Maliaño (Cantabria)

“Estamos dispuestos y podemos comprometernos”. Así de rotundo se muestra el presidente de Equipos Nucleares (ENSA), Eduardo González-Mesones cuando se refiere a la disponibilidad de la compañía para realizar el desmantelamiento de la ya clausurada central de Santa María de Garoña. Por el momento, la empres trabaja ya en lo que, avanza, será la oferta más competitiva. Pero habrá que esperar a que la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) haga la convocatoria para adjudicar el proceso de desmantelamiento, ha apuntado.

Para ENSA, aunque el cierre de la planta burgalesa es una mala noticia, supone una “gran oportunidad” para fabricar muchos contenedores en los que se almacenará el combustible gastado en el reactor después de cuatro décadas en funcionamiento. “(Garoña) nos va a dar la oportunidad de fabricar un número elevado de contenedores. La adjudicación se hará mediante concurso, no tenemos garantías de que vayamos a ser nosotros (los que ganemos), pero presentaremos la oferta más competitiva”, ha explicado González-Mesones, que preside la compañía cántabra desde 2012, a periodistas en un encuentro realizado en la sede de la compañía en Maliaño, a unos kilómetros de Santander.

Su objetivo, además, es asumir “todo el proceso”, desde el diseño de los contenedores hasta su fabricación, suministro y carga. El presidente de ENSA ha señalado que serán necesarias ligeras modificaciones sobre los modelos ya fabricados para la planta burgalesa. La compañía cántabra ha construido cinco contenedores Enun 52B para Garoña, aunque no han cargado ninguno hasta el momento.

Después de meses de tira y afloja, el Gobierno optó el pasado mes de agosto por echar el cierre definitivo a la central más antigua del parque español pese a contar con el respaldo del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) para seguir en funcionamiento. Por delante, más de una década para realizar su desmantelamiento y un coste, según la estimación de Enresa, que superará los 345 millones de euros. Pero antes de que llegue esta fase de desmantelamiento, que es la que asumirá Enresa, Nuclenor -operadora de la planta que se dividen al 50% Endesa e Iberdrola-, debe realizar las labores de predesmantelamiento: debe descargar el combustible gastado almacenado en la piscina, para lo que se necesita un nuevo almacén temporal individualizado, y acondicionar los residuos de baja actividad en El Cabril, el único almacén nuclear para este tipo de deshechos.

Concurso internacional para el desmantelamiento

Desde ENSA, empresa que pertenece a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), ven lejano aún el desmantelamiento. “Todavía está lejos de realizarse”, ha afirmado González-Mesones, ya que es necesario que Enresa abra un concurso público primero. A este concurso podrán concurrir empresas de todo el mundo, sus grandes rivales estadounidenses o japoneses, pero que son empresas a su altura, ha señalado. “Una vez que tengamos los papeles de petición de ofertas, con el conocimiento que tenemos, queremos hacer le mejor oferta tecnológica para realizar el desmantelamiento completo”, ha subrayado el presidente de la estatal.

El presidente de ENSA ha explicado que el desmantelamiento de Garoña conllevaría dos fases. Por un lado, el vaciado del combustible y, por otro, el desmantelamiento en sí de la propia planta. González-Mesones ha asegurado que la pública tiene el conocimiento y la capacidad de afrontar ambas fases, aunque para el desmantelamiento de la planta colaboraría con otras entidades.

¿Cuánto tardarían en realizar este desmantelamiento? En caso de ganar el concurso, ENSA considera que se puede extraer el combustible gastado de Garoña en un plazo de unos cinco años y asegura que tiene capacidad para completar el pedido de contenedores en tres años si fuera necesario. El potencial pedido de contenedores para Garoña sería una palanca importante para la empresa, ya que esta línea de negocio, la de la gestión de combustible, es uno de sus principales motores.

Desde ENSA saben que su forma de trabajar, con absoluta precisión, está muy valorada nacional e internacionalmente. Esta seguridad es la que les hace verse ganadores del concurso que abra Enresa para Garoña y aspirar al 100% de la cuota de mercado nacional en fabricación de contenedores. Hasta el momento, todos los contenedores fabricados y cargados en España han sido un trabajo de Ensa, aunque no todos los diseños son suyos, señala el presidente de la pública. Aun así, los reveses llegan. En el caso de la central de Cofrentes, en Valencia, la pública ha quedado segunda en el concurso de suministro de contenedores, por detrás de su rival estadounidense. "Estamos apesadumbrados", ha confesado González-Mesones. Aún así, la empresa espera poder colaborar con el nuevo adjudicatario.

Mantiene la rentabilidad

Según la compañía, en los últimos años han logrado mantenerse en números negros. La rentabilidad no es la misma que hace unos años, señala su presidente, pero no han tenido pérdidas. La cifra de negocio alcanzó los 73 millones de euros el año pasado y cuentan con una cartera de pedidos valorada en 222 millones para los próximos cinco años. Además de la gestión de combustible, que incluye la fabricación de contenedores y el desmantelamiento de instalaciones, ENSA tiene otras líneas de negocio como la fabricación de componentes o la división de ingeniería, que se encarga del cálculo, diseño y licenciamiento de componentes para centrales nucleares.

De hecho, hace unos días marcaron un hito en el mercado nacional al lograr el licenciamiento del diseño de su contenedor ENUN 24P para el transporte de combustible gastado. Con el visto bueno del Ministerio de Energía, la empresa cierra el proceso para lograr la licencia en España. Se trata del primer modelo que obtiene licencia nacional y que permite transportar combustible de alto grado de quemado.

Este contenedor permite almacenar y transportar 24 elementos de combustible gastado del tipo PWR (reactor nuclear de agua a presión), tanto por carretera, como por ferrocarril y mar. La empresa santanderina ha fabricado ya una unidad de este modelo. Su destino fue la central de Daya Bay, en Shenzhen (China) a mediados del pasado mes de mayo.

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