Los grandes bancos centrales saben bien que la enfermedad más peligrosa de una economía es la hiperinflación. Para salir de un escenario así, las autoridades monetarias tienen que emplear las herramientas más duras que hay en su mandato y el tratamiento contra la escalada de precios siempre se prolonga en el tiempo. La solución es subir tanto los tipos de interés que el crédito sea prohibitivo y por lo tanto, congele la inversión y que, al mismo tiempo, haga muy interesante el ahorro frente al consumo. La consecuencia es la recesión, pero sólo así los países han conseguido salir de la hiperinflación a lo largo de la historia. Alemania todavía sigue temblando al recordar su hiperinflación de los años veinte, y eso que ha pasado ya casi un siglo. Hasta el Banco Central Europeo tiene un vídeo para concienciar de los peligros de la inflación desbocada.

En este escenario está Venezuela actualmente. El Banco Central de Venezuela (BCV) publicó el jueves el dato de inflación de 2015: los precios subieron un 180,9% en el conjunto del año, el peor dato de todos los países del mundo. Sólo en el último año, el precio de los alimentos y las bebidas no alcohólicas se ha disparado un 42,2%, lo que golpea directamente a las clases populares. Sus salarios hoy no valen nada, pero esto no es lo peor. Lo más preocupante para los venezolanos es lo que está por venir con unas autoridades que miran para otro lado ante el problema de la escalada de los precios. En un escenario de hiperinflación nada puede prosperar y la economía está abocada al colapso mientras no se solucione esta situación. Es la verdadera “emergencia económica” del país.

El equipo de análisis de Citi ha publicado un informe demoledor: la hiperinflación se acelerará hasta el punto de que los precios subirán en 2016 un 257%. Cuando la subida de los precios es tan elevada, un billete vale más por el papel y la tinta que contiene que por el valor fiduciario que representa.

La batería de medidas de Maduro

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció el miércoles tres medidas económicas importantes en un discurso televisado de cinco horas. En primer lugar, anunció una fuerte subida del precio de la gasolina, que se dispara más de un 6.000% (de 0,01 a 6 bolívares) en el caso de la gasolina de 95 octanos; en segundo, una devaluación del dólar preferencial de 6,3 a 10 bolívares por dólar y, por último, una subida del salario mínimo y de las pensiones del 20%.

Subir los precios regulados de los combustibles, devaluar la divisa y subir los salarios son tres medidas que no pueden faltar en cualquier manual de cómo estimular la inflación. “El impacto de la subida de la gasolina y la devaluación del bolívar sobre los precios será de, al menos, una subida de la inflación del 40%”, alertan Munir Jalil y Esteban Tamayo, economistas de Citi.

El impacto de la subida de la gasolina y la devaluación del bolívar sobre los precios será de, al menos, una subida de la inflación del 40%

Además, estas medidas contribuyen poco o nada a atajar el déficit público, por lo que el país sigue acumulando deuda que financia el Banco Central de Venezuela. A pesar de la subida del precio de la gasolina, todavía seguirá subsidiada, por lo que el Estado tendrá que seguir cargando con este peso. El coste de extracción, refino y comercialización de la gasolina está en 3,60 bolívares, mientras que el precio al que se venderá la gasolina de 91 octanos es de 1 bolívar. Teniendo en cuenta que el objetivo del Gobierno es que el 70% del consumo sea de este octanaje, el resultado es que el Estado tendrá que seguir subsidiando los combustibles.

¿Ajustes?

La batería de medidas que aprobó el miércoles Maduro sí incluye políticas para luchar contra la evasión fiscal, pero no hubo ninguna encaminada a recortar el gasto público. Las cuentas públicas tendrán que seguir tirando de la financiación del banco central, y esto incluye financiar a la petrolera pública PDVSA, que tiene ya casi 1 billón de bolívares (unos 100.000 millones de dólares) de deuda financiada por el banco central, el máximo histórico.

Mientras la máquina de imprimir billetes sigue funcionando, las reservas de dólares en el banco central se van agotando. Según los últimos datos del BCV, en sus arcas quedan 15.000 millones de dólares, de los cuales, 1.500 millones (un 10%), tendrá que gastarlos este mes para hacer frente a un vencimiento de deuda internacional.

La probabilidad de que pague es extremadamente limitada y dependerá mucho de las mejoras en el flujo de caja generado por el petróleo

Por su parte, PDVSA tendrá que afrontar en la segunda mitad del año el vencimiento de bonos por más de 2.000 millones de dólares. “La probabilidad de que pague es extremadamente limitada y dependerá mucho de las mejoras en el flujo de caja generado por el petróleo”, alerta Citi.

En el año 2015, la balanza por cuenta corriente del país dejó un déficit de 18.150 millones de dólares y eso, con la cantidad de restricciones que ya existen. Un año más con un déficit así y el país no tendrá dólares suficientes para pagar todas las importaciones que necesita.

Ante este escenario, el banco central tiene mucho más complicado mantener los tipos de cambio fijados. El dólar preferencial (que tiene un acceso muy restringido) cuesta ahora 10 bolívares después de la devaluación del miércoles, pero es que en el mercado negro el precio que alcanza el dólar supera ya los 1.000 bolívares. Los analistas de Citi creen que el Gobierno venezolano tendrá que asumir una devaluación mucho mayor, de más del 100%, hasta los 25-30 bolívares por cada dólar si quiere seguir sosteniendo la financiación de PDVSA.

Una profunda recesión

El país está inmerso en la peor recesión en más de una década. Los datos oficiales que publicó el jueves el Banco Central de Venezuela muestran que el PIB del país se contrajo un 5,7% en 2015. Las estimaciones no oficiales son todavía peores; los analistas de Citi calculan que su economía se contrajo en torno a un 9,5%.

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El valor agregado bruto del conjunto de la economía cayó un 5,6% sin contabilizar al sector petrolero. Un fuerte descenso que estuvo liderado por un desplome de la construcción del 24%, del 13% en las actividades financieras, del 12% en el comercio y del 7,4% en la industria manufacturera privada, según los datos del BCV.

La mayor parte de los sectores privados sufrieron una fuerte contracción en el año y el principal foco de expansión vino del sector público. El gasto en servicios del Estado aumentó un 1% en 2015.

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