El sector manufacturero español sufrió en septiembre la contracción más pronunciada desde junio de 2020, ya que la producción y los nuevos pedidos disminuyeron en un contexto de demanda indecisa y alta inflación, según el índice PMI de S&P Global.

Este indicador disminuyó hasta 49.0 en septiembre. Esta lectura estuvo por debajo de 49.9 registrada en agosto, indicando el tercer mes consecutivo que el índice PMI se ha situado por debajo del nivel de ausencia de cambios de 50.0.

Según el informe, la producción se ha reducido por segunda vez en los últimos tres meses, siendo esta última la contracción más pronunciada desde junio de 2020.

[La actividad manufacturera de España se contrae por primera vez en un año y medio]

Los últimos datos mostraron una fuerte reducción de las ventas en general que estuvo entre las más grandes desde los confinamientos iniciales por la pandemia en la primavera de 2020.

Además, las empresas informaron ampliamente que el consumo está disminuyendo, socavado por la alta inflación. Esto no solo fue el caso entre los compradores nacionales: las nuevas ventas de exportación disminuyeron por séptimo mes consecutivo y al ritmo más fuerte en más de dos años.

Reducir la fuerza laboral

En consecuencia de la caída de la producción y los nuevos pedidos, las empresas optaron por reducir la fuerza laboral. No obstante, las empresas pudieron poner cómodamente al día las cargas de trabajo, ya que los pedidos pendientes de realización registraron un declive por cuarto mes consecutivo, y de nuevo a un ritmo acelerado

Por su parte, Paul Smith, Economics director de S&P Global Market Intelligence, ha señalado que "los datos de septiembre destacaron de nuevo semanas difíciles para los fabricantes españoles, ya que las firmas experimentaron caídas simultáneas tanto de la producción como de los nuevos pedidos.

[Las crisis de la energía y los suministros amenazan con frenar el consumo como motor de recuperación]

Y ha añadido que "el declive de los nuevos pedidos recibidos fue especialmente llamativo, y dado que las empresas también experimentaron un aumento simultáneo de los stocks de productos terminados, las perspectivas de producción a corto lazo son claramente moderadas".

Por último, en septiembre la confianza sobre el futuro se volvió negativa por primera vez desde mayo de 2020. Se informó ampliamente que una perspectiva económica incierta, caracterizada por una alta inflación y un menor consumo, tuvo un impacto en la confianza.