Karla Suárez y Rancel Ruana Capote, fundadores de Bajanda

Karla Suárez y Rancel Ruana Capote, fundadores de Bajanda

América Tech

Bajanda, la startup cubana que supera barreras creando su propia versión de Uber

La aplicación móvil revoluciona el servicio de taxi en La Habana. Permite pagar con tarjeta de crédito y reservar un viaje desde el extranjero.

18 diciembre, 2020 14:33
Miami (EEUU)

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Programador con un marcado gusto por el diseño, así es Rancel Ruana Capote (La Habana, Cuba, 1990). Marcado por el año de su nacimiento, en pleno Periodo Especial, como se llamó en la isla a los primeros años tras la caída del Muro de Berlín y la pérdida del apoyo por parte de Unión Soviética. Un emprendedor que ha cambiado la forma en que se mueven los cubanos por la capital.

Bajanda, su aplicación, que funciona tanto en iOS como en Android, permite pedir un taxi en la capital desde el móvil, como sucede en casi todas las ciudades de Europa, Asia, Estados Unidos y América Latina. Para muchos el nombre es también un guiño muy habanero, hace referencia a una canción clásica del reggaeton cubano que se ha convertido en expresión de uso común para salir de marcha.

Uber y Cabify como inspiración

La historia de este emprendedor comienza tras un viaje a Panamá en 2016. “Allí usé Uber y Cabify. Me impresionó mucho que una acción en el celular tuviera un impacto físico”, relata. De vuelta a su ciudad intentó replicar un sistema parecido, pero con mensajes SMS o con llamadas de teléfono. No funcionó. Pocos meses después, ETECSA, la compañía de telecomunicaciones del Gobierno Cubano anunció el estreno de 3G y se puso manos a la obra.

El primer paso fue contactar con conductores. “Pusimos publicidad para llegar a jóvenes. Se registraron 300, pero cuando se tenían que presentar físicamente para aprender el sistema solo vinieron 15. De los demás no supimos más nunca”, concede con cierta resignación.

Hoy ya no hacen publicidad para captarlos. Tienen más de 3.000 conductores registrados, de los que más de 350 han hecho la menos un servicio. A diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, donde un particular puede sacarse un dinero extra conduciendo su coche particular, en Cuba tienen que poseer una licencia de taxi. “El ambiente emprendedor es complejo aquí”.

Imaginación es una de las palabras que más repite: “Tuvimos que hacer una combinación de licencias para hacer que todo funcionase”. Por licencias se refiere a los permisos para trabajar por cuenta propia, muy acotadas a diferentes labores, pero ninguna adaptada al entorno digital.

Entre las sorpresas destaca diferentes usos que inicialmente no pensaban: “Los restaurantes han mandando comida con Bajanda. Particulares para mandar bultos. Y sí, funciona”.

Matrimonio emprendedor

El equipo lo conforman él mismo y su esposa, Karla Suárez, bailarina de ballet que vivió en Nueva York. Ella se encarga de las operaciones, relación con conductores, la oficina y el día a día. Él, del software y márketing. Solo contratan un fotógrafo de vez en cuando, para los eventos que organizan y las imágenes de promoción en redes sociales.

Uno de los carteles publicitarios de Bajanda, el Uber cubano

Uno de los carteles publicitarios de Bajanda, el Uber cubano

Desde su lanzamiento hace poco más de dos años ya suman más de 27.000 usuarios. Antes de la pandemia preparaban el estreno en dos ciudades más de la isla. Tendrá que esperar. “Íbamos camino de un gran 2020, con un crecimiento del 27% mes a mes. Fuimos sostenibles desde el tercer mes”. Bajanda se ha financiado por los dos fundadores, así como amigos y familiares que han decidido darles apoyo financiero, igual que sucede en otros ecosistemas emprendedores. Lo que no hay son inversores de capital riesgo.

Como sucede en Uber, Lyft o Cabify, se pueden dar propina. Van íntegras para el conductor. Su modelo de negocio consiste en quedarse el 15% del precio de cada viaje. “Con ese porcentaje ya se sostiene sin problemas”, reconoce.

Del pago en metálico a la tarjeta

Inicialmente solo se podía pagar en metálico. El 85% de los usuarios son residentes en La Habana. Desde la caída del turismo por la pandemia han mantenido la actividad al integrar el pago con tarjeta, tanto Visa como Mastercard. A pesar de las anomalías del sistema bancario de Cuba y las sanciones internacionales, lo han hecho posible. Esto ha posibilitado que familiares paguen por los taxis desde el extranjero para ayudar a sus seres queridos en La Habana.

Una de las grandes ventajas, clave en el éxito de Bajanda, es el precio. Hay tres tipos de coches: estándar, que suele ser un coche ruso, confort, que son modernos. O como dice Rancel: “Es un término complejo, porque se considera como tal un carro de 10 años”. Clásico, la categoría que incluye los icónicos almendrones de los 50. “Pero en buenas condiciones”, matiza. En el caso de encargar servicio rápido, llegará un coche en menos de cinco minutos. Solo funciona si es una zona de gran recurrencia y los hay alrededor. “Bajanda ha sido un gran cambio en muchos sentidos, pero sobre todo, en el factor tiempo. En menos de 10 o 12 minutos te recoge un taxi. Antes podías esperar una hora y podía llegar o no”, explica.

Otra diferencia importante, la transparencia. En Bajanda el local y el turista tienen los mismos precios. El sistema de puntuación también ha cambiado, para mejor, el servicio. “Sin rating no había incentivo para hacerlo bien. Y de Habana Vieja a playa, un barrio, te podían cobrar 20 cuc como vieran que eras turista”, se lamenta.

Como sucede en el caso de muchos emprendedores de éxito, este no es su primer intento. Pero sí tiene mérito hacerlo en un entorno poco favorable para la iniciativa privada. Tras graduarse con honores con una tesis sobre Exploración de datos en redes sociales en la Universidad de Ciencias Informática, lanzó Brainmix. El nombre hace referencia a la mezcla de cerebros, entendido como habilidades. Así concebía una plataforma donde freelancers ofrecían sus servicios. “La plataforma quedó bonita y perfecta, pero no tuvimos ni un cliente”, confiesa.

El emprendedor explica los detalles de su startups a través de una llamada de WhatsApp. Algo impensable, antes de que las redes 3G operasen con normalidad en la isla. Sin esta tecnología tampoco hubiese sido posible su servicio.

Miami en el horizonte

Está a solo 350 kilómetros de distancia, pero nunca ha pisado Estados Unidos. Prudente, prefiere no hablar de política: “No soy quién para opinar de los asuntos de otro país”. Aunque sí reconoce los avances de la era Obama: “Fue de los momentos más bonitos. Esa apertura fue un gran cambio. Había turismo, dinero, nuevos servicios… Se creó una dinámica que fomenta el emprendimiento. Sería positivo volver a eso”.

A Ruana Capote le ilusiona poder venir a Miami. Tenía viaje previsto para eMerge Americas, el gran evento emprendedor de la región que organiza cada año la familia Medina, pioneros en Florida, pero se cruzó el COVID. Se cancelaron tanto el evento como los vuelos. Mantiene la esperanza poder hacerlo en la primavera de 2021.