El empresario argentino Martín Varsavsky recibe una sorpresa en forma de factura telefónica: le cobraban más de 2.000 euros de roaming tras una visita a Francia. Él ya estaba desvinculado de Jazztel, la compañía de telecomunicaciones que fundó a finales de los 90. Y fue ese clic que puso en marcha la maquinaria para crear Fon.

¿Por qué no compartir conexión sobrante a través de un router inteligente que ceda los 'megas' no utilizados? Era 2005 y la wifi juega un papel clave en un mundo en el que los móviles no eran la puerta de acceso principal a internet. Once años después la empresa cuenta con acuerdos con las principales telecos europeas y supera los 30 millones de euros de ingresos. Su objetivo ahora, con su fundador fuera del día a día, es seguir creciendo en un segmento con más competencia, en el que hay grandes compañías ambicionando su parte del pastel.

A por el wifi

Su primer objetivo fue crear una red de puntos de conexión a través de esos routers. Durante años vendieron las llamadas foneras a clientes que se comprometían a ceder esa parte de la conexión que contratarán a otros usuarios. La contraprestación: podrían usar esas mismas conexiones con clientes Fon. En total han sumado 20 millones de puntos.

El siguiente paso fue acordar con las grandes compañías de telecomunicaciones para colaborar. Al principio la compañía era vista como el enemigo: ofrecía wifi abierto a los usuarios a través de esos routers. Sin embargo, acabó convenciéndolos de que acabar pactando era la mejor solución para ambas partes.

Fon introducía su tecnología en los aparatos aportados por las telecos. A cambio crecía a más velocidad en grandes ciudades europeas y le aportaba ingresos indirectos a estos gigantes. El modelo: un reparto 50%-50% de los 3 euros por día que se cobran a quien usaba la red sin ser usuario. British Telecom, Belgacom, Deutsche Telekom… Una de las últimas es Vodafone, que cerró el acuerdo para operar en España. En total hoy cuenta con una veintena.

El siguiente paso fue desarrollar tecnología propia para vendérsela a grandes consumidores de wifi: empresas, organizaciones, instituciones, etc. Con ella podrían gestionar muchos puntos de conexión a la vez. “Tenemos una empresa en Japón con 30.000 restaurantes y que nosotros le aportamos la tecnología para contar con una herramienta con la que gestionar la wifi de esos establecimientos”, apunta.

Ahora, a facturar

Su foco está en crecer, pero también en lograr rentabilidad. En plena expansión de estos routers (foneras) el margen de beneficio era mucho más estrecho. “Antes teníamos mucho hardware; más de cinco millones de routers vendidos te daba una facturación grande… Pero ahora lo que queremos es ir a por más márgenes”, apunta Puregger. La clave para él es ser rentables y para ello deben andar con pies de plomo: “Hay que ir un poco con cuidado; a lo mejor, no hacemos muchos proyectos a la vez”.

En 2015 sumaron 32 millones de euros de facturación, según sus propias cifras. La compañía tiene su sede fiscal en el Reino Unido y en España cuenta con una sucursal. Fon presenta sus cuentas anuales en Companies House (similar al Registro mercantil español) y son auditadas por KPMG. Estarán disponibles en las próximas semanas.

Ahora su objetivo es ir incrementando ese volumen de ventas pero centrándose en dos líneas: los ingresos compartidos con las telecos y el desarrollo de tecnología propia.

Para ello hoy cuentan con un equipo de 150 trabajadores. En España cuenta con las operaciones y el negocio con Vodafone, con quien llegó a un acuerdo comercial. Luego cuenta con oficina no sólo en Reino Unido, donde está la matriz de la empresa, sino también en Japón, Río de Janeiro (Brasil) y Australia.

La compañía tiene muchas esperanzas depositadas en Europa. Es ahí donde se concentra el grueso de su facturación. Desde hace varios años se habían puesto los objetivos en China y Estados Unidos. El primero lo han dejado a un lado al ser un “mercado complicado”. El segundo lo han empezado a abordar con un acuerdo con la operadora AT&T.

Varsavsky, máximo accionista

Puregger se convirtió el pasado año en el sucesor de Vasvasky al frente de la compañía. Fue un relevo natural para el que había ejercido siempre como número 2. Hay quien interpretó su salida como una forma de dejar de lado a un proyecto que no iba bien. ¿Es acertada esa visión?

“Es justo al contrario; ha visto que funciona bien, que tenemos una empresa y que tenemos opciones que no tenemos antes…”, apunta el actual CEO, que insiste: “Si esto pasa después de 3 años la señal es otra; si es después de 10 años, la decisión es comprensible”. Pese a su salida –ahora está al frente de una empresa tecnológica centrada en la fertilidad- hoy sigue manteniendo la mayoría accionarial, sin que haya llevado a cabo ninguna venta.

Sin necesidad de capital

En enero de 2014, el titán tecnológico fabricante de chips para móviles Qualcomm y Deutsche Telekom protagonizaban una ampliación de capital de 14 millones de dólares en la compañía. Era el último paso de una carrera por inyectar capital en el que lograron la confianza de compañías tecnológicas como Skype o Google, telecos como British Telecom o firmas de capital riesgo como Index Ventures (Blablacar, Dropbox, Facebook, Supercell), Sequoia Capital (Google, Paypal, Whatsapp, Youtube, Instagram) o Atómico (Jobandtalent, Hailo).

¿Buscarán más? La realidad es que no quieren acudir más al mercado. Ya recaudaron 71 millones de dólares en un total de cinco inversiones. “No lo necesitamos tenemos caja suficiente y somos rentables”, resalta Puregger.

Conversaciones de compra

Con capital riesgo en el accionariado, es evidente que esos fondos querrán salir en algún momento. Si no hay nuevas rondas de financiación en el horizonte que les permitan desinvertir, no quedan muchas más opciones. “No tenemos presión de tener que vender mañana; tenemos la suerte de tener inversores a largo plazo”, resalta Puregger.

Para él, y para el equipo fundador, la salida a bolsa es la forma más natural para dar ese nuevo paso. Pero ni tienen plazos establecidos para ese estreno bursátil, ni tampoco una posible operación de venta. Y no porque no haya conversaciones. “Más que tener una oferta en la que tengamos que decir  o no, sí hay interés pero nada concreto… No lo estamos buscando, lo que queremos es potenciar el proyecto en 2 o 3 años”, apunta.

¿Wifi como negocio con futuro?

Puregger reconoce que en este tiempo ha habido varios picos de mucho interés alrededor del wifi y el negocio que se puede construir en torno a ella. “Fue muy popular hace diez años y también cuando se presentó el iPhone…”, explica el directivo. Hace cuatro años, con la expansión del 4G, muchos pensaban que proyectos como el suyo perdían todo el sentido. Ahora, con el desarrollo de tecnologías que se usarán fuera y que necesitarán mucha banda ancha, vuelve otra vez al candelero.

“Ahora estamos en una fase de realismo: el wifi tiene que jugar un papel muy importante”, opina el consejero delegado. Y para él la clave estará en cómo combinar la experiencia de conexiones móviles del futuro (como el 5G) con el wifi. Sea como sea, la batalla ahora no será tanto con Facebook o Google, que están invirtiendo en infraestructura y despliegue de wifi para países y zonas con poco desarrollo tecnológico. “En tres años casi todas las telecos van a tener algo similar, desarrollado por ellos o por empresas como nosotros”, advierte. La lucha por rentabilizar estas conexiones se recrudecerá.

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