humano, lo hizo sin saber que se había colado en la granja y que sólo se había grabado la zona de recuperación.

Polémica también por la elección de la granja en concreto, teniendo en Cataluña la quinta cabaña porcina de Europa y la primera de España. Si bien aparecen en el reportaje granjas catalanas, en un caso es para hablar de ganadería ecológica y, en otro, para hablar de las condiciones laborales. La parte de colarse en la granja y filmar animales enfermos se la reservan a otra comunidad autónoma.

En todo caso, las críticas a posteriori de El Pozo o de la Interprofesional Interporc, que pedía intercesión a la ministra Isabel García Tejerina para que salga en defensa del sector tras la emisión del programa, probablemente hubieran sido más creíbles si se hubiesen prestado a participar activamente en el programa