Berlín

La integración de los más de un millón de solicitantes de asilo que han llegado a suelo germano en el último año y medio es a menudo descrito aquí como un desafío comparable al que supuso en su día el de la reunificación germana. Sin embargo, ese lento proceso de inclusión en la sociedad alemana de la nueva población inmigrante está por detrás de la digitalización de la economía, tanto en urgencia como en importancia.

Así lo creen los actores políticos y económicos de Alemania, que no quieren perderse el tren de esa digitalización, también apodada “cuarta revolución industrial”. Con esos términos se alude a la tarea ya puesta en marcha que consiste en “ensamblar la producción a los sistemas de información y técnicas de comunicación más modernos”. Con esos términos describen la digitalización en el Ministerio alemán de Economía.

Es rara la semana en que la digitalización no ocupa de alguna manera al titular de Economía germano y vicecanciller, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, o a alguno de sus secretarios de Estado. La propia canciller Angela Merkel señalaba en una reciente cumbre con los actores de la industria del turismo alemán sobre la digitalización: “A la larga, es seguro que no podremos escapar”.

“Cuando le preguntas a todos los responsables del Gobierno, a nivel federal y regional, cuál es la principal prioridad para los próximos cinco años, todos responden que es la digitalización y el desarrollo del Gobierno electrónico”, dice a EL ESPAÑOL Gerhard Hammerschmid, profesor de la prestigiosa Hertie School of Governance de Berlín. Él es responsable desde hace un lustro de realizar sondeos que pulsan el desarrollo en Alemania del uso de las tecnologías de la información en los procesos internos de gobierno y en la prestación de servicios del Estado.

En lo que a Gobierno electrónico se refiere, precisamente, Alemania está lejos de encontrarse a la vanguardia. “Este tema es una prioridad para las autoridades porque la administración no está digitalizada lo suficiente, comparativamente hablando, el país lo está haciendo mal en materia de digitalización de servicios públicos”, subraya Hammerschmid. Prueba de ello es que haya indicadores que parecen dejar en evidencia al país gobernado por Angela Merkel.

Según el último sondeo anual que elabora Naciones Unidas sobre el progreso a nivel mundial del Gobierno electrónico, Alemania no destaca por estar entre los países líderes. En la clasificación que elabora dicho informe, Alemania figura en 15ª posición, muy por detrás del número uno, el Reino Unido, Australia (2º) y Corea del Sur (3º). España se encuentra en el 17º puesto.

“A nivel internacional, Alemania no está progresando tan bien como otros países”, constata Hammerschmid. “La imagen exterior que tiene Alemania es la de un país muy dinámico, pero a nivel de la administración, el país cuenta con un modelo muy estable y burocratizado, por ejemplo, apenas hay gente procedente del sector privado empleada en el sector público”, añade.

Un ventajoso proceso difícil de dominar

También el sector privado alemán lucha de un tiempo a esta parte por subirse a la ola de la digitalización. Para las empresas, la digitalización “es un proceso que toca todas las ramas de la actividad económica”, dice a este diario Karina Preiß, responsable del Instituto para Internet y Sociedad Alexander von Humbold, un centro de investigación con sede en Berlín.

“La digitalización puede significar mucho; por un lado, puede significar la incorporación a una actividad económica de la tecnología digital, desde escribir un e-mail hasta utilizar internet; cabe constatar que hay procesos que se pueden digitalizar, desde llevar las cuentas de una empresa hasta la comunicación que existe en una compañía o fases de la cadena de producción, lo que significaría que la producción funcione de un modo digital”, aclara Preiß.

Mejoras en términos de productividad, competitividad, reducción de costes, apertura a nuevos mercados y ampliación de negocio, además de facilitar la comunicación con otras empresas del sector y de otras ramas de actividad son ventajas que se atribuyen a la digitalización. Una reciente encuesta de la Cámara Alemana de Comercio e Industria (DIHK, por sus siglas alemanas) daba cuenta de que en un 41% de las empresas germanas existe el convencimiento de que el uso de las nuevas tecnologías está asociado a un aumento del volumen de negocio.

A la digitalización se le podría reprochar que implica pérdidas de empleos. Según cálculos de un estudio elaborado en 2013 por los investigadores de la Universidad británica de Oxford Carl Benekidt Frey y Michael A. Osborne, sólo en Estados Unidos, la automatización de procesos –una de las consecuencias de la digitalización– podría acarrear la desaparición en las dos próximas dos décadas de más de 700 trabajos, algo que dejaría sin empleo a 70 millones de personas.

No obstante, Preiß no ve en esto una real desventaja. “Puede que en una determinada rama haya pérdidas de trabajo al haber automatización, pero al mismo tiempo, se crearán nuevas oportunidades y nuevos empleos relacionados con el seguimiento de los procesos automatizados”, señala esta experta. “Habrá creación de empleos", insiste.

Inversiones millonarias

En cualquier caso, según la DIHK, un 68% de las empresas germanas ya utilizan plataformas digitales, un 61% interconecta sus procesos y productos y un 56% realizan análisis de la información que producen. No hay dudas de que la cuarta revolución industrial es un proceso que está en marcha en Alemania, pero según, Martin Gornik, investigador del Instituto Alemán de Economía de Berlín (DIW, por sus siglas alemanas), aún no está claro qué papel va a jugar su país. “En la digitalización, Estados Unidos va por delante, con Europa algo detrás, pero para Alemania todo está por decidir”, afirma Gornik a este periódico.

Qué cuestan esos esfuerzos por digitalizar la economía es algo difícil de evaluar. “No hay cifras disponibles, pero la generalización [en Alemania, ndlr.] de la red de banda ancha, que estimamos una realidad de aquí a 2025, implica inversiones de hasta 100.000 millones de euros”, señalan a este diario desde el Ministerio alemán de Economía. No obstante, las inversiones deben ser generalizadas, porque “la digitalización afecta a cada industria, a cada compañía”, añaden en el ministerio que dirige Sigmar Gabriel. En él se preocupan por facilitar un marco para dominar este complicado proceso. A eso aspiran la Estrategia Digital 2025 y el recientemente estrenado Plan de Acción de Digitalización, que se presentan como herramientas para acompañar a las empresas en esta etapa de cambios.

Las compañías del Mittelstand –el motor económico de Alemania que compone la red de más de 2 millones de pequeñas y medianas empresas clave en la producción de manufacturas y la prestación de serviciostendrán que invertir alrededor de unos 10.000 millones de euros para que, en su mayoría, pasen a estar digitalizadas. Así lo estima el Centro para la Investigación Economía Europea, una institución con sede en Mannheim (suroeste).

No obstante, Preiß, la responsable del Instituto para Internet y Sociedad Alexander von Humbold, advierte de que “la digitalización no significa sólo inversión, también significa organización y cambiar las competencias de los trabajadores” porque ha de llevar asociado “un proceso organizativo necesario” que, de no ocurrir, puede desaprovechar “el potencial de hacer incrementar la productividad”. “Para ver lo que cuesta la digitalización hay que ir empresa por empresa, en ocasiones se puede hacer con poco dinero, como en la digitalización de una oficina, por ejemplo”, añade. En ese caso, Preiß habla de una inversión de “unos pocos miles de euros”. “Pero si hablamos de una cadena de producción, digitalizarla, son varios millones”, precisa.

Romper barreras de cultura empresarial

El desafío que representa la digitalización no sólo es económico para las empresas. También hay una barreras de cultura empresarial que superar, según Gornik, el economista del DIW. “La gestión de la información es problemática para el Mittelstand”, porque “las pequeñas empresas no están habituadas a compartir información de producción e información interna, es una cuestión de mentalidad”, sostiene Gornik.

Jessica Schmeiss, investigadora especializada en la transformación digital del Mittelstand, reconoce que, en muchos casos, esas empresas operan en “nichos de actividad muy pequeños, en los que sólo hay dos o tres actores a nivel global, con redes estrechas redes de intercambio de información”. “La cuestión que plantea la digitalización es cómo pueden romperse las barreras de este tipo de redes”, apunta Schmeiss. De no hacerlo, el poderío económico alemán podría tener los días contados.

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