Es la tercera partida que más gasto soporta dentro de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que el Gobierno de Pedro Sánchez presentó este lunes en el Congreso, con 31.398 millones de euros previstos para 2019, el 8,6% de los gastos totales. Consiste en la factura que España abonará este año por los intereses de toda la deuda pública que acumula, y no es poca, puesto que rebasa el billón de euros.

Son los séptimos presupuestos consecutivos en los que esta partida brinca los 30.000 millones, una secuencia que evidencia que este gasto se está haciendo crónico pese a convivir en los últimos años con una era de tipos de interés en mínimos históricos y pese a que el Tesoro, precisamente por ese motivo, se está financiando más barato que nunca. Pero es que esta realidad se ve neutralizada por la cantidad sin precedentes de deuda pública que España sigue acumulando. 

Aunque esa cifra es inferior en un 0,5% a los 31.547 millones recogidos en las Cuentas del año anterior, conviene irse más atrás en el tiempo para entender la magnitud de esa suma. En 2007, antes de que estallara lo peor de la crisis, España pagaba menos de 15.000 millones de euros en intereses. Menos de la mitad que ahora. Y eso que entonces el interés medio de la deuda existente superaba el 4%; ahora, en cambio, se limita al 2,39%. 

Pero es que entonces la deuda pública acumulada no llegaba a los 400.000 millones de euros y era inferior al 40% del Producto Interior Bruto (PIB). Ahora supera el billón de euros. En concreto, y según los PGE, despedirá 2019 en los 1,039 billones de euros tras engordar este año en otros 35.000 millones tras emitir de manera bruta 209.525 millones en el mercado en el conjunto del ejercicio. Eso sí, el crecimiento económico permitirá que la proporción de este volumen con respecto al PIB baje al 95,4%.

PENDIENTES DE LA NORMALIZACIÓN DEL BCE

Aunque, sobre todo, la valoración de estos datos debe ser pasado por el filtro de unos costes de financiación anómalos, asociados a la extraordinaria política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) en los últimos años. En la Eurozona, y desde marzo de 2016, los tipos oficiles se encuentran en el 0% y los de la facilidad de depósito, en el -0,40%. Además, entre marzo de 2015 y diciembre de 2018 la entidad presidida por Mario Draghi ha dedicado 2,6 billones de euros a comprar deuda pública y privada en el mercado, una palanca que además de proporcionar más liquidez al sistema ha ayudado a mantener reducidos los costes de financiación. 

El matiz reside en que el BCE ya está empezando a desmontar su política 'anticrisis'. Por ahora, ya ha dejado de hacer compras netas de deuda en el mercado, aunque este año aún dedicará 200.000 millones a la compra de deuda con el dinero procedente de los vencimientos de los bonos que ha ido comprando. Es decir, seguirá en el mercado, aunque con menos potencia que antes, lo que podría ir dejando huella en unos mayores costes de financiación. 

Sin olvidar que la intención de la entidad monetaria también contempla ir elevando los tipos, aunque, de nuevo, sin prisa. Por el momento, seguirán donde están "hasta al menos durante el verano de 2019"

En cualquier caso, un escenario que, paulatinamente, debería ir elevando los costes de financiación. "La normalización de la política monetaria por parte del BCE puede provocar un ligero aumento de los costes de las nuevas emisiones, sobre todo en los plazos más cortos", admiten los propios PGE. Ahora, con las previsiones existentes, esos 31.398 millones equivaldrán al 2,5% del PIB en 2019, cuando antes de la crisis, con los tipos oficiales entre el 3,5% y el 4% en 2007, el coste en intereses era inferior al 1,5% del PIB. 

"La clave reside en preservar la confianza del mercado para que refinancie la deuda española a unos costes asumibles"

El Tesoro, por tanto, se expone en 2019 y, sobre todo, en los próximos años, a tener que refinanciar la deuda a unos costes más altos, con el consiguiente impacto en la factura de la deuda, que parece condenada así a vivir en los 30.000 millones o por encima, un lastre al que España parece haberse acostumbrado. 

En el mercado, sin embargo, existen dudas acerca de si el BCE podrá subir el precio del dinero este año, puesto que se recela de la fortaleza del crecimientio en 2019. Pero esta posibilidad también convendría interpretarla como un riesgo para la sostenibilidad de la deuda española: si el BCE no puede subir los tipos porque persisten los problemas, el mercado podría empezar a poner en duda de nuevo a los países con mayores déficits o deudas públicas.

Aunque este peligro parezca ahora remoto, fuentes del mercado señalan la conveniencia de no despreciarlo. Y la necesidad de que España redoble sus esfuerzos por transmitir confianza a los inversores y mostrar su compromiso con el cumplimiento de los objetivos de déficit para evitar sospechas como las sufridas en los peores momentos de la crisis, que encarecieron los costes de financiación -la prima de riesgo española llegó a tocar los 650 puntos básicos en julio de 2012- y estuvieron a punto de sacar al Tesoro del mercado.

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