Cuidar el planeta es una responsabilidad de todos. La lucha contra el cambio climático es un tema recurrente en los últimos años. Las cifras que evidencian el calentamiento global muestran cómo la necesidad de hacer frente al problema ha pasado de ser algo casi marginal dentro de la sociedad a colocarse como una de las preocupaciones más urgentes a las que atender de manera global. De esta concienciación y de lo que hagamos para revertir la situación dependerá, en buena parte, el planeta que vivimos pero, también, el que hereden las futuras generaciones.

La premura se explica porque, si bien el deterioro del medio ambiente avanza con una relativa celeridad, la recuperación no puede efectuarse al mismo ritmo. Se trata de una carrera de fondo, a medio y largo plazo en la que, eso sí, cada paso cuenta, por pequeño que sea. Y es ahí donde todos podemos hacer algo más para ayudar. Hay muchos caminos para ello: apostar por cuidar el agua o profundizar en nuestras estrategias de reciclaje en casa, por ejemplo. Pero, al mismo tiempo, hay otro aspecto en el que reparamos poco o nada: la emisión de gases de efecto invernadero (GEI).

Se trata de un gran problema, porque buena parte de la actividad industrial y las cadenas de suministro generan la mayor parte de estas emisiones. 'Atacar' estas fuentes de CO2 supone cambiar un planteamiento de décadas y exige un firme compromiso por parte de las empresas, especialmente aquellas que, por su tamaño, tienen más peso en la economía. Por eso Coca-Cola, por su importancia y simbolismo en todo el mundo, ha querido erigirse como un referente global en la lucha contra el cambio climático y ha enarbolado este viraje hacia una producción más sostenible, limpia y eficiente.

Una carrera de fondo

Fruto de esta ambición, la compañía ha conseguido reducir en apenas una década el 30,5% de las emisiones en su cadena de valor en Europa Occidental. Se trata de un hito que confirma la hoja de ruta marcada en Avanzamos, la estrategia de sostenibilidad de la firma. Se trata de un plan que, si bien ya está dando sus frutos, contempla los pasos a seguir en el futuro, con soluciones que pretenden apostar por la economía circular y la reducción de emisiones tanto en sus propias instalaciones como, muy especialmente, en todos los eslabones de su actividad.

El objetivo que se marca Coca-Cola es el de reducir otro 30% las emisiones en 2030 y el de alcanzar la neutralidad de carbono en 2040. Es una meta ambiciosa pero alineada con el Acuerdo de París de 2015, que insta a todos los actores de la sociedad, públicos y privados, a contribuir para limitar el aumento de la temperatura global a no más de 1,5ºC en este periodo, algo aún a nuestro alcance.

En el caso de Coca-Cola, su estrategia para alcanzar estos números se centra en reducir significativamente estas emisiones, con el objetivo de anularlas por completo. Para este fin se han revisado todos los aspectos de su cadena de producción, fruto de lo cual se han implantado acciones específicas en cinco grandes áreas: envases, ingredientes, operaciones, transporte y equipos de frío. Todos estos ámbitos incluyen medidas para mejorar en todas las infraestructuras propias pero también en la de sus proveedores que, actualmente, generan hasta el 90% de las emisiones actuales de la compañía.

El objetivo con ellos es ayudarles para que se sumen a esta estrategia tan beneficiosa para la Tierra, apliquen igualmente en sus respectivas actividades objetivos de reducción de emisiones basados en criterios científicos y hagan uso de electricidad 100% renovable, como muy tarde en 2023.

Mejora punto por punto

Esta es una pretensión que la empresa también aplica en sus fábricas, que para ese año se convertirán en neutras en emisiones gracias a esta apuesta por las renovables. En el capítulo del transporte también se está aprovechando el margen de mejora que permiten los vehículos eléctricos e híbridos, con los que ya se está actualizando la flota de coches y furgonetas propias e incluso se está planteando el uso del tren para el transporte de los productos.

Los envases suponen otro de los grandes ámbitos en los Coca-Cola puede marcar la diferencia en cuanto a emisiones en los próximos años. Avanzamos, su estrategia de sostenibilidad, ya comenzó a marcar las líneas sobre el uso del reciclaje como una forma de aprovechar los recursos y de reducir la huella de carbono ligada a estos materiales. Así, ya a finales de este año está previsto que todos los envases de bebidas sin gas cuenten con un 100% reciclado y que se alcance el 50% en el resto.

Y en paralelo a estas medidas, investigación y tecnología para mejorar la eficiencia de los materiales, e inversión para incorporar alternativas de comercialización que vayan en consonancia con el objetivo de reducir los residuos, como el aligeramiento de las latas o de las botellas de plástico y vidrio, o el uso de envases rellenables y dispensadores.

De la misma manera que la flota de vehículos está renovándose en pos de la máxima eficiencia, ocurre algo similar con los equipos de frío. Coca-Cola está incorporando dispositivos más modernos y menos contaminantes pero también se está reduciendo su uso gracias al empleo de almacenes automatizados y a una logística más optimizada.

Son medidas tangibles que, como afirman los datos de reducción de emisiones en los últimos años, ofrecen una esperanza de cara al futuro. Y en esa línea se alinean otras acciones de la empresa encaminadas a visibilizar este problema y a concienciar y a implicar al resto de la sociedad. Una de las iniciativas más importantes es Hostelería #PorElClima, una plataforma para apoyar a este sector en su transición hacia una economía baja en carbono.