Carlos Espinosa de los Monteros (Madrid, 1944) fue nombrado en el peor momento de la última crisis económica alto comisionado del Gobierno para la Marca España. Licenciado en Derecho y Administración de empresas por ICADE su larga trayectoria profesional le ha llevado a ocupar cargos relevantes tanto en el sector público, como en el privado.

Máster por la Northwestern University de Chicago, Espinosa de los Monteros formó parte del cuerpo superior de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado y desempeñó cargos públicos relevantes en organismos como el Instituto Nacional de Industria.

Dentro del sector privado, ha sido presidente de Iberia, consejero delegado y después presidente de Mercedes-Benz España y presidente de Daimler Chrysler España. También fue vicepresidente no ejecutivo de Inditex. Miembro de Thinking Heads, el abogado y ejecutivo sigue con preocupación ya desde una segunda línea la situación económica de España.

En el debate de ideas para la recuperación económica se está hablando mucho de la cooperación público-privada. Usted conoce bien los dos ámbitos, ¿Cómo se puede reforzar esa colaboración?

El requisito número uno es ser humilde. Pensar que no se está en posesión absoluta de la verdad porque si se está, no es necesaria la colaboración con los demás. Esto que parece una idea sencilla es muy complicado. La gente ante los grandes desafíos en lugar de hacer lo que sería lo razonable, que sería buscar la ayuda de los demás, tiende a absorber, a controlar todo y a pontificar. Eso dificulta mucho la colaboración público privada.

La segunda condición es que que los que representan transitoriamente al sector público deben defender los intereses colectivos y no solo los de una parte de la población. Deben hacerlo con el máximo cuidado porque son los que manejan los dineros de los demás. No deben olvidar nunca ese punto de vista, que son administradores de recursos escasos que proceden del sector privado, de los impuestos de las personas.

Los que representan transitoriamente al sector público deben defender los intereses colectivos y no solo los de una parte de la población

Arrancando de esos principios o actitudes, los representantes del sector público con carácter transitorio tienen que aceptar que quienes conocen la realidad de los sectores son los que se juegan los euros en ellos. Nadie sabe más de turismo en España que las empresas de hoteles, o las aerolíneas… Por tanto, lo que hay que hacer es escuchar a los que saben y tener buen criterio para decidir.

El siguiente elemento que hay que tener en cuenta es que hay que planificar las cosas, que no se puede improvisar y trabajar con la última ocurrencia. Hay que hacer un análisis de la situación, de las alternativas que hay y una evaluación de las decisiones que se toman. 

En el mundo de la política hay mucha crispación, pero el mundo empresarial se ha movilizado para pedir consensos. ¿Cree que una mejora de la imagen del empresario puede propiciar un acercamiento entre la empresa y la política?

Ojalá. Primero, hay que poner al empresario en un sitio más digno al que normalmente se le concede, darle el mérito de ser el que entiende el asunto, admitir de una vez que los puestos de trabajo los crean las empresas y no los sectores públicos, aunque estos segundos sí los pueden destruir. La capacidad de destrucción de puestos de trabajo es superior en el lado público y político que en el empresarial si no se crea el entorno adecuado para la creación de empleo.

Pero, ¿cree que se dan unas mejores condiciones ahora para ese entendimiento?

Cuanto más se acerca uno a abismo, mayor es el instinto de conservación. Se puede ir avanzando de manera irresponsable cuando el final se ve muy lejos, pero si ya se va viendo cerca, eso aguza el ingenio. Como desgraciadamente vamos muy mal, a zancadas, a lo mejor unos y otros entramos en razón.

¿Ve posible alcanzar un gran pacto político?

Los pactos se alcanzan cuando hay objetivos en los cuales cediendo unos un poco y los otros, otro poco, se pueden poner de acuerdo. Lo que me parece que falta son los objetivos. He visto muchos y he participado en varios de estos pactos o acuerdos en circunstancias muy trascendentales. Desde los Pactos de La Moncloa, en los que participé en un tercer o cuarto nivel, sabía hacia dónde queríamos ir. Hasta el primer acuerdo con la Unión Europea, en los 70 o los acuerdos para salir de la crisis del petróleo o para cumplir con los criterios de Maastricht.

Han sido momentos en los que ha habido que poner de acuerdo a personas con posiciones encontradas. Pero había objetivos comunes: vamos a entrar en el mercado común, en el euro, vamos en la primera velocidad cuando había dudas de si habría dos… Y ahora, ¿cuál es el objetivo? Es conocido el sanitario: terminar con el virus; el político en absoluto: hay unos que quieren separarse de España, pero entre los otros no hay un objetivo político claro.

¿Cómo nos vamos a poner de acuerdo si no hay ni un borrador de los objetivos básicos? El único objetivo es ver si ‘engañamos’ a Europa para que nos den dinero

En lo económico coinciden en ver si salimos del desastre, pero no veo que haya un objetivo por parte del Gobierno en temas clave. Hasta hace unos años, estaba el objetivo de tener un déficit del 4 o del 3,5%, nos peleábamos por unas décimas, pero ahora, ¿a cuánto vamos?, ¿al 9, al 13 o al 15%? Lo mismo con la balanza fiscal y la balanza exterior, nadie habla de la balanza de pagos. Hasta hace cuatro años había un objetivo de que la exportación subiera un 5 o 6%. Ahora estamos hablando de las musas, de cosas nada concretas. ¿Cómo nos vamos a poner de acuerdo si no hay ni un borrador de los objetivos básicos? El único objetivo es ver si ‘engañamos’ a Europa para que nos den dinero.

Hay un sector que conoce bien, el de la industria, que se marcó los objetivos 2020 pero luego se abandonaron. ¿Cómo se podría impulsar la reindustrialización?

En la industria hace bastantes años que hay un objetivo genérico, como son los objetivos que por indicación de la Unión Europea son los 2020 y para el año 2019 que la industria no baje del 16% del conjunto del PIB. Nadie lo vigila. Tampoco hay un programa de estímulo para alcanzar esos objetivos. Es difícil que una tendencia que viene de hace 20 años en caída de peso relativo se vaya a torcer porque no se ponen medios o herramientas para ello. La industria en España existe milagrosamente. No hay un Ministerio de Industria como tal, ha ido cambiando de un sitio para otro añadido como tecnología, ingeniería, industria…

No veo que España tenga ninguna vocación de ser un país industrial

No veo que España tenga ninguna vocación de ser un país industrial. Nos hemos ido defendiendo porque el sector servicios ha funcionado muy bien y porque hay cinco o seis sectores industriales que mantienen el tipo como la industria textil, el automóvil... Son casos aislados independientes unos de otros y se explican por la existencia de personas con capacidad de liderazgo o de visión, que han ido ocupando una posición importante en el mundo o en Europa, pero no se lo atribuiría a ninguna política.

¿Le preocupa la situación de la industria del automóvil?

La decisión de Nissan de abandonar España se viene fraguando de años atrás y demuestra que la situación es preocupante. Hay que ser consciente de lo que uno tiene. Para mí, es un milagro que tengamos la industria del automóvil que tenemos en España y en el caso de Nissan, es un milagro especial.

Participé en unas conversaciones a principios de los 80 cuando Nissan estaba oteando el horizonte para ver dónde se establecía en Europa. Cuando ya habían tomado la decisión de abrir una fábrica en Inglaterra, pregunté al señor Ishihara, que era el presidente de Nissan a nivel mundial, por qué decidieron hacer la fábrica en Inglaterra en lugar de en España. Me dijo algo que hay que entender la mentalidad oriental: 'porque tenemos la sensación de que en Inglaterra nos quieren' y además, porque hablan el único idioma que nosotros entendemos fuera del japonés, hablan inglés.

Es un milagro que tengamos la industria del automóvil que tenemos en España y en el caso de Nissan, es un milagro especial

Muchas veces son condiciones de ese tipo: el entorno, la receptividad... las que marcan las decisiones. Eso contrasta con este señor viniendo a España y no siendo recibido por el ministro de turno. Cosa que ocurrió. Hemos tenido una industria que no nos la merecíamos pero el centro de decisión está fuera. Y cuando está fuera hay que pasarse de vez en cuando a saludar y no solo acudir a hacerse la foto cuando presentan un nuevo modelo.

Si la alcaldesa de Barcelona en vez de ser una salvaje -y perdóneme que le diga que es una salvaje porque cuando tomó posesión lo primero que quería cargarse era el Mobile-. Si en vez de ser así fuera al revés y cuando va a Japón en lugar de ir al mercado a comprar fuera a la central de Nissan o a la de Toyota, probablemente la percepción de cómo es España, sus autoridades, sus banqueros... sería mucho más favorable. Como no es así, cuando llega el momento de recortar porque las empresas tienen que tomar sus decisiones, cortan del sitio donde las condiciones son menos favorables. Eso es lo que nos pasa con mucha frecuencia cuando los centros de decisión están fuera y no sabemos tener la cortesía, el respeto… valores que si despreciamos tenemos que atenernos a las consecuencias.

¿Cómo se encuentra la Marca España?

No existe. Lleva dos años que no existe, lo podrá percibir porque no habrá visto actos, ni eventos, ni nada. Escribieron la biografía de Pedro Sánchez, que fue el primer cometido y duró cuatro o cinco meses, luego ya se perdieron en hacer frente con poco acierto al tema independentista catalán hasta el punto de que en el Supremo, en el juicio al procés los abogados de los Jordis pidieron que fuera a testificar la responsable de la Marca España porque había hecho unas declaraciones en la BBC que venía a amparar su posición. Era debido a un malentendido, a que no se expresó bien, pero pidieron que testificara la persona de la Marca España cuyo objetivo era luchar contra la propaganda exterior del independentismo.

La Marca España lleva dos años en hibernación, con sueldos y gastos, pero sin ninguna actividad

Todo ha estado en hibernación, con sueldos y gastos pero sin ninguna actividad, y ahora el otro día presentaron un vídeo del que no voy a opinar. Se llama Spain for sure, España por supuesto, jugando con la palabra sure que en inglés quiere decir "por supuesto" y "seguridad". Lo primero que hay que preguntar es que dónde lo van a proyectar. Estamos acabando junio y es para que venga gente este verano.

Siempre tengo mucho respeto en no criticar a quienes me han sustituido, pero aquí por la falta que hace creo que es importante decir que cuando tienes una marca no se debe matar creando otra salvo que la primera haya creado perjuicios grandes. Esto es de primer curso de marketing. Quitar 'Marca España', nombre que se les escapa con mucha frecuencia a ellos mismos, para poner España Global no parece que sea un acierto. Lo más honesto es decir que no existe y que van a ver si con este vídeo hacen una campaña para traer gente este verano.

Pero, ¿sería importante recuperarla?

Me parece que es indispensable, pero cuando un país que tiene en el turismo su principal fuente de riqueza decide ser el último en abrir las fronteras uno se queda muy desconcertado.

Cuando un país que tiene en el turismo su principal fuente de riqueza decide ser el último en abrir las fronteras uno se queda muy desconcertado

¿Cree que en el exterior hay sensación de que España no es un país con seguridad jurídica?

Eso es así. Ya en el año 71 trabajé en un seminario en Alemania de inversiones extranjeras con el Ministerio de Comercio para trasladar que España era un país jurídicamente seguro. Se consideraba tan importante que el Ministerio de Exteriores hacía cada año un seminario en un país porque era parte de la política de atracción de capital.

España era un país con capital insuficiente, necesitaba para crecer el capital exterior. Eso es una condición sine qua non, una condición indispensable para un país que quiere prosperar y no tiene suficiente ahorro nacional. No es casualidad que la crisis nos esté afectando más a nosotros que a otros países, tenemos fallos estructurales, carencias históricas, pero si encima hay una falta de interés, se contribuye a que esto ocurra. Y esto me da mucha pena.

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