En un comparecencia ante la comisión parlamentaria que investiga el origen de la crisis financiera, Vilariño ha señalado que el problema es que los supervisores europeos crean que es posible vigilar a distancia a las entidades sólo "con los datos" y "con un ordenador".

En el caso del Banco Popular, intervenido por las autoridades europeas el pasado 7 de junio y vendido ese mismo día por un euro al Banco Santander, lo que una de las portavoces parlamentarias calificó de "regalo a la señora Botín", Vilariño explicó que lo más importante no era la solvencia ni la liquidez sino la "sostenibilidad de la entidad".

"Hay evidencias de que estaba dañado desde el principio en gran parte porque se metió en el negocio inmobiliario y en las hipotecas", dijo Vilariño, que insistió en que el supervisor, que ha estado durante años en contacto con la entidad, es "el único" que tiene alguna idea de su estado.

Sobre el coste real de la crisis, Vilariño lo cifró muy por encima de los 60.000 millones de euros que se calculan y explicó que hay que tener en cuenta el deterioro de las infraestructuras, por todos los años en que no ha sido posible invertir, así como todos los trabajadores que han tenido que irse al extranjero.

Para Vilariño, en el momento del rescate bancario (verano de 2012) el Gobierno tomó algunas decisiones con urgencia y lo hizo "bajo el síndrome del pánico", pues prefirió hacer "cualquier cosa" antes de tener que enfrentarse a un rescate europeo en toda regla.

Y todo esto, añade, está relacionado con la "pugna política" que siempre ha habido en España.

También recordó otras decisiones "apresuradas y forzadas" que se tomaron en aquellos momentos, como la fusión de antiguas cajas que dio lugar a Bankia, dos de ellas muy grandes y en muy mal estado (Caja Madrid y Bancaja), por lo que unirlas fue a su juicio lo peor que se pudo hacer.

"Bankia fue la peor de las soluciones", pero el objetivo de esa fusión era otro, dijo este economista, que recordó que en aquellos momentos en algunas entidades se hacía "contabilidad creativa" y se desviaban pérdidas a recursos propios en lugar de sacarlas de beneficios.

En cuanto a la recuperación económica de la zona del euro, no fue demasiado optimista, ya que explicó que una economía financiada al 0 % por el Banco Central Europeo (BCE) y que compra deuda "a mansalva" no es precisamente un signo de que las cosas vayan bien.

En los países de la eurozona, que no en España, el crecimiento es "débil y escaso" y sólo cuando se haga más robusto se podrá dar crédito sano, dijo.

En el caso de España, mostró su preocupación por el elevado nivel de deuda, del 100 % del PIB, un pesado "lastre que llevamos al cuello", por lo que no descartó que en algún momento haya quitas.

La gestión de una entidad financiera no se enseña en la universidad, hay que ser banquero y saber rodearse de equipos con criterio, las cosas no van mal solo si el que toma las decisiones es un político, lo malo es que se vayan imponiendo determinadas prácticas, dijo Vilariño.

A modo de ejemplo recordó que la antigua Caja Madrid presentó en 2007 unos beneficios de más de 2.800 millones de euros, parte de los cuales procedían de las plusvalías de la venta de la parte que tenían en Endesa.

"Hay muchos factores, pero yo sigo pensando en que el punto crítico fue la imprudencia, la euforia de aquellos que podían tomar decisiones", dijo.