Los algoritmos no son algo nuevo, han existido desde hace mucho tiempo. El antiguo matemático griego, Euclides, ya usó un algoritmo hacia el año 300 A. C., para encontrar el mayor divisor común de dos enteros en su trabajo Elementos de Geometría, considerado un estándar para el pensamiento lógico aún ahora.

La inmensa capacidad de computación de que disponen hoy los ordenadores y dispositivos digitales, además del proceso actual de creciente e intensa digitalización de las empresas de todo tipo, está haciendo de los algoritmos algo así como una 'commodity' o materia prima genérica y digital tanto en el ámbito comercial como en el de las empresas. Esto es independiente del sector de empresa o negocio de que se trate, en todo tipo de empresas y de comercio, se está haciendo un uso intensivo de la tecnología algorítmica.

El mundo financiero fue uno de los primeros campos comerciales donde se introdujo el 'comercio algorítmico' cuyo éxito fue muy rápido. Fue la automatización de los Intercambios financieros mediante la informática, el instrumento con el cual se introdujo la posibilidad de operar de forma deslocalizada desde un ordenador de cualquier persona, sin necesidad de tener un 'corredor' en una casa de cambio para obtener o vender las acciones.

Hoy en día ya existe la expresión 'trading algorítmico', o basado en reglas y procesos económicos. Se trata de una modalidad genérica de operación de los mercados financieros (financial trading) conectados globalmente que se caracteriza por el uso intensivo de algoritmos, reglas y procedimientos automatizados en diferentes grados, para realizar o ejecutar operaciones de compra y/o venta de instrumentos financieros.

Ahora mismo se podría decir que la habitualmente la mayor parte del 'Algoritm Trading' (Negociación Algorítmica) en el mundo económico relacionado con la bolsas de valores está automatizada mediante complejos algoritmos, especialmente cuando hablamos de compraventa financiera impulsada por algoritmos de baja latencia, como los del High-Frequency Trading (Negociación de Alta Frecuencia), en la que el software realiza miles de operaciones por segundo y, por ello, los agentes (corredores de bolsa) humanos han quedado relegados a los procesos manuales, o a operaciones realizadas para las operaciones a largo plazo y sin prisas.

La creciente deshumanización del bróker y el trading

Una operación financiera, por definición, exige asumir un riesgo sobre el futuro. Y uno de sus patrones de conducta esenciales es tratar de disminuir el nivel de riesgo económico con el que se actúa, al comprar y vender productos financieros. Y la estadística computacional de la IA y el machine learning se ha puesto al servicio del mundo financiero, para aumentar el número de operaciones de comercio financiero por unidad de tiempo en la Bolsa.

Pero también, al servicio de disminuir en el mundo financiero todo lo posible el riesgo y la magnitud de operaciones que terminen o supongan perdidas económicas. Con el uso masivo de la algorítmica del software, las plataformas de comercio de alta frecuencia (HF Trading) permiten a los operadores financieros ejecutar millones de órdenes y rastrear múltiples mercados e intercambios, en segundos. Esa algorítmica compleja para análisis previo de los mercados es capaz de detectar tendencias emergentes, y minúsculos incrementos positivos o negativos de precios en una fracción de segundo. Al ser capaces de reconocer estos cambios en el mercado, casi inapreciables para la percepción humana, los sistemas de negociación pueden envían cientos de 'paquetes compuestos' de valores al mercado con diferenciales de compra y venta, a veces mínimos pero rentables a gran escala, ventajosos para ciertos operadores.

Esas operaciones algorítmicas están basadas en matemática compleja y operaciones aritméticas o lógicas con diferentes grados de sofisticación, que van desde los llamados 'promedios móviles simples' hasta modelos estocásticos que requieren altas capacidades computacionales para manejar el volumen de datos de entrada y la complejidad en las operaciones y reglas incluidas en los algoritmos.

Pasado el tiempo, este tipo de operativa financiera se fue convirtiendo, más que de humanos, en cosa de sofisticadas 'máquinas' de software, a cuya actuación, la intervención humana no eliminaba riesgos, sino que los aumentaba, debido a la emocionalidad humana que, históricamente, dicen los especialistas, ha dado aciertos, pero también fracasos y pérdidas. Así que decidieron que los algoritmos del 'trading' debían actuar liberados de emociones o suposiciones humanas.

El nuevo campo de las finanzas 'conductuales' ayudó a depurar el desarrollo de los algoritmos de uso financiero para evitar caer en los 'peligrosos' sesgos conductuales más comunes entre los inversionistas financieros como la 'overconfidence' (exceso de confianza), los sesgos heurísticos (sensación que la mente usar para valorar qué probabilidad hay de que un suceso suceda o no), la 'aversión a la ambigüedad' y la 'myopic loss aversión' (aversión miope al riesgo) y otros más complejos que van desde el 'sesgo del superviviente' (falacia lógica que consiste en concentrarse en personas o cosas que superaron un proceso de selección, pasando por alto a aquellas que no lo hicieron, por su falta de visibilidad).

Con el uso intensivo de los algoritmos según ha dicho algún especialista del mundo financiero español, muchos de los analistas o brókeres se han convertido en 'convidados de piedra' en las salas de operaciones bursátiles, en donde cada vez más se limitan a ver en las fosforescentes pantallas los gráficos, donde emergen los resultados, de la acción de las máquinas que trabajan silenciosa y vertiginosamente en el mercado global bursátil conectado. Algunos responsables de algoritmia financiera están convencidos que ciertos posibles tropiezos económicos se han podido evitar con sus sofisticados algoritmos, gracias a que no poseen sesgo emocional humano alguno.

La renta algorítmica global

Este tipo de comportamiento del mundo económico financiero, perfeccionado a lo largo de años, ha sido mimetizado ahora a gran escala, sobre todo, por los gigantes del 'trading' virtual comercial global (de comunicación, productos y/o servicios). Y una observación. El mundo bursátil está absolutamente regulado por los países para que haya una competencia sana, un uso leal de la información, y una auténtica 'igualdad de oportunidades' para todos los agentes implicados; para la presentación pública de resultados verídicos en tiempo y forma.

En cambio, gracias a la ausencia de gobernanza y legislación globales y vinculantes, los gigantes algorítmicos globales actúan hoy en una verdadera frontera digital casi sin ley, porque en La Nube no hay leyes. Solo cuando el producto de su actividad de trading desciende a la tierra y pasa a relacionarse con los usuarios se tiene que constreñir a las leyes que regulan la defensa del comercio y los consumidores... Pero los gigantes de Internet llevan a cabo acciones y actividades de sus plataformas manifiestamente mejorables.

Los beneficios obtenidos gracias a esa imponente máquina automatizada para convertir la interacción global en dinero de los gigantes algorítmicos globales, es de una eficacia nunca vista antes. Ejercen un tipo de servicios y comercio basado en tres factores: el primero, la algoritmia que necesitan para que funcione toda la cibernética con la que consiguen sus ingresos y mantienen las plataformas. Y muy importante, el control de las formas de pago digital. Ese es hoy un espacio de conflicto. Las nuevas criptomonedas no son ajenas a esto y tampoco lo es que Facebook, en enero de 2021, va a intentar lanzar definitivamente su criptomoneda digital cuyo nombre ha cambiado de 'Libra' a Diem'–. La interacción con los usuarios y el control de las plataformas digitales globales y sus formas digitales de pago, les otorga un poder inmenso.

Tim O'Reilly tiene una explicación sintetizada sobre estas empresas 'algorítmicas'. Afirma que se sienten los nuevos 'dueños' de Internet, –así les llama– que están representadas por las Big Tech, o sea, los gigantes tecnológicos basados en los algoritmos, (sin olvidar a Alibaba y demás gigantes chinos), y la conexión tecnológica global. Tim afirma que se comportan como si fueran 'los amos', los dueños del comercio global a gran escala y de Internet, que extraen enormes rendimientos económicos del mundo global desregulado, y articulado por la red. Esos rendimientos, para O'Reilly constituyen una "renta algorítmica".

Renta que obtienen cada día, facilitada por esos algoritmos que llegan ubicuamente hasta nuestro Smartphone, y por él a todos nosotros: usuarios, todo tipo de entidades y empresas y a la sociedad en general. Y llegan con mecanismos adictivos para hacer una explotación absolutamente exhaustiva de la atención y el tiempo de las personas conectadas. Uno diría que no hay nada que les limite. Los algoritmos rastrean constantemente todos los movimientos de los usuarios, incluso anticipando sus intenciones (con lo que han hecho una nueva 'industria de la intención').

Los nuevos rentistas algorítmicos

Al ver el aspecto de las Demos en gigantescas pantallas en los eventos globales por streaming, donde anuncian su 'nuevo evangelio' en forma de gráficos simbólicos exponenciales que llenan todo el horizonte en nuestras pantallas, uno podría pensar que está en el metaverso de un juego digital. Hasta hace poco yo imaginaba a sus ejecutivos y grandes accionistas 'activistas ' tipo Peter Thiel, presa de su obsesión de 'beneficio al instante', en la sala del consejo celebrando reuniones en las que tomarían grandes decisiones que supuestamente van a modelar el comercio y la economía mundial.

Pero esto ya no es como era. Muchas de esas empresas no fabrican nada ni necesitan tener propiedades en el sector de negocio global en el que actúan. Ya lo dije, pero lo recuerdo: Uber no tiene ningún vehículo en propiedad, Amazon vende de todo, pero no fabrica nada; igual que Google (la antigua empresa de buscadores, que hoy mutado a gigante de la polución cognitiva), es decir, gigante de la publicidad ofrecida sin contemplaciones aunque se destrocen los contenidos.

Probablemente muchos de los ejecutivos asistan esas reuniones decisivas, también, como ya ocurre en el mundo financiero bursátil, para ver cómo muestran de las silenciosas pantallas de gráficos exponenciales, como el software y la cibernética obtienen dinero a espuertas para ellos.

Son los nuevos 'Rentistas Algorítmicos' globales. También son 'convidados de piedra' solo que 'billonarios'. Son rentistas gracias a los incansables algoritmos automatizados, las máquinas, que extraen incansables un día tras otro, la riqueza para ellos, sin esperar siquiera algo humano como el agradecimiento.

No soy quién para dar ningún consejo a nadie y menos a los rentistas algorítmicos, pero visto el enorme apagón de Google y muchos de sus plataformas de esta semana, que se desplomaron súbitamente a lo largo de toda la amplia geografía global en segundos, solo les diré que están sentados sobre una fragilidad digital global que puede desvanecerse y volverse oscura de repente, en fracciones de segundo como ocurre en el HF Trading. Su 'reino' digital y sus rentas pueden pasar cataclísmicamente de infinito a cero en un nanosegundo. Lo digital es mucho más frágil de lo que parece.