Ha estado a punto de caer al abismo, pero vuelve a tener sus cimientos, sus accionistas, más fuertes que nunca. De hecho, quizá no los haya con más dinero en ninguna otra empresa ibérica. FCC, la constructora española que cuenta como mayor accionista con Carlos Slim, la mayor fortuna de México; con Bill Gates, el más rico de EEUU, y con George Soros, el inversor más rico tras Warren Buffett. Las acciones de la empresa de servicios subieron un 28% el viernes, hasta alcanzar un valor en bolsa de 1.770 millones.

El protagonista de la enésima reestructuración accionarial de FCC es Slim, que se toma cada más en serio su presencia en la constructora española. Aterrizó en ella hace justo un año de la mano de Esther Koplowitz, que necesitaba con urgencia un nuevo socio para liberarse del yugo de la banca. Por entonces lideró una ampliación de capital de unos 1.000 millones de euros y ahora vuelve a abanderar otra de 700 millones, cuyo fin principal es eliminar la posibilidad de que los bancos entren en su accionariado.

Slim y Koplowitz destinarán la mayor parte de la ampliación a la amortización de una emisión de bonos convertibles (por acciones) que pesaban sobre FCC y que podían provocar que la banca e inversores financieros hostiles a la dirección se hiciesen con parte de la compañía. Esto ya ha ocurrido en el pasado y puede volver a pasar. Soros, por ejemplo, ha comunicado esta semana que tiene derivados financieros equivalentes al 3% de FCC. También ha hecho lo propio Matt Sidman, fundador del ‘hedge fund’ TBC Masters, que ha destapado su control indirecto (con derivados) sobre el 11% de la constructora, según la CNMV. En caso de adquirir estas acciones se situaría como tercer socio de FCC por detrás del 25% de Slim, el 22% de Koplowitz y por delante del 5,7% de Gates.

Una historia de reestructuraciones

La participación de Koplowitz ha estado siempre bajo esa presión de la deuda, desde que en junio de 1998 comprase la participación de su hermana Alicia en la empresa por unos 820 millones de euros. Sólo tres meses más tarde encontró su primer caballero blanco, un inversor amistoso que le apoyase a llevar esa carga. Fue la francesa Vivendi, que permaneció hasta 2004 en la constructora a través de su división de medio ambiente. En 2000 también entró en el capital el millonario belga Albert Frëre. Ambos socios permanecieron hasta 2004, año en el que se produjo otra gran crisis accionarial para FCC.

Su rival Acciona (Entrecanales) compró el 15% de la empresa y planteó una fusión que no salió adelante. Aquel movimiento hostil se produjo en paralelo a la recompra de la participación de Vivendi por Koplowitz, que a su vez volvió a buscar nuevos socios para defenderse. Apareció Ibersuizas, un fondo de capital riesgo que invirtió de la mano de varias familias vinculadas al sector de la alimentación (Gulas Aguinaga, García Baquero, Bodegas Faustino…). Al final, los Entrecanales desistieron en 2006 y traspasaron su 15% a Inmocaral, uno de los símbolos de la burbuja inmobiliaria.

El rescate de los millonarios

Aquellas acciones acabarían en 2008 manos de los prestamistas de Inmocaral, con bancos como Goldman Sachs o RBS a la cabeza. La crisis financiera había estallado y lo peor estaba por llegar para FCC y su dueña. Conforme avanzaba el deterioro de su negocio (construcción e impagos de la administración), la capacidad de la empresa para pagar dividendo a Koplowitz -que los usaba para pagar su deuda- se puso en cuestión. Sólo cinco años más tarde, en diciembre de 2013, Koplowitz estuvo a punto de perderlo todo y se barajó incluso el concurso de acreedores de la sociedad familiar. Sólo unos meses antes Esther madre había cedido la presidencia de FCC a su hija Esther Alcocer Koplowitz.

Finalmente, madre e hija refinanciaron (ampliar los plazos y condiciones de la deuda) los 900 millones que necesitaban. Fue clave que en octubre de 2013, el cofundador de Microsoft, Bill Gates, entrase en su accionariado con un 6% del capital. También FCC logró ampliar su financiación con la banca (unos 5.000 millones) con la condición de realizar desinversiones (como la filial de autopistas Globalvía) y de poner más dinero sobre la mesa.

Si hay que buscar un inversor con dinero, la lista de multimillonarios de la lista Forbes parece el mejor sitio para encontrar alguno. Y FCC ha terminado fichando a tres de ellos como ‘accionistas’ y merodeadores de su accionariado. El último en sumarse al carro es George Soros, que ha declarado a la CNMV que su fondo Quantum, está en posición de hacerse con el 3% de las acciones de la empresa a través derivados financieros.

Pero quien realmente está poniendo el dinero es Slim, que entró en 2014 en una ampliación de 1.000 millones de euros y ahora refuerza esa apuesta con otra inyección de 700 millones. Además, el mexicano es quien presta el dinero a las Koplowitz para que hagan frente a su parte en la ampliación. No obstante, la operación todavía no se ha cerrado, ya que está condicionada a que los bancos acepten una quita (descuento) en la deuda convertible.

¿Qué planes tiene Slim para FCC?

El mexicano conoce bien el mercado español. Además de su alianza con Caixabank o participación en Prisa, cuenta con asesores como el expresidente Felipe González. No quiere sorpresas de futuro después de que esté realizando todo el "trabajo sucio" de reorganizar el conglomerado de empresas que forman parte de FCC, según explican fuentes financieras. Las dos más cercanas son las españolas Realia y Cementos Portland, participadas por la constructora, pero ya bajo control de Slim y su sociedad Inmobiliaria Carso. Tanto la inmobiliaria como la cementera han recibido asistencia financiera del mexicano.

El que fuera (¿es?) enemigo número uno de Telefónica en su expansión latinoamericana disparó las especulaciones tras su entrada en FCC sobre un interés en el mercado de telefonía en España. La constructora tiene participación minoritaria en Yoigo, el cuarto operador móvil con red propia en España tras Telefónica, Orange y Vodafone.

Comparte accionariado con el operador nórdico Telia Sonera, la constructora ACS o la ingeniería Abengoa. Los socios españoles suman cerca del 25% de la operadora de móviles. Tanto unos como otros se han mostrado partidarios de participar en la reordenación del sector, que en los últimos años ha visto una consolidación sin precedentes: Ono-Vodafone, Jazztel-Orange, Ibercom-Másmóvil o la salida a bolsa de Euskaltel. Yoigo, sin embargo, se ha quedado fuera de juego del baile de fusiones.

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