La recaudación fiscal a través de los impuestos que gravan a la totalidad de las labores del tabaco (Impuestos Especiales e IVA) sumó 9.111 millones de euros en 2016, lo que supone un aumento del 39% respecto a 2002, mientras que las tabaqueras ingresaron un 16% menos, hasta 1.737 millones de euros.

Por su parte, los minoristas, es decir los estancos, ingresaron un 25% en estos doce años, al pasar de 806 millones de euros en 2002 a 1.010 millones de euros en 2016.

"Todo el mundo ha ganado, menos la industria", ha subrayado el vicepresidente de Japan Tobacco International (JTI), Miguel Luengo, quien ha resaltado en este sentido que la industria tabaquera necesita subir "moderadamente" los precios del tabaco y recuperar las ganancias perdidas, fijando un suelo y una estructura fiscal "más rebalanceada".

En 2016, las arcas públicas obtuvieron 9.111 millones de euros, casi 250 millones de euros más que en 2007, antes de la crisis, mientras que las tabaqueras ingresaron casi 200 millones de euros menos.

"No estamos diciendo que bajen los impuestos, sino que se reequilibren", ha afirmado Luengo, ya que, en su opinión, un alza fiscal no necesariamente se traduce en mayor recaudación.

Para ello, la tabaquera propietaria de Camel y Winston aboga por establecer un marco que genere confianza a las compañías para subir precios, actualizando el mínimo impositivo basado en cambios del precio medio del año anterior, y modificar la estructura para incentivar futuras subidas de precios, balanceando hacia un menor peso de ad-valorem.

En opinión del vicepresidente de JTI, la recaudación es directamente proporcional a los precios, no a los impuestos. En este sentido, ha señalado que el Estado recauda más cuando es capaz de generar un entorno de subidas "moderadas" de precio, no necesariamente cuando sube los impuestos.

"Es necesario fijar un impuesto mínimo que dé seguridad en las subidas de precio", ha afirmado. En los últimos tres años, la recaudación ha permanecido estable porque el volumen se ha mantenido, ya que no ha habido incrementos "significativos" ni de impuestos ni de precios.

Luengo ha señalado que el Gobierno tiene ahora, con los Presupuestos Generales del Estado (PGE), una ocasión para solventar este problema y ha vuelto a insistir en que el objetivo es la estabilidad del mercado, aunque ha dudado que el Ejecutivo vaya a retocar los impuestos en los PGE.

INVESTIGACION DE LA CNMC

El vicepresidente de JTI se ha referido también a la investigación de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) a varias tabaqueras por posibles prácticas anticompetitivas en el mercado de fabricación, distribución y comercialización de cigarrillos, consistentes en eventuales acuerdos de precios o condiciones comerciales.

Tras señalar que JTI no ha sido inpeccionada, Luengo ha resaltado que es "sano" que un mercado como el del tabaco tenga sus inspecciones. "Es sano que eso ocurra; la historia del tabaco siempre ha sido así, si hay concertación ¿por qué nos peleamos tanto?", ha indicado Luengo, que ha tildado de show mediático el comportamiento de algunas tabaqueras competidoras tras el alza fiscal del Gobierno a finales de 2016.

La primera en reaccionar precisamente fue JTI el pasado 9 de diciembre, que subió 20 céntimos el precio de algunas de sus marcas.

Posteriormente, una semana después, el 16 de diciembre, Philip Morris decidió elevar diez céntimos el precio de sus marcas de cigarrillos Marlboro, Chesterfield y L&M, mientras que Altadis encareció otros diez céntimos el precio de Ducados, Fortuna y Nobel el 21 de diciembre, al tiempo que decidió mantener la tarifa de la cajetilla blanda de Fortuna en 4,45 euros.

La decisión de la tabaquera propiedad de Imperial Tobacco de no tocar el Fortuna blando provocó que Philip Morris diera marcha atrás el 24 de diciembre y decidiera bajar el precio de sus marcas Marlboro y Chesterfield en un entorno que ya amenazaba con una guerra de precios en el sector.

Tras el movimiento de la estadounidense, Altadis volvió a mover ficha y decidió finalmente incrementar 10 céntimos el precio de la cajetilla blanda de Fortuna el pasado 28 de diciembre, lo que provocó que Philip Morris aumentara de nuevo sus precios.

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