Bruselas

La presidenta del Banco Central Europeo (BCE) ha asegurado este lunes que la economía de la eurozona no muestra "signos de recalentamiento" como la de Estados Unidos y ha vuelto a insistir en que no se precipitará a la hora de retirar los estímulos monetarios pese a la actual escalada de precios. Christine Lagarde intenta de nuevo corregir su discurso del pasado 3 de febrero, cuando por sorpresa endureció el tono frente a la inflación y señaló una posible subida de tipos de interés antes de fin de año.

La amenaza de la inflación ha protagonizado la comparecencia de Lagarde ante la Eurocámara para celebrar el 20 aniversario del euro y debatir el informe anual del BCE. La inflación en la eurozona marcó un máximo histórico del 5,1% en enero debido al encarecimiento imparable de la energía, lo que ha causado "sorpresa" y "preocupación" entre los banqueros centrales. A corto plazo, dominan los "riesgos al alza" en la evolución de los precios.

"Es probable que la inflación se mantenga elevada durante más tiempo de lo esperado, pero que disminuya en el transcurso de este año", ha subrayado la presidenta del BCE.

"En nuestra evaluación de las perspectivas de inflación, debemos tener en cuenta que las condiciones de demanda en la eurozona no muestran los mismos signos de sobrecalentamiento que se pueden observar en otras economías importantes. Esto aumenta la probabilidad de que las presiones actuales sobre los precios disminuyan antes de afianzarse, lo que nos permitirá cumplir con nuestro objetivo del 2% a medio plazo", sostiene Lagarde.

En este sentido, la presidenta del BCE ha puesto el énfasis en que los indicadores de mercado apuntan a que la inflación volverá al 2% en 2023 y se estabilizará en torno a este nivel a partir de entonces. "El sólido anclaje de las expectativas de inflación a largo plazo en la eurozona es un hecho tranquilizador, que se produce después de un largo período en el que éstas fueron débiles", ha afirmado.

Lagarde ha dado a entender además que la actual escalada de precios de la energía, en lugar de provocar una espiral inflacionista, podría tener el efecto contrario. Es decir, al reducir el poder adquisitivo de los hogares y los beneficios de las empresas, la subida de la luz podría en realidad acabar reduciendo la actividad económica y la inflación a medio plazo.

Por todo ello, la presidenta ha insistido en que el BCE no se precipitará en sus decisiones y se basará siempre en los últimos datos disponibles. En primer lugar, el Consejo de Gobierno seguirá reduciendo "paso a paso" la compra de deuda durante los próximos meses, tal y como se decidió en diciembre. Sólo cuando se haya puesto fin a la adquisición de activos, empezará a debatirse una subida de tipos, ha señalado.

"Hay una secuencia definida entre el final de nuestras compras netas de activos y la fecha de despegue. No se producirá una subida de tipos antes de que finalicen nuestras compras netas de activos", ha insistido Lagarde. Además, ha repetido en varias ocasiones, "cualquier ajuste de nuestra política será gradual".

"En vista de la incertidumbre actual, necesitamos más que nunca mantener la flexibilidad y la opcionalidad en la conducción de la política monetaria. Nuestra política monetaria siempre depende de los datos, y esto es aún más importante en la situación a la que nos enfrentamos en este momento", ha apuntado la presidenta.

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