Ahorrar es importante para todos y más en un contexto de incertidumbre como el actual. Pero en el caso de los jóvenes, tener una reserva de dinero con la que invertir en sus sueños o hacer frente a cualquier imprevisto se convierte en un ejercicio de responsabilidad que muchos afrontan desde edades muy tempranas. Y es que precisamente en materia de ahorro e inversión, el tiempo siempre es el mejor cómplice, ya que, por un lado, influye en el riesgo que se puede asumir y, por otro lado, es lo que permite trabajar al interés compuesto.

Pese a que los millennials españoles son, según un estudio de la compañía británica Revolut, los más ahorradores de Europa solo por detrás de los británicos, son muchos los puntos a mejorar. De hecho, solo uno de cada diez millennials en activo ahorra para la jubilación, según un estudio impulsado por la Fundación Edad&Vida y realizado por investigadores de Esade.

Sin embargo, aunque muchos jóvenes tienen la jubilación en mente, no se trata únicamente de ahorrar con vistas a tan largo plazo: hacer un viaje, comprar un coche, continuar la formación con un master o acceder a una vivienda son ejemplos de situaciones más próximas en el tiempo que pueden motivar al ahorro. Es más, la última edición del Observatorio de Emancipación Juvenil (OBJOVEM) lanza datos alarmantes al señalar que los jóvenes que viven de alquiler destinan hasta el 90,7% de su sueldo neto a pagar la vivienda, y, en el caso de los propietarios, un 60,4%.

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En este contexto en el que el ahorro de los más jóvenes se ha convertido en una ardua tarea, el mejor consejero para ahorrar debe ser el sentido común. Generar un colchón financiero consiste en ser responsable y en saber qué parte del excedente de los ingresos regulares se puede guardar para más adelante. Las cuentas son delicadas porque estas edades, que ya sufrían tasas de desempleo superiores a las del resto de países europeos antes de la pandemia, son de las más golpeadas por la crisis económica generada por la COVID-19.

La precariedad laboral amenaza a los jóvenes: según cifras del Instituto de la Juventud (Injuve), el 72,1% de empleados de hasta 34 años se encuentra en trabajos considerados 'vulnerables' y más del 50% comenzó la crisis del coronavirus en puestos considerados 'no esenciales', que según el informe del Injuve son los más susceptibles de sufrir con mayor virulencia las consecuencias del parón económico. Los jóvenes trabajadores también se suelen encontrar otro problema: sus sueldos les dejan poco margen para guardar dinero. Según el citado OBJOVEM, los jóvenes españoles deberían cobrar el doble para destinar a la hipoteca la partida recomendada del 30%.

Es buena idea establecer un presupuesto personal que prevea estas cifras y, aunque no hay una fórmula exacta -los expertos recomiendan que el ahorro esté alrededor del 20% de los ingresos-, es recomendable marcarse objetivos realistas y tratar de ceñirse a ellos, evitando perder el control de los movimientos de la cuenta y, sobre todo, caer en caprichos innecesarios que, si bien no comprometen la economía de los jóvenes, sí que suponen un 'bocado' importante al bolsillo.

Fórmulas de ahorro dinámicas

En paralelo a las fórmulas tradicionales, en los últimos años ha proliferado una serie de productos financieros pensados para ayudar a los jóvenes a ahorrar. Son herramientas más adaptadas a sus rutinas, a su mayor movilidad y, sobre todo, al uso de la tecnología, en la que lo digital, la automatización de los procesos y la versatilidad permiten cosas casi de ciencia ficción, como automatizar aportaciones económicas cada vez que llueve en una ciudad escogida previamente, por increíble que parezca. Y es que en este ecosistema que dibujan los nuevos métodos de ahorro hay una cosa que destaca por encima de todo: el dinamismo y la inmediatez de poder operar en cualquier momento y desde cualquier sitio.

Para ellos, el mañana conlleva muchas oportunidades, pero también la exposición a una gran incertidumbre en lo que atañe al mercado laboral. El escenario que ha producido la pandemia ha dibujado una situación que ha favorecido la capacidad de ahorro de los españoles, aunque no por un aumento de los ingresos, sino por una reducción del consumo y, por lo tanto, del gasto como respuesta preventiva.

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Hasta ahora, la opción más usada para este fin eran las cuentas de ahorro. Son unos depósitos en los que, literalmente, se obtiene una rentabilidad solo por el hecho de depositar el dinero. Es la vía más conservadora porque aporta menor interés pero es un producto sin ningún tipo de riesgo y resulta muy accesible, ya que es de uso cotidiano y con ella el dinero está a disposición en cualquier momento. Además, algunas de estas cuentas se benefician del denominado interés compuesto, un sistema que calcula el rendimiento del ahorro tomando como base no solo las aportaciones que se realicen, sino también los intereses generados por éstas, con lo que el beneficio a largo plazo es mayor que con los métodos tradicionales.

Los depósitos no permiten retirar el dinero hasta que no se cumple el periodo contratado. Sin embargo, cuentan con rentabilidades más elevadas, mayores cuanto más a largo plazo sean. Además, y aunque en algunos productos es posible añadir fondos, lo más normal es que se produzca una aportación inicial generalmente más elevada y que de alguna manera se aleja de la idea de ahorro progresivo. Pero de cara al medio- largo plazo es una posibilidad a tener en cuenta.

Huchas virtuales: pequeños ahorros para grandes metas

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Estas son las opciones más 'clásicas'. Pero de un tiempo a esta parte se han popularizado las denominadas 'huchas virtuales'. Aunque no tienen una rentabilidad per se, son instrumentos muy eficaces porque permiten definir metas de ahorro que motivan a ingresar la cantidad que se quiera, por pequeña que sea, en una partida específica asociada a la cuenta e independiente de ésta. Es un dinero que siempre está disponible pero que, en principio, se va acumulando hasta que alcanza la cantidad que se haya marcado.

Una de las funcionalidades que aportan más valor a esta herramienta son las 'aportaciones automáticas'. Aunque siempre se pueda ingresar la cantidad que se quiera de forma manual, existen modos para añadir dinero de manera automatizada de acuerdo a los parámetros que se establezcan. En este sentido, las entidades bancarias suelen ofrecer un amplio catálogo de personalización que permite, incluso, la aportación conjunta.

El sistema no solo ayuda al cuándo y al dónde sino que se adapta al cómo, programando rutinas o especificando situaciones en las que se espera que el dinero se guarde en la hucha virtual. Por ejemplo, se pueden establecer plazos o el ahorro por redondeo, una fórmula de microahorro que guarda la cantidad que falta para alcanzar la siguiente cifra redonda al pagar con tarjeta, ya sea un café, una cena o la mensualidad de algún servicio contratado.

Ahorra cada vez que llueva en tu ciudad

Estas fórmulas están pensadas para responder ante el dinamismo de los más jóvenes. Son maneras creativas y suponen una disrupción respecto a los mecanismos de ahorro tradicionales. Hasta tal punto que, por ejemplo, también se pueden activar aportaciones automáticas cuando llueve en la ciudad escogida, una posibilidad que ofrece Banco Sabadell y que permite ahorrar y acercarse a los objetivos sin darse cuenta.

Se trata de hacer pequeñas aportaciones que no suponen casi nada en el día a día pero que, semana a semana, constituyen un monto que ayuda, especialmente, a todas las personas que no tienen el hábito de ahorrar.

Todas estas herramientas pretenden apoyar a un segmento de la población, el de los jóvenes, que está más azotado por la coyuntura económica y, de paso, fomentar la cultura del ahorro en estas edades como una manera de anticipar un futuro lleno de oportunidades y sueños por alcanzar.