“No hay lucha de poder, gracias a Dios”. Con estas palabras zanjaba Manuel Manrique, presidente de Sacyr, los rumores sobre una ‘guerra de asientos’ en el consejo de administración antes del verano. Una asonada que venía provocada por los grandes movimientos accionariales que se vivieron: el ascenso del empresario José Moreno Carretero como segundo accionista; y la toma de posiciones del grupo canario Lopesán hasta lograr el 2,5% de los títulos de la constructora.

Pasado el letargo veraniego los tambores de guerra han aflojado, pero ninguno olvida que Manrique se comprometió a “una reflexión” sobre el futuro del máximo órgano de la compañía. Este jueves se verán las caras en una nueva reunión para aprobar las cuentas del segundo trimestre y, aunque no está previsto abordar el tema, seguro que está en algunas conversaciones entre consejeros.

Fuentes cercanas al presidente de la constructora recuerdan que su promesa sigue vigente, sobre todo porque hay que adaptar la estructura del consejo a los códigos de buen gobierno; lo que implica dotarlo de una mayor presencia femenina que, actualmente, se ciñe a Isabel Martín Castella.

Así que ahora la comisión de nombramientos y retribuciones debe estudiar cómo llevar a cabo una reforma que se antoja complicada. El actual equipo tiene 14 miembros, y se podría incrementar -según los Estatutos- hasta 19. Sin embargo, sería necesario aprobarlo en Junta, lo que complicaría y dilataría los cambios.

Por dónde van los tiros

¿Lo más probable? Un ‘juego de las sillas’ que contente a las partes implicadas. En primer lugar, a Moreno Carretero. Su intención es pasar de un puesto a tres, y no está dispuesto a renunciar. Su entorno considera necesario que sea así, dado que es vital que el consejo represente fielmente la posición accionarial de Sacyr.

Implicaría que alcancen el mismo número de sillas que tiene Demetrio Carceller. El máximo accionista gracias a una concertación de acciones entre Disa y Grupo Satocan que le otorgan el 14.7% de los títulos. Así que tiene mucho que decir en todo esto.

Sin embargo, el entorno de Moreno Carretero asegura que, por ahora, no van a presentar batalla. Todo lo contrario. Su entorno asegura que es momento de sumar por el futuro de la compañía, así que dan un cierto margen para comprobar de qué manera se lleva a cabo la reforma de Manrique.

Una postura similar a la que mantiene el grupo Lopesan. Consideran que les corresponde un puesto en el consejo; pero entienden que, por ahora, hay margen de maniobra. Se mantienen a la expectativa, y no quieren ser un elemento que introduzca distorsión en el día a día. Eso sí, los canarios insisten en que aspiran a contribuir a la gestión de la empresa.

Una suma rápida, habida cuenta de que el empresario castellano manchego cuenta ya con una silla, es que hacen falta otras tres; lo que dejaría fuera a la mayor parte de los independientes. Así que, para no chocar con el buen gobierno, habrá que buscar fórmulas alternativas.

El futuro

Esa va a ser la principal batalla de Manuel Manrique de cara a las próximas semanas. Más que nada porque muchas miradas están puestas en su hijo Gonzalo, que representa a Cymofag, la sociedad a través de la que Manuel Manrique que controla el 1.55% del capital tras la venta de títulos que hizo para financiar préstamos bancarios.

Es decir, cuenta con dos asientos, los mismos que tiene el tercer accionista, José Manuel Loureda, con casi el 8% de las acciones. 

Muy lejos están los tiempos en los que Manrique tenía el 5% del capital social, y ostentaba dos puestos (el de su empresa y el Ejecutivo). Así que hay voces que amenazan con cortar uno de ellos, y no parece que vaya a ser el de la presidencia. Al menos, de momento.

Comienza, por tanto, el juego. Tiempo para la paz. Pero el reloj sigue corriendo. Al menos, mientras los resultados sigan acompañando y la deuda se mantenga en niveles razonables. Este jueves el consejo aprobará los números del segundo semestre del año, que llegan en plena oleada de recomendaciones por parte de los analistas.

Tic, tac. El tiempo corre.

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