Digitalización. Es la palabra de moda en todos los sectores, y su adopción en el lenguaje popular se ha acelerado con la llegada de la pandemia. Un proceso en el que la tecnología va ocupando cada vez más espacio, y que ha venido para modificar por completo la economía y la sociedad global. 

Toca adaptarse y analizar cómo nos va a impactar todo ese cambio con una de las personas que más sabe de este proceso. Javier Rodríguez Zapatero ha desarrollado buena parte de su carrera en Internet. Ha sido director general de Google España, Portugal y Oriente Medio entre 2008 y 2016; trabajó en Yahoo y ahora es presidente de la escuela de negocios Isdi.  

Una trayectoria online que le permite hablar con autoridad de la España que viene en el mundo digital. Lo hace en conversación con Invertia tras publicar una España Digital (Deusto, 2020) en donde ofrece su visión de los cambios que necesita nuestro país para no perder el tren. 

¿Cómo es la cultura digital?

Representa la forma de entender el mundo en el siglo XXI. Es la revolución tecnológica la que le está dando nombre, y es una cultura en la que todo ocurre deprisa. Hay que acostumbrarse a convivir con una tecnología que cambia rápidamente, que transforma nuestra forma de hacer y nuestra forma de pensar. Es muy difícil adaptarse a ella. 

Una de las clave de esa transformación pasa por modernizar y digitalizar la Administración y las estructuras del Estado, ¿por dónde empezamos? 

Por tener políticos preparados para entender cómo funciona una sociedad digital, cosa que hoy no hacen. Si eso no ocurre no se puede plantear y cambiar la Administración Pública y el sistema político que tenemos. A partir de ahí hay que entender que la tecnología está aquí para hacernos más eficientes. 

El blockchain y la Inteligencia Artificial eliminarían muchas tareas de los funcionarios, los haría más eficientes y permitiría liberar el talento que hace falta en el mundo de lo público. 

¿Y cómo es la sociedad digital? 

Se está formando ahora mismo, por lo que es complicado definiarla. ¿Cómo me gustaría que fuera? ¿Cómo me la imagina? Pues una sociedad que sería abierta, flexible, rápida y capaz de aprender constantemente. 

Lo que diferencia a esta sociedad de las anteriores es que antes teníamos una promesa social de que si estudiabas en la universidad tenías una vida más o menos solucionada. Ahora esto no está garantizado. 

La tecnología cambia y las habilidades caducan, hay que estar en constante aprendizaje y cambio. 

Pero una de las premisas de esa nueva sociedad digital debería ser que nadie se quede atrás, ¿no le parece? 

¡Claro! Es que la filosofía debe ser que nadie quede atrás. La diferencia entre unos y otros va a crecer cada vez más y eso va a incrementar todavía más la diferencia en los niveles de reparto de la riqueza. 

La tecnología, en cambio, es barata y nos permitirá repartir la riqueza, y para eso la clave es la educación. Hay que cambiar el modelo educativo que tenemos. Es la única manera de que nadie quede atrás y que todos tengamos las mismas oportunidades. Es el mayor cambio que tenemos por delante, mucho más que el cambio político. 

El problema es que la educación está politizada, mire lo que ocurrió con la Ley Celaà, ¿ve factible un gran pacto por la educación de la sociedad digital? 

Hasta ahora hemos sido incapaces de hacerlo. Los primeros culpables somos nosotros, la sociedad civil. La Educación no es uno de los grandes problemas de la sociedad, nadie lo dice en los barómetros del CIS. Eso hay que hacérselo mirar. Tenemos que ser muy exigentes con el modelo educativo de nuestro país. 

A mí me resultó decepcionante ver en el Congreso a una bancada aplaudiendo y a la otra gritando al aprobar una ley sin consenso. Es un fracaso para los españoles. Es una norma en la que no se han tratado los temas que realmente necesitan reformarse en nuestro modelo educativo. 

¿Qué cambios se necesitan en el modelo educativo? 

Yo empezaría por abajo. Necesitamos una educación básica de primer nivel. Eso es esencial. 

Para lograrlo lo primero es revisar el rol del profesor. Me da pena que entrar en Magisterio sea tan fácil, con independencia de que tengas vocación o no. Puedes acceder con una nota de corte de 8 o 9, en Ingeniería necesitas 13. 

Debemos elevar el nivel de exigencia. El profesor, el maestro, debe ser alguien con vocación y muy preparado. Hay que evaluar su vocación, su conocimiento y pagarlo mucho mejor.  Un profesor en Finlandia gana tres veces más, pero son un referente social, algo que aquí no ocurre. 

Incorporar también la tecnología como parte de la educación, como una ayuda. El profesor debe ser un sherpa del conocimiento, y debe identificar itinerarios que ayuden a sus alumnos. ¿Por qué no conectar con un profesor que está en el otro extremo del mundo? Eso es algo que la tecnología permite actualmente. 

¿Qué hacemos con la Universidad?

En la Universidad lo que hago es una reflexión. ¿Dónde están ahora mismo nuestros centros universitarios? Sólo hay tres públicos entre los primeros 500 centros del mundo. La pregunta que debemos hacernos es qué está pasando y por qué está tan lejos de la realidad. 

Pero la respuesta es sencilla. Es una institución de hace dos siglos pensada por el profesorado y para el profesorado. No se piensa en el alumno ni en la sociedad. Eso tiene un yugo adicional, que es el que la propia administración y la legislación a su alrededor la hacen muy rígida. 

En definitiva, que la Universidad tiene un problema: habría que dibujarla casi desde cero. 

¿Cómo sería la Universidad ideal? 

Aquella en la que el alumno y la sociedad están en el centro, donde la formación se haga aplicada a casos prácticos y a soluciones científicas reales. Que no se haga todo en base a investigaciones que estén destinadas a llenar el CV de los profesores para que tengan su labor investigadora cubierta. 

La Universidad debe nutrirse de la empresa para explicar qué pasa, porque la innovación ahora está en buena medida en la empresa privada. 

En definitiva, debe ser flexible, estar metida en la sociedad y ligada con la empresa. Si vemos que los cinco próximos años habrá casos de uso de blockchain o de Inteligencia Artificial, ¿qué hacemos que la universidades no están trabajando en estas líneas? 

Las cátedras público-privadas son escasas y están pensadas para dotar de presupuesto de investigación a los profesores que están dentro. Habría que dejar que entre el aire porque están muy viciadas. 

Permítame que le cambie el tercio, porque una de las claves de las reformas que vienen está en cómo gestionemos los 140.000 millones que llegan de Bruselas, ¿cómo los invertimos? 

Es la pregunta del millón. Lo único que pido es que vayan esencialmente a inversión y no a gasto. Lo que hay que hacer es invertir en áreas que cambien el modelo productivo. Tenemos una oportunidad única. Es un momento de ahora o nunca

Si cogemos los 140.000 millones y los destinamos cambiar el modelo educativo y digitalizar los modelos productivos más importantes: agrario, automoción, turismo, etc, en dos ó tres años empezaremos a ver los resultados. 

Para lograr habría que enfocar los esfuerzos en los sectores tractores y trabajar para incrementar el I+D y la digitalización en ellos. Con eso consigues generar riqueza y empleo a futuro. Luego ya nos ocuparemos de cómo repartir la riqueza. SI nos dedicamos a transferir el dinero, estaremos repartiendo miseria en dos o tres años. 

¿La empresa privada está preparada para el nivel de inversión que se va a requerir en los próximos años? 

La empresa española no está preparada, pero tiene que estarlo. Hay que ser capaces de cuadrar esta inversión en un modelo de colaboración público-privada que permita cerrar el círculo. Nadie estaba preparado para esto, ni la administración pública ni el sector privado estaba capacitado para invertir tal cantidad de dinero. 

Si invertimos en cambiar parte del modelo productivo tenemos una oportunidad. Aquí España tiene una ventaja: somos rápidos, flexibles y creativos. A ver si cogemos algo de los alemanes y somos capaces de ejecutar. 

Para esto es importante que haya buena conectividad, y en ello el 5G jugará un papel esencial, ¿no le parece? 

En el libro propongo Internet de 1Gb gratis para todos los hogares españoles. Todo el mundo me dice que estoy loco, pero es menos inversión de lo que creemos: aproximadamente el 1% del PIB el primer año y luego baja. Así tendríamos a toda la población preparada para el mundo del mañana. 

Hay que montar las autopistas de dentro de diez años y ser el primer país en que tenga acceso a ello. Si lo hacemos, cualquier persona o cualquier empresa puede innovar y cuanto mayor sean esas autopistas más capaces seremos de innovar. Hacer eso con infraestructuras de esta década es imposible. 

El problema es que eso requiere fuertes inversiones por parte de las ‘teleco’, y no sé yo si van a estar dispuestas. 

Hay que encontrar un modelo que permita a las grandes operadoras rentabilizar la inversión. ¿Por qué no se va a conseguir? Ahora mismo Pallete me lo cobra a mí, pero a lo mejor puede cobrar a través de impuestos. Igual que las constructoras de autopistas en la mayor parte de los casos se financian de impuestos y Presupuestos. ¿Por qué no?