Su fuerte crecimiento ha puesto en alerta al sector del transporte en autobús. Tanto que se han visto las caras en los tribunales por una denuncia por competencia desleal. Se atribuye 2,5 millones de usuarios registrados en su plataforma. Sin embargo, el negocio declarado en España por la francesa BlaBlaCar sigue siendo minúsculo.

El primer año completo en el que operó cobrando una comisión por cada viaje cerró con menos de 900.000 euros de ingresos gracias a que todo su negocio se factura a través de su matriz francesa, Comuto SA. Para contextualizar, el sector de transporte ‘tradicional’ por carretera movió ese mismo ejercicio 4.900 millones de euros.

En 2014, BlaBlaCar llevaba operando cinco años en España. Y decidía empezar a cobrar una comisión por la gestión de los viajes (hasta ese momento era gratis). Era el mes de junio. Esta decisión representaba un punto de inflexión en toda regla. Unos meses después, en octubre, se constituía Comuto Iberia. Es la filial española con la que opera desde entonces.

El ejercicio 2015 fue el primero que completó la sociedad en España y también el primero en el que se vieron los efectos en su negocio de la comisión respecto al precio pagado por plaza del coche compartido. ¿Cuánto ingresa (y gana) la compañía? La respuesta rápida: es imposible saberlo.

Sobre el papel, la compañía ingresa 890.000 euros. Es la cifra que está plasmada en sus cuentas, a las que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. Es siete veces superior a los 124.000 que declaraba en el ejercicio anterior (cuya actividad ocupó la mitad del año). Con esa facturación, logró unos beneficios netos de 28.300 euros. Es decir, de cada 31 euros ingresados, uno es ganancia. ¿Y el impuesto de sociedades pagado? Ascendió a algo menos de 10.000 euros.

Sede fiscal: Francia

El problema es que esa cifra de negocio no es la real. Su estructura societaria es similar a la de otras grandes multinacionales tecnológicas. Su filial española factura a la matriz sus servicios de marketing y promoción de productos y cuenta con una plantilla de apenas 9 trabajadores (todo el desarrollo y tecnología se concentra principalmente en Francia). Pero hay una diferencia muy importante: la sede de la empresa principal no es Irlanda o Luxemburgo, sino Francia, país de origen de la empresa y de sus fundadores.

Hoy, las diferencias tributarias entre España y Francia no hacen que, a priori, sea más atractivo concentrar toda la facturación en el segundo país. De hecho, el país galo tiene un tipo impositivo en Sociedades del 33,3%. En España, llega al 25% tras la rebaja aprobada para este 2016. En los dos ejercicios cerrados por la empresa no ha habido ningún tipo de inspección ejecutada por la Agencia Tributaria, según se desprende de ambas memorias.

¿Cómo saber el negocio real?

Con todo, es casi imposible saber el negocio real. Por un lado, la compañía mantiene en secreto el número de viajes (y de plazas ocupadas) que se hacen mensualmente en España. Su justificación: darían pistas a la competencia. Con esa cifra se podría estimar el volumen de dinero movido en el mercado español y, a la postre, la facturación. Hasta hoy sólo ha aportado el número de usuarios registrados, que a finales del año pasado sumaban 2,5 millones.

Según informaba el diario francés Le Figaró, la compañía estaba incrementado al 100% anual su facturación y esperaba superar la barrera de los 10 millones de euros en 2014. No hay referencia de compañía con datos actualizados con la que poder comparar las cifras de BlaBlaCar. Uno de sus más directos competidores, Amovens, no ha presentado aún sus cuentas de 2015. En 2014 sumó apenas 52.000 euros de facturación, pues en aquel año no había impulsado nuevas líneas de negocio (como el alquiler de coches entre particulares) al margen de su servicio gratuito alternativo al de la empresa gala.

Un proceso judicial abierto

Al margen de las cifras económicas, BlaBlaCar sigue pendiente de la resolución del proceso judicial abierto tras la denuncia de la patronal del autobús por competencia desleal. La tramitación de un informe sobre el expediente sancionador abierto por la Comunidad de Madrid a la empresa ha retrasado la sentencia del juez.

Este viernes es el último día para que ambas partes presenten las conclusiones. Y será el juez el que tenga que preparar todo para dictar sentencia. Ésta, con toda probabilidad, no llegará hasta después del parón de agosto.

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