Somiedo

El día que Policarpo Herrero y José Tartiere esbozaron en 1907 lo que hoy en día es la central hidráulica de La Malva no imaginaron cómo iban a cambiar el destino de su tierra. Ni las carreteras que hubo que asfaltar para llegar al punto donde se levantaría la central ni la I Guerra Mundial pudieron contener la determinación de los vecinos del valle de Somiedo para sacar adelante el proyecto. Cien años después, la que fuera la primera planta de generación hidroeléctrica de Asturias y responsable de iluminar las principales ciudades de la región, se mantiene como un símbolo vivo de esfuerzo y desarrollo y un hito en el que su propietaria, el grupo Energías de Portugal (EDP), se apuntala para seguir desarrollando su negocio en España.

“La celebración de estos 100 años muestran la importancia de la energía en el desarrollo de la sociedad”, ha afirmado el presidente del consejo de administración ejecutivo de EDP, Antonio Mexia, durante el acto de conmemoración. La central de La Malva está operativa desde 1917. El grupo portugués entró en 2002 en el accionariado de Hidrocantábrico y desde 2004 tiene el control total. Además de esta instalación, la empresa lusa cuenta con otras diez centrales hidráulicas en Asturias y el 50% de la central de Salime. En conjunto, suman 433 MW de potencia instalada y posiciona a EDP entre los principales actores nacionales en el mercado energético con más de 2 millones de clientes en cartera.

Mexia ha defendido su apuesta por el mercado español, donde se han invertido “más de 10.000 millones de euros en poco más de una década” y donde EDP quiere “mantener su rol en igualdad de oportunidades y condiciones”. Las palabras del ejecutivo llegan en un momento caliente para el sector, con varios frentes abiertos y rumores de consolidación que le afectan directamente. Desde que saltaron las alertas el pasado mes de julio, tanto EDP como Gas Natural Fenosa han desmentido mantener conversaciones para una potencial fusión. En esta línea, el principal ejecutivo de EDP ha evitado referirse al tema por considerar que ambas empresas han sido claras en su postura.

Perspectivas para 2018

El consejero director general de EDP España, Javier Sáez de Jubera, tampoco ha querido añadir nada al respecto. El ejecutivo, sin embargo, ha esbozado las perspectivas de la compañía para el cierre de 2017 después de que el pasado mes de junio se formalizara la venta de Naturgas, su negocio gasista, y las perspectivas para el próximo ejercicio.

“Vamos a cerrar 2017 bien, es un año de transición en el que más o menos repetiremos los resultados de 2016, pero es un año un poco atípico. En junio se formalizó la venta de la distribuidora de gas y dentro de los resultados de EDP España era un bloque importante”, ha explicado Sáez de Jubera a este periódico. “Depende del año, nuestros resultados están sobre los 400 millones en Ebitda y el negocio del gas eran más de 120 millones, por lo que la comparación con 2016 se verá distorsionada”.

La plusvalía de esa operación, señala, hará que el resultado “sea impresionante”, “pero sin tenerla en cuenta, el resultado será peor porque el negocio gasista estará incluido en el primer semestre, pero descontará unos 60 millones en el segundo”. EDP España cerró 2016 con un beneficio neto de 438 millones, un 27% menos que el año anterior, y una cifra de negocios de 3.350 millones, 14% anual menos. A nivel global, el grupo tiene presencia en 14 países, entre ellos Brasil y Estados Unidos, y obtuvo un beneficio neto de 961 millones, un 5% más que en 2015.

Según Sáez de Jubera, desde el punto de vista de la generación, el próximo año será similar a este. En el ámbito comercial, la compañía mantiene “un crecimiento continuado en cliente doméstico”. “Somos la única compañía de las grandes -somos la cuarta en el mercado español- que en los últimos años estamos creciendo trimestre a trimestre. Crecemos nosotros y los más pequeños”, señala el ejecutivo. Según las cifras de 2016, EDP tiene el porcentaje más amplio en España de clientes duales de gas y electricidad, con 2,3 millones de contratos. “Tenemos un crecimiento de en torno al 5% en un mercado muy competitivo como es el doméstico. Además, nosotros partíamos de nuestras zonas de incumbencia -Asturias, Cantabria y País Vasco-, y ahora tenemos una cartera importante de clientes en Madrid, Galicia, Valencia y Andalucía”, agrega.

También tienen cartera de clientes en Cataluña, “pero menos”. Según el ejecutivo, han “bajado el acelerador” en esta comunidad “no por el tema político, sino por temas regulatorios”. Saéz de Jubera se refiere a la ley catalana aprobada en 2015 para combatir la pobreza energética. “Cataluña tiene una regulación especial que impide cortar la energía a los clientes que no paguen sin, prácticamente, ninguna defensa para quien suministra. Nosotros estamos en primera línea de batalla en defensa del bono social y de ayuda energética, pero creemos que tiene que haber mecanismos que lo regulen”, sostiene el ejecutivo de EDP.

Apuesta renovable

En marzo de este año el grupo EDP cerró la venta de Naturgas a un consorcio de inversores -entre ellos el banco de inversión JP Morgan, después de semanas de especulaciones. Ingresó 2.591 millones que, en parte, se han dirigido a afianzar la posición de la compañía en los proyectos renovables que tenía en propiedad compartida, además de lanzar una OPA interna para ampliar su participación en la filial de renovables, de la que controlaba un 77,5% de los títulos. La oferta pública concluyó a principios de agosto y el grupo alcanzó el 82,6% de la propiedad de EDP Renováveis. La filial de renovables alcanzó un beneficio neto de 56 millones en 2016, un 66% menos que en 2015, lastrada por la reestructuración de la deuda.

En cuanto a proyectos ‘verdes’ en los que estén interesados, el ejecutivo no concreta ninguna opción aunque afirma que la compañía siempre está atenta a oportunidades. En mayo pujó, sin suerte, en la subasta de nueva potencia renovable que lanzó el Gobierno español. Hace dos semanas, el consorcio que forma junto con Engie resultó adjudicatario de un contrato para el suministro de eólica marina en Escocia durante 15 años. El proyecto, Moray East, tiene previsto iniciar operación en 2022 cuando concluya su desarrollo. También con este socio está en la puja por el proyecto eólico marino francés de Dunkerque, donde compite con Iberdrola.

Una central centenaria

A la sombra del monte Gurugú y la margen derecha del río Somiedo, se erige La Malva, una central de tres plantas en armonía con el entorno que la rodea. Cuenta con una potencia instalada de 9,14 MW en generación. En sus primeros cien años de vida, la central ha generado más de 3 millones de MWh. Cada año, produce luz suficiente para abastecer a 10.000 hogares. Su construcción se inició ante la mayor demanda de energía eléctrica en Asturias y se consideró un lugar idóneo debido a la cantidad de agua de los lagos y ríos de la zona y los importantes desniveles. Se tardó cuatro años en construir el salto de agua, cuyas vías de acceso requerían 17 kilómetros de túnel y 570 metros de salto bruto en una orografía complicada. La central bebe de los ríos Saliencia y Valle, afluentes del Somiedo que tras unirse al Cigüeña y al Narcea, acaba formando parte del Nalón.

El rey, Felipe VI, acciona la palanca de La Malva, acompañado de Antonio Mexia. EDP

A Herrero y Tartiere, los artífices del proyecto, se sumó el ingeniero Narciso Hernández Vaquero, con quién ya habían alcanzado éxitos como el primer abastecimiento de agua potable para Oviedo. La central se proyecta entre 1912 y 1913 y supuso utilizar tecnología punta para la época en el casi inexplorado corazón asturiano. La Malva es, además, una de las pocas centrales eléctricas que está ubicada en una reserva natural. Este viernes, en el acto de conmemoración de su centenario, el rey Felipe VI ha accionado la palanca principal de la mesa de control como símbolo de su continuidad después de 100 años iluminando Asturias.